La telangiectasia hemorrágica hereditaria (HHT), anteriormente conocida como síndrome de Osler-Weber-Rendu, es un trastorno autosómico dominante que afecta el desarrollo de la vasculatura. Esta condición genética se caracteriza por la formación anómala de pequeños vasos sanguíneos, particularmente en órganos como la piel, el tracto gastrointestinal, los pulmones y el cerebro. La característica fundamental de esta enfermedad es la presencia de malformaciones vasculares, como telangiectasias (dilataciones de los vasos sanguíneos más pequeños) y arteriovenosas (fístulas entre arterias y venas), que predisponen a los pacientes a episodios recurrentes de sangrado.
El término «autosómico dominante» se refiere al modo en que se hereda el trastorno. En este tipo de herencia, basta con que un solo progenitor transmita el gen defectuoso para que el hijo o hija herede la enfermedad. De hecho, una persona con HHT tiene una probabilidad del 50% de transmitir el trastorno a su descendencia, independientemente del sexo del progenitor afectado.
A nivel molecular, la HHT está asociada con mutaciones en varios genes clave que regulan la angiogénesis, el proceso mediante el cual se forman nuevos vasos sanguíneos. En la mayoría de los casos, estas mutaciones afectan a genes como ENG, ACVRL1 y SMAD4, que son cruciales para el control del crecimiento y la maduración de los vasos sanguíneos. Estas alteraciones genéticas provocan un defecto en la señalización de las proteínas involucradas en la formación de la vasculatura, lo que resulta en vasos sanguíneos débiles, dilatados y propensos a romperse.
A medida que los vasos sanguíneos anómalos se desarrollan, los pacientes con HHT pueden experimentar hemorragias recurrentes, que se presentan más comúnmente en la piel (en forma de manchas rojas o moradas visibles), en las mucosas nasales, en los pulmones, el tracto gastrointestinal o incluso en el cerebro, donde pueden ocurrir hemorragias cerebrales, lo cual aumenta significativamente el riesgo de complicaciones graves, como accidentes cerebrovasculares.
Manifestaciones clínicas
La epistaxis, o hemorragia nasal, es uno de los síntomas más característicos de la telangiectasia hemorrágica hereditaria (HHT), y suele manifestarse en la infancia o en la adolescencia. Su inicio temprano se debe a la fragilidad y dilatación anómala de los vasos sanguíneos en la mucosa nasal, lo que favorece su ruptura recurrente. A medida que los niños crecen, los vasos sanguíneos de las mucosas nasales se vuelven más susceptibles a la rotura, resultando en episodios de sangrado nasal frecuente, que pueden ser un signo temprano de la enfermedad.
En cuanto a las telangiectasias puntiformes, estas suelen aparecer más tarde, típicamente durante la niñez avanzada o la adolescencia. Se caracterizan por pequeñas dilataciones de los vasos sanguíneos, que pueden localizarse en áreas como los labios, la lengua, los dedos y la piel en general. Aunque estas lesiones son visibles y, por lo general, inofensivas, su presencia es indicativa de la alteración en la estructura vascular propia de la HHT. Con el paso del tiempo, estas telangiectasias tienden a ser más evidentes y se relacionan con la progresión de la enfermedad.
Las malformaciones arteriovenosas (fístulas entre arterias y venas) pueden desarrollarse en cualquier momento a lo largo de la vida del paciente, pero son particularmente preocupantes cuando afectan a órganos vitales, como el cerebro, los pulmones o el hígado. Estas malformaciones vasculares pueden ser asintomáticas o provocar complicaciones graves, dependiendo de su localización y tamaño. En el cerebro, por ejemplo, pueden dar lugar a hemorragias cerebrales, mientras que en los pulmones, pueden ocasionar hipoxemia, lo que se traduce en niveles bajos de oxígeno en sangre, con síntomas como cianosis periférica (coloración azulada de la piel y las extremidades), dificultad para respirar y dedos en palillo de tambor. Este tipo de malformaciones también puede provocar un shunt de derecha a izquierda, es decir, un paso anómalo de sangre entre las dos partes del corazón, lo que aumenta el riesgo de que se formen coágulos sanguíneos que viajan al cerebro, causando accidentes cerebrovasculares o abscesos cerebrales.
El sangrado en el tracto gastrointestinal es otro síntoma significativo de la HHT, aunque suele manifestarse en etapas más tardías de la vida, generalmente en la mediana edad o incluso en años posteriores. Este sangrado es causado por malformaciones vasculares en la mucosa del tracto digestivo, que, al igual que en otros órganos, pueden no presentar síntomas hasta que alcanzan un tamaño suficiente como para provocar hemorragias significativas. El sangrado gastrointestinal recurrente puede ser un desafío diagnóstico y de manejo, ya que puede pasar desapercibido durante largo tiempo.
Para el diagnóstico de la HHT, se deben cumplir al menos tres de los siguientes cuatro criterios: (1) epistaxis recurrente, (2) malformaciones arteriovenosas viscerales, (3) telangiectasias mucocutáneas y (4) ser familiar cercano de una persona claramente afectada por la enfermedad. La identificación de estos signos, junto con una historia clínica adecuada, es crucial para un diagnóstico preciso. En aquellos casos en los que el diagnóstico clínico sea incierto o en individuos con riesgo familiar, el análisis de variantes genéticas puede ser una herramienta útil para el diagnóstico presintomático, es decir, para detectar la presencia de la enfermedad antes de que aparezcan los primeros síntomas, o para excluir la posibilidad de que un paciente padezca la HHT. Este enfoque genético es especialmente relevante para aquellas personas preocupadas por la presencia de la enfermedad en su familia y permite tomar decisiones informadas sobre el manejo y seguimiento.
Exámenes diagnósticos
La arteriografía por resonancia magnética (RM) o tomografía computarizada (TC) es una herramienta clave para la detección de malformaciones arteriovenosas (fístulas anómalas entre arterias y venas), ya que permite obtener imágenes detalladas de la vasculatura interna, particularmente en áreas de difícil acceso, como el cerebro, los pulmones y el hígado. A través de estas técnicas de imagen, es posible observar las alteraciones en la estructura vascular que caracterizan a las malformaciones arteriovenosas, como el flujo sanguíneo anómalo entre arterias y venas que evita el paso normal de sangre a través de los capilares. Las imágenes proporcionadas por la resonancia magnética o la tomografía computarizada ofrecen una visualización precisa de estos vasos sanguíneos malformados, lo que facilita su localización, evaluación y planificación de tratamiento. Estas tecnologías permiten detectar cambios estructurales y funcionales en la circulación, lo que resulta crucial para el diagnóstico temprano y la intervención clínica en pacientes con telangiectasia hemorrágica hereditaria (HHT).
En cuanto a la base genética de la HHT, se sabe que esta enfermedad está asociada con variantes en al menos cinco genes que desempeñan un papel crucial en el desarrollo y la regulación de la vasculatura. Los tres genes más comúnmente implicados en la HHT son ENG (Endoglina), ALK1 (Receptor de tipo I de activina) y SMAD4, los cuales están involucrados en las vías de señalización que controlan el crecimiento y la maduración de los vasos sanguíneos. Las mutaciones en estos genes son responsables de aproximadamente el 87% de los casos familiares de HHT. Estos genes codifican proteínas que permiten la correcta formación de vasos sanguíneos funcionales, por lo que cualquier alteración en su función puede dar lugar a malformaciones vasculares como las observadas en esta condición.
La identificación de variantes en estos genes específicos se puede lograr mediante un análisis molecular, una herramienta poderosa para el diagnóstico de la HHT. Este tipo de análisis ofrece la ventaja de identificar con precisión las mutaciones que causan la enfermedad, lo que permite confirmar el diagnóstico y proporcionar información genética clave para los pacientes y sus familias. Dado que la HHT sigue un patrón de herencia autosómico dominante, los miembros de la familia de un paciente afectado tienen un 50% de probabilidad de heredar la variante genética causante. Por lo tanto, cuando se conoce la variante genética específica responsable de la enfermedad en un miembro de la familia, el análisis molecular se convierte en una opción mucho más efectiva y económica en comparación con el seguimiento clínico repetido de otros familiares en riesgo.
El costo y la invasividad de las pruebas clínicas frecuentes, como las revisiones físicas y los estudios de imagen, pueden ser elevados y complicados, especialmente en familias numerosas. En cambio, el análisis genético dirigido a la variante conocida permite realizar un diagnóstico presintomático en los familiares sin necesidad de procedimientos clínicos repetidos, lo que hace que esta estrategia sea más rentable y menos invasiva. Además, esta aproximación no solo mejora la eficiencia del diagnóstico, sino que también permite una intervención temprana y un manejo adecuado, reduciendo potencialmente las complicaciones asociadas con la enfermedad, como los episodios hemorrágicos o las malformaciones arteriovenosas graves.
Prevención
La embolización de las malformaciones arteriovenosas pulmonares (AVMs) mediante el uso de bobinas de alambre u otros dispositivos oclusivos es una intervención fundamental para reducir el riesgo de complicaciones graves, como los accidentes cerebrovasculares (ACV) y los abscesos cerebrales. Las malformaciones arteriovenosas pulmonares son formaciones anómalas de vasos sanguíneos en los pulmones que permiten un paso anómalo de la sangre entre las arterias y las venas, evitando el paso por los capilares pulmonares. Este desvío puede generar una mezcla de sangre no oxigenada con sangre oxigenada, lo que disminuye la cantidad de oxígeno disponible para el cuerpo. Además, estas malformaciones pueden causar una circulación anómala de la sangre que aumenta el riesgo de embolismo, ya que pueden favorecer el paso de burbujas de aire o fragmentos de coágulos hacia el sistema arterial cerebral, lo que da lugar a un accidente cerebrovascular o a un absceso cerebral.
La embolización consiste en bloquear de forma controlada el flujo sanguíneo en las malformaciones arteriovenosas utilizando dispositivos que obstruyan las arterias implicadas. Este procedimiento reduce el riesgo de que las malformaciones contribuyan al paso de aire o coágulos hacia el cerebro, lo que disminuye la probabilidad de sufrir un accidente cerebrovascular embólico o un absceso cerebral. Al eliminar la circulación anómala en los pulmones, la embolización también mejora la oxigenación de la sangre, lo que tiene efectos beneficiosos sobre la salud general del paciente.
Por otro lado, el tratamiento de las malformaciones arteriovenosas cerebrales (AVMs cerebrales) es clave para reducir el riesgo de hemorragias cerebrales. Las AVMs cerebrales son agrupaciones anormales de vasos sanguíneos que pueden romperse fácilmente, lo que da lugar a hemorragias intracraneales graves. El tratamiento de estas malformaciones mediante cirugía, radioterapia o embolización permite eliminar o reducir el tamaño de las malformaciones vasculares, lo que disminuye el riesgo de sangrado y, por ende, el riesgo de un accidente cerebrovascular hemorrágico. Al abordar directamente las malformaciones vasculares en el cerebro, se previenen las complicaciones neurológicas graves que podrían tener efectos permanentes en la función cerebral.
En los pacientes con telangiectasia hemorrágica hereditaria, la presencia de un shunt pulmonar (desvío anómalo de la circulación sanguínea en los pulmones) implica un riesgo mayor de infecciones graves, como la endocarditis infecciosa. La endocarditis es una infección del revestimiento interno del corazón que puede ser desencadenada por la presencia de microorganismos en la sangre, los cuales pueden acceder al corazón a través de las malformaciones arteriovenosas pulmonares. Dado este riesgo, todos los pacientes con HHT que presenten evidencia de un shunt pulmonar deben seguir un régimen de profilaxis para prevenir la endocarditis, lo cual implica el uso de antibióticos antes de procedimientos médicos invasivos que puedan predisponer a la bacteriemia.
Adicionalmente, en todos los pacientes con HHT, es esencial que las líneas intravenosas (excepto aquellas utilizadas para la transfusión de glóbulos rojos o para la administración de contraste radiográfico) estén equipadas con un filtro de aire. Este filtro es crucial para evitar la embolización de burbujas de aire, que podrían ingresar al sistema circulatorio y generar embolismos, potencialmente alcanzando los pulmones, el cerebro u otros órganos vitales. La presencia de burbujas de aire en la circulación es un riesgo grave, especialmente en pacientes con HHT, que ya están predispuestos a problemas vasculares.
Además, el diagnóstico prenatal de la HHT es posible mediante la detección de variantes genéticas responsables de la enfermedad. Esto permite identificar a los fetos en riesgo de heredar el trastorno, lo que abre la puerta a la toma de decisiones informadas sobre el manejo y el seguimiento durante el embarazo. Dado que la HHT sigue un patrón de herencia autosómico dominante, los padres que portan la variante genética pueden transmitirla a sus hijos, lo que hace que la detección prenatal sea una herramienta importante para las familias con antecedentes de la enfermedad.
Todos los pacientes diagnosticados con HHT deben ser referidos a asesoramiento genético. Este tipo de orientación es esencial para que los pacientes y sus familiares comprendan la naturaleza hereditaria de la enfermedad, los riesgos asociados y las opciones disponibles para el manejo, así como para tomar decisiones informadas sobre la salud reproductiva y el seguimiento a largo plazo. El asesoramiento genético proporciona un apoyo valioso para aquellos que puedan estar preocupados por la transmisión de la enfermedad a las futuras generaciones y les ofrece una comprensión más profunda sobre las implicaciones de la condición en su vida diaria.
Tratamiento
En los pacientes en los que se sospecha un diagnóstico de telangiectasia hemorrágica hereditaria, se recomienda realizar una resonancia magnética (RM) del cerebro con contraste para evaluar la presencia de malformaciones arteriovenosas cerebrales (AVMs). Estas malformaciones, debido a su naturaleza anómala en la estructura vascular, pueden ser una causa importante de hemorragias cerebrales. La resonancia magnética con contraste proporciona imágenes detalladas que permiten identificar y localizar estas malformaciones, ayudando a prevenir posibles complicaciones neurológicas graves, como los accidentes cerebrovasculares hemorrágicos. La detección temprana de estas AVMs cerebrales es fundamental para determinar el tratamiento adecuado, que puede incluir intervenciones quirúrgicas, radioterapia o embolización.
Además, en los pacientes con HHT, el ecocardiograma con contraste es una herramienta esencial para detectar malformaciones arteriovenosas pulmonares. Esta prueba se realiza mediante la inyección de microburbujas de aire en la sangre del paciente, que viajan hacia los pulmones. En una persona sana, estas burbujas de aire deben ser atrapadas en los capilares pulmonares, pero en aquellos con AVMs pulmonares, las burbujas pueden atravesar estos vasos dilatados y llegar al lado izquierdo del corazón después de 3 a 6 ciclos cardíacos. La aparición de estas burbujas en el lado izquierdo del corazón es indicativa de un shunt anómalo, es decir, un paso anormal de sangre entre las arterias y venas, lo que confirma la presencia de AVMs pulmonares. Cuando el ecocardiograma con contraste resulta positivo, se debe realizar una tomografía computarizada de alta resolución con angiografía (HRCT) para localizar con precisión las malformaciones pulmonares y planificar el tratamiento adecuado.
En los casos donde se detectan malformaciones arteriovenosas pulmonares con un vaso alimentador de al menos 2 mm de diámetro, se recomienda la embolización. Este procedimiento consiste en bloquear el flujo sanguíneo a través de la malformación mediante dispositivos que ocluyan los vasos sanguíneos dilatados. La embolización es crucial para prevenir complicaciones graves, como los accidentes cerebrovasculares embólicos y los abscesos cerebrales, que pueden ser consecuencia de la circulación anómala de la sangre. Después de la embolización exitosa de todas las malformaciones pulmonares tratables, es necesario realizar un seguimiento mediante un nuevo escáner de tomografía computarizada (angiografía) a los 6 meses y luego a los 3 años para asegurarse de que no hayan aparecido nuevas malformaciones o que las tratadas hayan permanecido ocluidas.
Por otro lado, aquellos pacientes con un ecocardiograma con contraste negativo deben someterse a la repetición de este estudio cada 5 años, debido a que las malformaciones pulmonares pueden desarrollarse con el tiempo. Es importante destacar que cualquier persona con una AVM pulmonar, incluso si ha sido embolizada, debe seguir un régimen de profilaxis para la endocarditis infecciosa. Esta es una medida preventiva para evitar infecciones graves del revestimiento interno del corazón, ya que las malformaciones arteriovenosas pueden permitir que bacterias presentes en la sangre lleguen al corazón, causando una infección potencialmente mortal.
En cuanto a las opciones de tratamiento farmacológico, varios estudios sugieren que los agentes antiestrogénicos, como el tamoxifeno, los fármacos relacionados con la talidomida, o los inhibidores del factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF), como el bevacizumab, podrían reducir los episodios de epistaxis (hemorragia nasal) y las hemorragias gastrointestinales, así como mejorar el shunt hepático asociado a las malformaciones vasculares. Estos tratamientos actúan modulando la formación y la función de los vasos sanguíneos anómalos. Sin embargo, dos ensayos clínicos aleatorios y controlados con el uso de bevacizumab intranasal para el tratamiento de la epistaxis en pacientes con HHT no mostraron mejoras significativas en la frecuencia o gravedad de los episodios hemorrágicos nasales. Esto sugiere que, aunque algunos tratamientos puedan ser prometedores, su efectividad en la HHT no siempre está garantizada, y se requiere más investigación para evaluar su verdadero potencial terapéutico.


Fuente y lecturas recomendadas:
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