sistema de conducción eléctrica del corazón
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Sistema de conducción eléctrica del corazón

El corazón no solo actúa como una bomba muscular, sino que funciona también como un órgano eléctricamente autónomo gracias a un sistema interno de conducción que coordina, con notable precisión, cada una de sus contracciones. Este sistema constituye una red altamente especializada de células capaces de generar y transmitir impulsos eléctricos. Gracias a esta arquitectura, el corazón puede mantener un ritmo ordenado, sincronizar el llenado y la eyección sanguínea y adaptarse de inmediato a las necesidades cambiantes del organismo. Cada estructura del sistema de conducción cumple un papel específico dentro de la secuencia eléctrica que da origen al latido.

El proceso comienza en el nódulo sinoauricular, una pequeña región localizada en la aurícula derecha cuyos elementos celulares poseen la capacidad intrínseca de generar impulsos eléctricos espontáneos. Este nódulo actúa como el marcapasos primario del corazón, determinando la frecuencia basal del ritmo cardíaco. Sus señales eléctricas se propagan con rapidez por ambas aurículas, provocando su contracción y asegurando que la sangre avance hacia los ventrículos. Para facilitar esta propagación eficiente entre aurículas, existe una vía de conducción especializada denominada haz de Bachmann, que conecta directamente ambas cámaras superiores y garantiza que la contracción auricular ocurra casi de manera simultánea.

Desde el nódulo sinoauricular, el impulso viaja hacia la región auriculoventricular por medio de diversas vías de conducción internas que enlazan ambas estructuras nodales. Esta conducción ordenada permite que los ventrículos reciban la señal eléctrica justo en el momento adecuado, después del llenado ventricular. En la unión auriculoventricular se encuentra el nódulo auriculoventricular, un componente esencial que actúa como un filtro fisiológico. Este nódulo retrasa de forma controlada el impulso eléctrico, proporcionando el tiempo suficiente para que los ventrículos completen su llenado antes de iniciar la contracción. Unido al nódulo se encuentra el haz de His, una estructura que constituye el único puente natural que transporta el impulso desde las aurículas hacia los ventrículos.

El haz de His se divide en dos grandes ramas: la rama derecha y la rama izquierda. Esta última se subdivide en fascículos anteriores y posteriores, que se extienden por la pared ventricular izquierda. Estas divisiones permiten distribuir el impulso eléctrico por el espesor del miocardio ventricular de manera ordenada y simultánea. La arquitectura ramificada asegura que ambas cámaras inferiores reciban la señal casi al mismo tiempo, lo que resulta fundamental para una contracción ventricular eficiente y coordinada.

Las ramas del haz de His se continúan con la extensa red de Purkinje. Este entramado de fibras especializadas penetra profundamente en el miocardio ventricular, garantizando que las células musculares reciban el impulso eléctrico de forma uniforme y casi instantánea. Esta transmisión ultrarrápida permite que la contracción ventricular se produzca de manera sincronizada desde el ápice hacia la base del corazón, optimizando la expulsión de sangre tanto hacia la circulación pulmonar como hacia la circulación sistémica.


Nodo sinoauricular

El nódulo sinoauricular ocupa una posición estratégica en la pared superior de la aurícula derecha, muy próximo al punto donde desemboca la vena cava superior. Esta localización no es casual: allí convergen corrientes de retorno venoso de gran volumen y variabilidad, lo que permite que el nódulo responda con sensibilidad a los cambios en la presión y en la composición de la sangre que ingresa al corazón. En este pequeño espacio se agrupan células altamente especializadas conocidas como células marcapasos, cuyo rasgo distintivo es la capacidad de generar impulsos eléctricos de manera espontánea, rítmica y continua.

Estas células poseen una dinámica iónica particular que les permite despolarizarse por sí mismas sin necesidad de un estímulo externo. El fenómeno se origina en variaciones graduales y automáticas del potencial de membrana, lo que conduce a la emisión repetida de señales eléctricas. Este mecanismo intrínseco convierte al nódulo sinoauricular en el marcapasos natural del corazón, ya que determina la frecuencia básica del ritmo cardíaco y coordina la secuencia temporal de cada latido.

Una vez generado, el impulso eléctrico se propaga rápidamente a través del tejido auricular. La arquitectura de las fibras musculares y la presencia de vías de conducción especializadas permiten que ambas aurículas reciban la señal casi en simultáneo y se contraigan de manera coordinada. Esta contracción auricular constituye la primera parte de la secuencia mecánica del latido, encargada de impulsar la sangre hacia los ventrículos.

Tras cruzar las aurículas, el impulso se dirige hacia el sistema de conducción ubicado en la unión auriculoventricular y, posteriormente, hacia los ventrículos, donde desencadena la contracción de la musculatura ventricular. Esta contracción representa el componente fundamental de la eyección sanguínea, que impulsa la sangre hacia los pulmones y hacia el resto del organismo.

De esta manera, el nódulo sinoauricular actúa como el origen rítmico de todo el proceso cardíaco. Su actividad eléctrica autónoma no solo marca el compás con el que late el corazón, sino que también asegura que la contracción de las cavidades se produzca de forma ordenada, secuencial y eficiente, permitiendo que el sistema circulatorio mantenga un flujo continuo y vital para todas las células del cuerpo.


Vías de conducción entre los nodos SA y auriculoventricular

El trayecto que sigue el impulso eléctrico a través de las aurículas no es aleatorio, sino que está cuidadosamente organizado para que la activación del corazón ocurra con la máxima precisión temporal. Desde el nódulo sinoauricular, que actúa como centro iniciador del ritmo, la señal eléctrica debe desplazarse hacia el nódulo auriculoventricular sin perder intensidad ni sincronía. Para ello, la aurícula derecha alberga un conjunto de vías especializadas, conocidas como vías internodulares, que garantizan un transporte rápido, uniforme y altamente coordinado del impulso.

Estas tres rutas —anterior, media y posterior— recorren la pared auricular desde el nódulo sinoauricular hasta el nódulo auriculoventricular y constituyen verdaderos corredores de conducción preferencial. A diferencia del tejido muscular auricular ordinario, sus células poseen propiedades electrofisiológicas que permiten una transmisión más veloz del potencial de acción. Gracias a esta especialización, la señal atraviesa la aurícula derecha y alcanza el nódulo auriculoventricular en un tiempo muy breve, aproximadamente 0,03 segundos. Esta rapidez es fundamental, ya que asegura que la contracción auricular preceda de forma precisa a la contracción ventricular, permitiendo el paso adecuado de sangre desde las aurículas hacia los ventrículos antes de que estos inicien su propia contracción.

Además de conectar ambos nódulos, una de estas vías desempeña un papel esencial en la coordinación entre las dos aurículas. La vía internodular anterior emite una prolongación denominada haz de Bachmann, que se dirige directamente hacia la aurícula izquierda. Esta estructura constituye la principal vía de comunicación eléctrica entre ambas cámaras superiores y permite que la aurícula izquierda reciba la señal casi de manera simultánea a la aurícula derecha. Como resultado, ambas aurículas se contraen de forma coordinada, lo que optimiza el llenado ventricular y mantiene la armonía del ciclo cardíaco.


Unión auriculoventricular

El nódulo auriculoventricular constituye una estructura clave dentro del sistema de conducción cardíaco, ubicada en la unión entre las aurículas y los ventrículos. Su localización es estratégica: se encuentra parcialmente en el lado derecho del tabique interauricular, frente a la desembocadura del seno coronario, y parcialmente sobre la porción superior del tabique interventricular, justo por encima de la base de la válvula tricúspide. Esta disposición le permite actuar como el único canal de comunicación eléctrica controlada entre las cavidades superiores e inferiores del corazón, asegurando que los impulsos generados en el nódulo sinoauricular lleguen a los ventrículos en el momento óptimo para la contracción. La existencia de un anillo de tejido fibroso que rodea la unión auriculoventricular aísla eléctricamente al resto de las aurículas de los ventrículos, impidiendo la transmisión de señales por vías no deseadas y asegurando que toda conducción hacia los ventrículos pase por el nódulo AV, salvo en presencia de caminos accesorios.

El nódulo auriculoventricular se organiza en tres regiones distintas, cada una con funciones especializadas. La región auriculonodular, situada en la porción superior, conecta directamente la parte inferior de las aurículas con el nódulo y contiene células capaces de generar impulsos eléctricos de manera autónoma, aunque su actividad principal es facilitar la transmisión inicial de la señal auricular. La región nodular media, más extensa y central, actúa como zona de regulación de la velocidad del impulso. Aquí, la progresión eléctrica se ralentiza de manera deliberada, retraso que varía entre 0,06 y 0,12 segundos, lo que permite que las aurículas completen su contracción y que los ventrículos alcancen un llenado óptimo antes de recibir la señal para contraerse. Esta ralentización es crucial: sin ella, los ventrículos podrían contraerse antes de tiempo, disminuyendo la eficiencia del bombeo y comprometiendo el flujo sanguíneo sistémico y pulmonar. Finalmente, la región nodular-His, localizada en la parte inferior, se sitúa entre la región nodular media y el haz de His, y también contiene células con capacidad marcapasadora. Esta zona prepara el impulso eléctrico para su entrada en el haz de His, asegurando que la transmisión hacia las ramas ventriculares sea rápida y coordinada.

El haz de His, considerado la parte distal de la unión auriculoventricular, se ubica en la porción superior del tabique interventricular y representa el vínculo entre el nódulo AV y las dos ramas principales que se extienden por los ventrículos. Una vez que los impulsos eléctricos ingresan en este haz, son conducidos rápidamente a través de un tejido especializado que atraviesa la barrera fibrosa que aísla eléctricamente aurículas y ventrículos. Este transporte ultrarrápido permite que la señal llegue casi simultáneamente a las ramas derecha e izquierda y, a través de ellas, a la red de Purkinje, provocando una contracción ventricular coordinada desde el ápice hacia la base del corazón. De esta manera, el nódulo auriculoventricular no solo dirige el flujo eléctrico, sino que también actúa como un regulador temporal, sincronizando de manera precisa la contracción de aurículas y ventrículos y optimizando la eficacia global del bombeo cardiaco.


Ramas del haz de His

Las ramas derecha e izquierda emergen directamente del haz de His y constituyen un componente fundamental del sistema de conducción ventricular, conocido en conjunto con el haz y la red de Purkinje como sistema de His-Purkinje. Este sistema especializado permite que los impulsos eléctricos generados en el nódulo sinoauricular y modulados por el nódulo auriculoventricular se propaguen con gran velocidad y precisión por los ventrículos, asegurando que la contracción ventricular sea simultánea y eficiente. A lo largo de estas estructuras, se encuentran dispersas células con capacidad marcapasadora, capaces de generar impulsos eléctricos de forma autónoma, aunque su función principal dentro de este sistema es transmitir la señal rápidamente hacia el miocardio ventricular.

El impulso eléctrico recorre las ramas del haz a una velocidad extraordinaria, de manera que la señal alcanza la red de Purkinje en menos de 0,01 segundos. Esta rapidez asegura que, desde la generación del impulso en el nódulo sinoauricular hasta su llegada a las fibras purkinjeanas, transcurra un lapso mínimo, normalmente inferior a 0,02 segundos. Las ramas principales se dividen progresivamente en ramas cada vez más pequeñas y, finalmente, en fascículos que se conectan con la red de Purkinje. Esta red se distribuye extensamente por la totalidad de los ventrículos, localizada inmediatamente por debajo del endocardio, y garantiza que el impulso eléctrico llegue de manera uniforme a todas las regiones del miocardio.

Las fibras purkinjeanas tienen terminaciones que se conectan directamente con las células musculares ventriculares. Gracias a esta íntima conexión, la señal eléctrica puede desencadenar la contracción casi simultánea de todas las fibras miocárdicas, desde el ápice hasta la base del corazón. Esta sincronización es esencial para generar una eyección de sangre eficiente, maximizar la expulsión ventricular y mantener un flujo sanguíneo adecuado hacia la circulación pulmonar y sistémica. De este modo, el sistema de His-Purkinje no solo actúa como conductor de impulsos, sino que también asegura la coordinación mecánica de los ventrículos, transformando la señal eléctrica en un latido potente y perfectamente sincronizado.

 

 

 

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Originally posted on 26 de noviembre de 2022 @ 1:03 AM

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