Metabolismo de los opioides
Los medicamentos opioides ejercen su acción al imitar las propiedades de los péptidos opioides endógenos, que son neurotransmisores naturales en el cuerpo humano. Estos péptidos, como la endorfina, la encefalina y la dinorfina, actúan sobre los receptores opioides primarios, que se clasifican principalmente en tres subtipos: mu, delta y kappa. Los opioides imitan la acción de estos péptidos al unirse a estos receptores en el sistema nervioso central y periférico, desencadenando respuestas analgésicas y otras respuestas fisiológicas asociadas.
La acción de los medicamentos opioides puede variar según el tipo de receptor al que se unan y la afinidad con la que lo hagan. Por ejemplo, algunos opioides pueden tener una afinidad mayor por los receptores mu, mientras que otros pueden tener una afinidad mayor por los receptores delta o kappa. Esta variabilidad en la afinidad y selectividad de los receptores contribuye a las diferencias en la potencia, la duración y los efectos secundarios de los diferentes opioides.
El término “opioide” se refiere a cualquier sustancia que cause analgesia a través de la unión a receptores opioides y cuyos efectos puedan ser revertidos por el antagonista opioides naloxona. Esta definición abarca una amplia variedad de compuestos, incluidos los alcaloides naturales derivados del opio, como la codeína y la morfina, así como los opioides semisintéticos y sintéticos, como la oxicodona, la buprenorfina, la metadona y el fentanilo.
Los opioides se metabolizan principalmente en el hígado a través de procesos de fase I y fase II. Las enzimas hepáticas, especialmente la citocromo P450 isoenzima 3A4 y 2D6, desempeñan un papel crucial en la metabolización de estos compuestos. Algunos opioides, como la codeína, necesitan ser metabolizados a un metabolito activo para producir analgesia, mientras que otros, como la morfina, son farmacológicamente activos en su forma original y también pueden producir metabolitos activos que contribuyen a sus efectos analgésicos. La morfina, por ejemplo, se metaboliza a morfina-6-glucurónido, que también tiene propiedades analgésicas.
Las variantes alélicas del citocromo P450 son variaciones genéticas que pueden influir en la actividad enzimática del citocromo P450, una familia de enzimas hepáticas importantes para el metabolismo de los fármacos, incluidos los opioides. Estas variantes genéticas pueden predisponer a los pacientes a ser metabolizadores rápidos o lentos de opioides, lo que afecta la forma en que responden a estos medicamentos.
Los metabolizadores rápidos pueden procesar los opioides más rápidamente de lo habitual, lo que puede resultar en una menor eficacia del medicamento y la necesidad de dosis más altas para lograr el mismo efecto analgésico. Por otro lado, los metabolizadores lentos pueden metabolizar los opioides más lentamente, lo que aumenta el riesgo de acumulación de fármacos en el cuerpo y puede aumentar la susceptibilidad a los efectos secundarios y la toxicidad.
Además de las variantes genéticas, los cambios relacionados con la edad en la función hepática también pueden afectar la forma en que los pacientes responden a los opioides. A medida que las personas envejecen, la función hepática tiende a disminuir, lo que puede predisponerlas a una mayor susceptibilidad a los efectos secundarios adversos de los opioides, como delirio, caídas, fracturas y depresión respiratoria.
La insuficiencia hepática, ya sea debido a la edad u otras condiciones médicas, también puede influir en las concentraciones plasmáticas de opioides y sus metabolitos de una manera compleja. La capacidad del hígado para metabolizar y eliminar los opioides puede estar comprometida, lo que puede aumentar el riesgo de acumulación de fármacos y toxicidad.
Además del metabolismo hepático, la eliminación de opioides también depende en parte de la función renal. La mayoría de los opioides se eliminan principalmente en la orina, por lo que cualquier disminución en la función renal puede afectar el aclaramiento de opioides del cuerpo. La tasa de filtración glomerular, que disminuye con la edad, puede llevar a una acumulación de metabolitos activos y aumentar el riesgo de toxicidad. Por ejemplo, la meperidina se metaboliza a normeperidina, y la acumulación de esta última puede causar neurotoxicidad en adultos mayores o en personas con insuficiencia renal.
Al iniciar la terapia con opioides, los médicos deben adoptar la estrategia de “comenzar bajo e ir despacio”, especialmente al tratar a pacientes con características específicas, como edad avanzada, enfermedad hepática, disminución de la función renal y mayor grasa corporal total. Esto se debe a que estos pacientes pueden ser más susceptibles a los efectos adversos de los opioides debido a cambios fisiológicos relacionados con la edad y la enfermedad, que pueden afectar la metabolización y eliminación de los opioides, aumentando así el riesgo de toxicidad.
Además, iniciar con dosis bajas ayuda a reducir el riesgo de sobredosis, un peligro grave asociado con los opioides que puede resultar en depresión respiratoria, coma y muerte. La prescripción inicial de formulaciones de opioides de liberación inmediata es preferible en este contexto, ya que estas formulaciones permiten una reducción más rápida de la dosis en caso de reacciones adversas. Esta flexibilidad en el ajuste de la dosis puede ayudar a minimizar el riesgo de efectos secundarios graves.
Asimismo, el uso de formulaciones de liberación inmediata puede disminuir el riesgo de dependencia y abuso de opioides en estos pacientes, ya que las formulaciones de acción prolongada pueden tener un mayor potencial de abuso debido a su liberación sostenida de la droga. La dependencia y el abuso de opioides son preocupaciones importantes en el tratamiento a largo plazo con estos medicamentos.
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