La epidemiología del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) revela que sus modos de transmisión son similares a los del virus de la hepatitis B, especialmente en lo que respecta a las vías sexual, parenteral y vertical. Estas vías representan los principales mecanismos mediante los cuales se propaga la infección en diferentes poblaciones y contextos clínicos.
En el ámbito de la transmisión sexual, se ha demostrado que ciertos comportamientos implican un riesgo considerablemente mayor que otros. Por ejemplo, la relación anal receptiva se asocia con una probabilidad de transmisión del VIH de aproximadamente 138 por cada 10,000 exposiciones, siendo esta una de las prácticas de mayor riesgo debido a la fragilidad de la mucosa rectal y su alta densidad de células susceptibles a la infección. En contraste, la relación anal insertiva conlleva un riesgo significativamente menor, estimado en 11 por cada 10,000 exposiciones. En el caso de la relación vaginal, la práctica receptiva presenta un riesgo de 8 por cada 10,000 exposiciones, mientras que la insertiva se asocia con una tasa de transmisión de aproximadamente 4 por cada 10,000. Por otro lado, tanto el sexo oral receptivo como el insertivo se consideran de riesgo muy bajo o prácticamente insignificante, aunque no completamente nulo.
Existen diversos factores que pueden potenciar el riesgo de transmisión del VIH durante una exposición sexual. Entre estos se incluyen la presencia de infecciones de transmisión sexual con manifestaciones ulcerativas o inflamatorias, que comprometen la integridad de las mucosas; la existencia de traumatismos en la región genital o anal; la menstruación activa, que implica contacto con sangre; y la ausencia de circuncisión masculina, dado que el prepucio puede constituir un sitio de acumulación viral y facilitar la entrada del virus.
En cuanto a la transmisión parenteral, una vía de particular preocupación en el ámbito sanitario es la exposición ocupacional a través de pinchazos con agujas contaminadas con sangre infectada por el VIH. El riesgo estimado en estos casos es de 23 por cada 10,000 exposiciones. Este riesgo puede incrementarse en presencia de ciertos factores, como una penetración profunda, el uso de agujas de lumen hueco, la presencia visible de sangre en la aguja, o si la fuente del contagio se encuentra en una etapa avanzada de la enfermedad, lo que usualmente se asocia con una mayor carga viral. En contraste, la exposición a través de salpicaduras mucosas con sangre infectada no tiene una tasa de transmisión bien definida, pero se considera que el riesgo es considerablemente menor.
El uso de drogas inyectables con compartición de agujas constituye una vía significativa de transmisión del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Se estima que el riesgo de adquirir la infección por VIH en una única exposición mediante el uso compartido de agujas con una persona portadora del virus es de aproximadamente 63 por cada 10,000 exposiciones. Este riesgo se deriva del contacto directo con sangre contaminada, que puede permanecer en la aguja o en el interior de jeringas, facilitando así la transmisión del virus.
El empleo de agujas nuevas y esterilizadas en cada uso reduce de forma considerable la probabilidad de transmisión, pero no la elimina por completo si se comparten otros elementos del equipo utilizado para la preparación e inyección de drogas, como los “cookers” (recipientes para calentar las drogas), filtros, agua o algodón. Estos objetos pueden contaminarse con sangre residual y actuar también como vehículos del virus. Por lo tanto, los programas de reducción de daños que promueven no solo el uso de jeringas limpias, sino también la no compartición de otros implementos, son esenciales en la prevención de nuevas infecciones.
Una de las formas más eficientes de transmisión del VIH es a través de transfusiones de sangre contaminada. Si una persona recibe sangre proveniente de un donante infectado por el VIH, el riesgo de transmisión se estima en un 93%. Además, se excluyen del proceso de donación aquellas personas que hayan participado recientemente en comportamientos de alto riesgo, como relaciones sexuales con individuos en riesgo o el uso de drogas inyectables, con el objetivo de evitar donaciones realizadas durante el denominado «período ventana», en el cual una persona puede estar infectada sin que aún se detecte la infección en las pruebas convencionales de antígeno o anticuerpo.El tamizaje sanguíneo actual incluye también pruebas de carga viral y detección de antígenos del VIH, lo que ha permitido reducir aún más el riesgo de transmisión por transfusión de sangre.
En cuanto a la transmisión vertical, que ocurre de madre a hijo, esta representa otro mecanismo importante de propagación del virus, especialmente en contextos con acceso limitado a atención médica. En ausencia de tratamiento antirretroviral durante el embarazo y de profilaxis neonatal, entre el 13% y el 40% de los niños nacidos de madres con VIH adquieren la infección. El riesgo es mayor si el parto es vaginal, si la madre tiene una carga viral elevada al momento del parto, o si amamanta al recién nacido.
No obstante, la implementación de estrategias integrales ha transformado radicalmente el panorama de la transmisión perinatal del VIH. Estas estrategias incluyen el tamizaje prenatal del VIH, el inicio de tratamiento antirretroviral durante el embarazo, la administración de profilaxis antirretroviral al recién nacido, la programación de una cesárea en casos donde la carga viral materna es desconocida o no está suprimida al momento del parto, y la evitación de la lactancia materna en contextos donde sea seguro utilizar alternativas. Gracias a estas medidas, la tasa de transmisión vertical se ha reducido a menos del 1% en regiones como Estados Unidos y Europa.
Cabe señalar que, en muchos contextos de bajos recursos, la lactancia materna sigue siendo esencial debido a sus importantes beneficios nutricionales e inmunológicos para el lactante. Por esta razón, las guías internacionales recomiendan que las madres con VIH que están bajo tratamiento antirretroviral mantengan la lactancia materna, siempre que se garantice la adherencia al tratamiento y el monitoreo clínico adecuado, ya que los beneficios de la lactancia pueden superar los riesgos residuales de transmisión si la madre mantiene una carga viral indetectable.
La progresión clínica de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) tiende a ser similar en hombres y mujeres cuando se consideran los parámetros inmunológicos y el desarrollo de enfermedades relacionadas con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). No obstante, existen diferencias importantes entre los sexos, particularmente en la etapa temprana de la infección. En términos generales, las mujeres tienden a presentar cargas virales plasmáticas más bajas que los hombres durante los primeros estadios de la infección. Sin embargo, esta ventaja inicial no parece traducirse en una evolución más lenta o en una menor probabilidad de progresión a SIDA a largo plazo.
Además, las mujeres presentan una serie de complicaciones ginecológicas que pueden estar directamente relacionadas con la infección por VIH o verse agravadas por ella. Estas incluyen vaginitis candidiásica recurrente, enfermedad inflamatoria pélvica de difícil tratamiento y lesiones del cuello uterino, como displasia cervical, que pueden evolucionar a carcinoma. El compromiso del tracto genital femenino por el VIH tiene implicaciones clínicas significativas, tanto por el impacto directo en la salud ginecológica como por el hecho de que estas condiciones pueden aumentar la susceptibilidad a la transmisión y adquisición del virus.
El tratamiento del VIH en mujeres también se ve afectado por factores sociales, estructurales y económicos. La violencia de género, el embarazo, el uso de sustancias psicoactivas y la pobreza son determinantes que complican el acceso, la adherencia y la eficacia del tratamiento antirretroviral en esta población. Estos factores no solo aumentan la vulnerabilidad de las mujeres frente al VIH, sino que también interfieren en su capacidad para mantener un manejo médico adecuado y sostenido en el tiempo.
A nivel mundial, se estima que aproximadamente 39 millones de personas viven con VIH, siendo la transmisión heterosexual la vía más frecuente tanto en hombres como en mujeres. En el año 2022 se reportaron 1.33 millones de nuevas infecciones y aproximadamente 650,000 muertes relacionadas con el VIH/SIDA. Desde el inicio de la pandemia, se calcula que más de 40.4 millones de personas han fallecido como consecuencia directa de esta infección. Estas cifras reflejan la magnitud y la persistencia de la pandemia a pesar de los avances científicos y terapéuticos logrados en las últimas décadas.
En regiones como África y Asia, la transmisión heterosexual representa un riesgo significativamente mayor en comparación con regiones como América del Norte. Esta diferencia puede explicarse por diversos cofactores epidemiológicos y sociales. Entre ellos se incluyen un estado general de salud más precario, la alta prevalencia de enfermedades de transmisión sexual ulcerativas que facilitan la entrada del virus, una menor tasa de circuncisión masculina (que se ha asociado con un menor riesgo de adquirir VIH), una mayor cantidad de parejas sexuales a lo largo de la vida y la circulación de subtipos virales distintos con diferentes características de transmisibilidad.
Pese a estas disparidades, se han logrado avances notables en el acceso al tratamiento antirretroviral. A nivel global, aproximadamente el 75% de las personas adultas con VIH tienen acceso a estos tratamientos que salvan vidas. Se estima que, a un año de iniciado el tratamiento antirretroviral, el 79% de los pacientes alcanza supresión virológica, es decir, niveles de virus indetectables en sangre. Esta cifra disminuye al 59% a los tres años, lo cual pone de manifiesto la necesidad de estrategias sostenidas para mejorar la adherencia al tratamiento, evitar el abandono terapéutico y controlar la aparición de resistencias.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Centers for Disease Control and Prevention (CDC). HIV Surveillance Report, 2020. Diagnoses of HIV infection in the United States and dependent areas 2021. http://www.cdc.gov/ hiv/library/reports/hiv-surveillance.html
- HIV.gov. U.S. Statistics. 2022 Oct 27. https://www.hiv.gov/ hiv-basics/overview/data-and-trends/statistics
- World Health Organization. Number of people (all ages) living with HIV: estimates by WHO region. Updated 2022. https:// apps.who.int/gho/data/node.main.620?lang=en