Cada paciente que reciba soporte nutricional enteral o parenteral debe ser monitoreado de cerca debido a la importancia de asegurar la efectividad del tratamiento y prevenir o detectar tempranamente posibles complicaciones. El soporte nutricional es un proceso delicado y fundamental para pacientes que no pueden obtener los nutrientes necesarios a través de la ingesta oral normal, y su manejo adecuado requiere de una atención multidisciplinaria. Los equipos formales de soporte nutricional, que están compuestos por un médico, una enfermera, un dietista y un farmacéutico, han demostrado ser eficaces en la reducción de la tasa de complicaciones asociadas a este tipo de intervención.
El monitoreo debe abarcar dos aspectos fundamentales: la adecuación del tratamiento y la prevención o detección temprana de complicaciones. La estimación de los requerimientos nutricionales de cada paciente puede ser imprecisa, ya que estos varían considerablemente según la condición clínica, la gravedad de la enfermedad y otros factores individuales. Por lo tanto, es esencial realizar una reevaluación frecuente de las necesidades nutricionales para ajustar el plan de tratamiento según sea necesario.
Las ingestas diarias de nutrientes deben ser registradas y comparadas con los requerimientos estimados, lo que permite detectar desviaciones y ajustar las cantidades administradas. Además, el seguimiento de parámetros como el peso corporal, el estado de hidratación y el estado clínico general del paciente es crucial para evaluar la efectividad del soporte nutricional y prevenir desequilibrios. Si un paciente no parece responder al tratamiento de acuerdo con lo esperado, se deben considerar estudios adicionales para investigar posibles causas subyacentes.
En este sentido, se recomienda realizar un estudio de calorimetría indirecta si es posible, con el fin de evaluar el gasto energético y la eficiencia del soporte nutricional. Además, se debe evaluar el balance de nitrógeno del paciente, que es un indicador clave de la utilización de proteínas en el cuerpo. Este balance se puede calcular utilizando la siguiente ecuación:
Balance de nitrógeno = Ingesta de proteína en 24 horas (g) / 6.25 – (Nitrógeno urinario en 24 horas (g) +4)
Este cálculo permite determinar si el paciente está recibiendo la cantidad adecuada de proteínas para satisfacer sus necesidades metabólicas y si se está produciendo una retención o pérdida de nitrógeno que indique un desequilibrio en el estado nutricional. El monitoreo continuo y la evaluación precisa son esenciales para el manejo adecuado de los pacientes que requieren soporte nutricional, ya que permite ajustar el tratamiento y minimizar riesgos asociados a la nutrición artificial.
Los pacientes que reciben prescripciones de calorías acordes a los resultados de los estudios de calorimetría indirecta y que presentan balances de nitrógeno positivos pueden continuar con sus regímenes actuales de soporte nutricional, ya que estos indicadores sugieren que están recibiendo un aporte adecuado de nutrientes y que sus necesidades metabólicas están siendo cubiertas de manera efectiva. El balance de nitrógeno positivo, en particular, refleja un estado anabólico favorable, lo que indica que el cuerpo está reteniendo proteínas, lo cual es crucial para la recuperación y el mantenimiento de la masa muscular.
Por otro lado, los pacientes que no logran alcanzar sus objetivos energéticos o que presentan balances de nitrógeno negativos requieren ajustes en su tratamiento. Un balance negativo de nitrógeno indica una catabolización excesiva de proteínas, lo que podría reflejar deficiencias en el aporte nutricional, y por lo tanto, es necesario incrementar de manera moderada tanto las calorías como las proteínas en su régimen nutricional. Después de realizar estos ajustes, es fundamental volver a evaluar al paciente para determinar si la respuesta es adecuada y si se está logrando un balance de nitrógeno positivo, lo que indicaría que el tratamiento está siendo efectivo.
El monitoreo de posibles complicaciones metabólicas es esencial en estos pacientes y debe incluir mediciones diarias de los parámetros básicos del panel metabólico, como los niveles de magnesio y fósforo, ya que alteraciones en estos electrolitos pueden surgir durante la administración de soporte nutricional, especialmente en pacientes con nutrición parenteral. Una vez que el paciente ha sido estabilizado y alcanzado el régimen de soporte nutricional objetivo, los valores de laboratorio pueden verificarse 1 a 2 veces por semana, dependiendo de la condición clínica y la estabilidad del paciente.
En el caso de pacientes que reciben nutrición parenteral, se deben realizar pruebas semanales para evaluar la función hepática y los niveles de triglicéridos. Esto es fundamental porque la nutrición parenteral puede tener efectos adversos sobre el hígado y los lípidos plasmáticos, especialmente cuando se administran grandes volúmenes de nutrientes de forma intravenosa durante períodos prolongados. Además, para aquellos pacientes que reciben soporte nutricional a largo plazo, es necesario monitorear los niveles de vitaminas y elementos traza cada 3 a 6 meses, ya que las deficiencias de micronutrientes pueden desarrollarse lentamente y pueden pasar desapercibidas sin un seguimiento adecuado.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
- Rozman, C., & Cardellach López, F. (Eds.). (2024). Medicina interna (20.ª ed.). Elsevier España.

