Epidemiología de las concentraciones de lipidos
Las concentraciones de lípidos, particularmente el colesterol, tienen un papel crucial en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, incluyendo las cardiopatías isquémicas y las apoplejías (accidentes cerebrovasculares). La hipercolesterolemia, que es el término médico utilizado para describir niveles elevados de colesterol en la sangre, ha sido identificada como un factor de riesgo significativo en la aparición de estas enfermedades.
De acuerdo con datos a nivel mundial, aproximadamente el 56% de las cardiopatías isquémicas (enfermedades del corazón que se producen cuando hay una reducción en el flujo sanguíneo al músculo cardíaco) y el 18% de las apoplejías están relacionadas con la hipercolesterolemia. Esto equivale a un impacto significativo en la salud pública, resultando en aproximadamente 4.3 millones de muertes cada año.
A pesar de la preocupación por los altos niveles de colesterol en la población, se ha observado una tendencia a la disminución de las concentraciones medias de colesterol sérico total a nivel global durante un período de 28 años, comprendido entre 1980 y 2008. En promedio, se redujo en 0.08 mmol/L por década en varones y 0.07 mmol/L por década en mujeres. Estas cifras pueden parecer pequeñas, pero a nivel poblacional, representan una tendencia positiva hacia una disminución del colesterol en la sangre.
En el año 2008, el colesterol total medio normalizado de acuerdo con la edad fue de aproximadamente 4.64 mmol/L (179.4 mg/100 mL) en varones y 4.76 mmol/L (184.2 mg/100 mL) en mujeres. Sin embargo, existen variaciones regionales significativas. Algunas regiones, como Australasia, Estados Unidos y Europa Occidental, experimentaron un gran descenso en los niveles de colesterol (aproximadamente 0.19-0.21 mmol/L). En contraste, en los países de la región oriental de Asia y del Pacífico, se observaron incrementos superiores a 0.08 mmol/L tanto en hombres como en mujeres.
Estos cambios en las concentraciones de colesterol están estrechamente relacionados con los cambios sociales e individuales que ocurren durante el proceso de urbanización en las sociedades. A medida que las poblaciones se vuelven más urbanizadas, suelen experimentar modificaciones en sus hábitos alimenticios y niveles de actividad física. En este sentido, la colesterolemia tendió a ser mayor en los residentes urbanos en comparación con aquellos que viven en zonas rurales.
El aumento en el consumo de grasas, especialmente las grasas saturadas presentes en productos animales y aceites vegetales procesados, ha sido señalado como uno de los principales factores que contribuyen al aumento del colesterol en la población. Al mismo tiempo, la disminución de la actividad física, asociada a un estilo de vida más sedentario en entornos urbanos, también ha jugado un papel importante en esta situación.
Es importante destacar que la tendencia de disminución de los niveles medios de colesterol en países con ingresos altos es alentadora, ya que sugiere que las intervenciones y programas de salud pública están teniendo efecto. Sin embargo, en países con ingresos medios y bajos, se observa una gran variación en los niveles de colesterol, lo que indica la necesidad de implementar políticas de salud más efectivas para abordar la hipercolesterolemia y sus consecuencias en la salud cardiovascular.
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