Consecuencias del glaucoma crónico no tratado

Consecuencias del glaucoma crónico no tratado
Consecuencias del glaucoma crónico no tratado

El glaucoma crónico no tratado que se desarrolla entre los 40 y 45 años de edad puede tener consecuencias devastadoras si no se aborda adecuadamente. Esta condición ocurre cuando hay un daño progresivo al nervio óptico, típicamente debido a una presión intraocular elevada y sostenida, que resulta en la pérdida gradual de la visión. En ausencia de tratamiento, este daño continúa acumulándose con el tiempo, lo que conduce a una disminución significativa de la función visual y, en última instancia, a la ceguera completa.

El hecho de que este tipo de glaucoma crónico pueda causar ceguera total para los 60-65 años se basa en la naturaleza insidiosa y progresiva de la enfermedad. A medida que pasa el tiempo, el daño al nervio óptico se acumula y se extiende, afectando gradualmente la calidad de la visión. Dado que el glaucoma crónico generalmente no presenta síntomas evidentes en sus etapas iniciales, muchas personas no buscan tratamiento hasta que la enfermedad ya está avanzada, lo que dificulta su control y puede resultar en un mayor deterioro visual.

Sin embargo, es importante destacar que el diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado pueden marcar una diferencia significativa en el curso de la enfermedad. La detección precoz del glaucoma, a menudo a través de exámenes oftalmológicos de rutina que evalúan la presión intraocular y la salud del nervio óptico, permite intervenir antes de que se produzca un daño significativo.

En el caso del glaucoma primario de ángulo abierto y la hipertensión ocular, la terapia tiene como objetivo principal reducir la presión intraocular a niveles que sean lo suficientemente bajos como para frenar la progresión de la pérdida del campo visual. Esto se debe a que la presión intraocular elevada es un factor de riesgo importante para el desarrollo y la progresión del glaucoma.

Cuando se observan cambios marcados en el campo visual o el disco óptico, indicativos de un deterioro progresivo de la enfermedad, se considera necesario reducir aún más la presión intraocular para proteger la visión restante. En estos casos, se establece un umbral específico de presión intraocular de menos de 16 mm Hg para ayudar a preservar la función visual.

Por último, en el glaucoma de tensión normal, donde se produce pérdida de campo visual a pesar de una presión intraocular aparentemente normal, es esencial alcanzar niveles de presión intraocular aún más bajos. En muchas ocasiones, esto requiere intervención quirúrgica para lograr una reducción significativa de la presión y detener la progresión del daño visual.

 

 

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