El aumento exponencial en el uso de opioides recetados para el dolor crónico no canceroso a partir de la década de 1990 marcó el comienzo de una crisis de salud pública sin precedentes. Esta tendencia fue impulsada por varias razones complejas y entrelazadas.
Inicialmente, los opioides se promocionaron como una solución efectiva para el manejo del dolor, especialmente para el dolor crónico no canceroso. Los médicos comenzaron a recetar opioides de manera más liberal debido a la percepción generalizada de que eran seguros y eficaces para aliviar el dolor a largo plazo. La industria farmacéutica también desempeñó un papel crucial en la promoción de opioides, minimizando sus riesgos y promoviendo su uso para una variedad de condiciones de dolor.
Sin embargo, este aumento en la prescripción de opioides coincidió con un aumento dramático en las muertes por sobredosis relacionadas con opioides recetados. Los pacientes desarrollaron rápidamente tolerancia y dependencia a los opioides, lo que los llevó a buscar dosis más altas o formas más potentes de la droga para obtener alivio. Esto resultó en una escalada en el consumo de opioides y, en muchos casos, en la adicción.
Investigaciones recientes han arrojado luz sobre los riesgos asociados con el uso a largo plazo de opioides para el dolor crónico no canceroso. Aunque hay evidencia de nivel moderado que respalda su eficacia a corto plazo para aliviar el dolor nociceptivo, no hay una base sólida de evidencia que respalde su uso continuo a largo plazo. Además, el uso prolongado de opioides conlleva un mayor riesgo de efectos secundarios graves, incluido el riesgo de adicción, sobredosis y muerte.
En la actualidad, la crisis de opioides ha alcanzado proporciones alarmantes, con un aumento en la mortalidad relacionada con la sobredosis de opioides. Esto se ha visto exacerbado por la proliferación de fentanilo sintético ilícito en el mercado, una droga extremadamente potente y peligrosa que se ha asociado con numerosas muertes por sobredosis. Además, el estrés psicosocial causado por la pandemia de COVID-19 ha exacerbado aún más el problema, aumentando el consumo de sustancias y la vulnerabilidad a la adicción.
El consumo excesivo y no controlado de opioides puede resultar en una serie de consecuencias negativas tanto a nivel físico como psicológico.
Uno de los efectos más prominentes del abuso de opioides es la dependencia y la adicción. El uso prolongado puede llevar a una adaptación del cuerpo y la mente a la presencia constante de la droga, lo que resulta en la necesidad de dosis cada vez mayores para experimentar los mismos efectos. Esto puede conducir a una espiral de consumo compulsivo y comportamientos adictivos.
La tolerancia es otro fenómeno común asociado con el abuso de opioides, donde el cuerpo se acostumbra a la droga y requiere dosis más altas para lograr el mismo efecto. Esta tolerancia aumentada puede llevar a una mayor probabilidad de sobredosis accidental, ya que los usuarios pueden intentar aumentar las dosis para superar la tolerancia.
La sobredosis es un riesgo grave del abuso de opioides. Debido a su efecto depresor en el sistema nervioso central, los opioides pueden suprimir la respiración hasta el punto de causar una falla respiratoria, lo que puede resultar en coma o incluso la muerte si no se trata de inmediato.
Además de los efectos físicos, el abuso de opioides puede tener consecuencias significativas para la salud mental. Puede aumentar el riesgo de trastornos del estado de ánimo como la depresión y la ansiedad, así como provocar cambios en el comportamiento y la cognición.
Los problemas sociales y legales también son comunes entre las personas que abusan de los opioides. Esto puede incluir dificultades para mantener relaciones interpersonales, problemas laborales y financieros, así como enfrentar cargos legales por posesión o distribución de drogas.
Opioides | Descripción |
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Oxicodona | La oxicodona es un potente analgésico opioides utilizado para tratar el dolor moderado a severo. Se puede encontrar en formulaciones de liberación inmediata y de liberación prolongada. |
Hidrocodona | La hidrocodona es otro analgésico opioides comúnmente recetado para tratar el dolor moderado a severo. A menudo se combina con acetaminofén o ibuprofeno en medicamentos de combinación. |
Morfina | La morfina es uno de los opioides más antiguos y potentes. Se utiliza para tratar el dolor intenso, como el causado por el cáncer o después de cirugías mayores. |
Fentanilo | El fentanilo es un potente analgésico opioides que se usa para tratar el dolor intenso, generalmente en forma de parches transdérmicos o en formulaciones intravenosas. |
Codeína | La codeína es un analgésico opioides menos potente que se utiliza para tratar el dolor leve a moderado y como supresor de la tos en medicamentos de venta libre. |
Tramadol | El tramadol es un analgésico opioides de acción central utilizado para tratar el dolor moderado a severo. También tiene propiedades inhibidoras de la recaptación de serotonina y noradrenalina. |
Oxicodona/Naloxona | Esta combinación combina oxicodona con naloxona, un antagonista de los receptores opioides, para ayudar a prevenir el abuso y la dependencia. |

Originally posted on 13 de abril de 2024 @ 11:18 AM