La falta de adherencia a la medicación antihipertensiva es un fenómeno complejo y multifactorial que afecta a una proporción significativa de los pacientes con hipertensión arterial, un trastorno crónico prevalente que, si no se maneja adecuadamente, puede derivar en complicaciones graves como enfermedades cardiovasculares, insuficiencia renal y accidentes cerebrovasculares. La adherencia a los tratamientos antihipertensivos, es decir, la capacidad del paciente para seguir correctamente las indicaciones médicas en cuanto a la dosificación y frecuencia de los medicamentos, es fundamental para el control adecuado de la presión arterial y para prevenir estos efectos adversos.
Factores sociales y demográficos
Una de las razones principales de la no adherencia es la complejidad del tratamiento. En muchos casos, los pacientes deben tomar múltiples fármacos antihipertensivos con regímenes de dosificación estrictos, lo que puede ser difícil de seguir en la vida cotidiana. La polifarmacia, especialmente en pacientes de edad avanzada que sufren otras comorbilidades, aumenta la carga de medicación y puede inducir una sensación de sobrecarga, lo que a su vez disminuye la adherencia. Además, el envejecimiento está asociado con deterioro cognitivo, lo que dificulta la memorización de horarios y dosis, contribuyendo a olvidos o alteraciones en la toma de los medicamentos.
Los estudios han demostrado que factores sociodemográficos, como la edad, el nivel educativo, el estado socioeconómico y la raza, también influyen en la adherencia. Por ejemplo, las personas con bajos ingresos económicos o sin acceso a una atención médica adecuada tienen más probabilidades de no adherirse al tratamiento, ya sea por dificultades para costear los medicamentos o por una falta de apoyo sanitario adecuado. La falta de educación sobre la enfermedad y el tratamiento también es una barrera importante; si los pacientes no comprenden los beneficios del tratamiento o no perciben síntomas inmediatos de la hipertensión, pueden ser menos propensos a seguir el régimen prescrito.
Percepción y actitud del paciente hacia la enfermedad
La hipertensión arterial es a menudo una enfermedad asintomática en sus etapas iniciales, lo que puede llevar a los pacientes a subestimar su gravedad. La ausencia de síntomas inmediatos y notables crea una falsa sensación de bienestar, lo que disminuye la urgencia de tomar los medicamentos de forma continua. Además, la falta de conocimiento sobre las posibles consecuencias de no tratar adecuadamente la hipertensión, como las enfermedades cardiovasculares o los accidentes cerebrovasculares, puede hacer que los pacientes no prioricen su tratamiento.
La percepción de los efectos secundarios también juega un papel crucial en la no adherencia. Los medicamentos antihipertensivos pueden causar una variedad de efectos adversos, como mareos, fatiga, disfunción sexual o malestar gastrointestinal. Estos efectos, aunque no siempre graves, pueden ser suficientemente molestos como para que los pacientes decidan interrumpir el tratamiento, especialmente si no perciben una mejora inmediata en su condición. La presencia de efectos secundarios es uno de los principales motivos por los cuales los pacientes abandonan el tratamiento a largo plazo, lo que contribuye a la progresiva no adherencia.
Factores relacionados con el sistema de salud
La relación entre los pacientes y los profesionales de la salud es otro determinante importante en la adherencia al tratamiento. La falta de comunicación clara y de empatía por parte de los médicos puede reducir la motivación de los pacientes para seguir el tratamiento prescrito. En muchos casos, los pacientes no sienten que sus preocupaciones sean escuchadas o que sus dudas sean aclaradas, lo que puede generar desconfianza en el tratamiento y desinterés por seguir las indicaciones médicas.
El sistema de salud también juega un papel crucial en la adherencia. El acceso limitado a los servicios médicos, la falta de seguimiento adecuado y la discontinuidad en la atención son factores que pueden influir negativamente en el cumplimiento del tratamiento. En algunos contextos, la alta rotación de profesionales de la salud y la falta de continuidad en el cuidado dificultan la creación de una relación de confianza entre el paciente y el médico, lo que puede contribuir a la no adherencia.
Barreras económicas
Las barreras económicas son otro factor fundamental. En muchos países, los costos de los medicamentos antihipertensivos pueden ser una carga significativa, especialmente para los pacientes sin seguro médico o aquellos que enfrentan dificultades económicas. Incluso cuando los medicamentos están disponibles a precios bajos o son subsidiados, los gastos indirectos, como los costos de transporte para acceder a los centros de salud o el tiempo necesario para consultas médicas, pueden ser disuasivos. La falta de recursos puede llevar a los pacientes a tomar decisiones difíciles, como reducir o interrumpir el tratamiento para ahorrar dinero.
Intervenciones y soluciones
Para abordar el problema de la no adherencia, se han propuesto diversas estrategias. La educación sobre la hipertensión y la importancia de adherirse al tratamiento es clave para mejorar la comprensión del paciente sobre su condición y la necesidad de seguir el tratamiento. La intervención de los profesionales de la salud, como enfermeras o farmacéuticos, para proporcionar un seguimiento regular, resolver dudas y gestionar efectos secundarios también puede mejorar la adherencia.
Las nuevas formulaciones farmacológicas que permiten una administración más simple y menos frecuente, como los medicamentos de liberación prolongada o combinaciones de fármacos en una sola pastilla, han demostrado ser eficaces para mejorar la adherencia. Además, el uso de tecnologías digitales, como aplicaciones móviles que envían recordatorios sobre la toma de medicamentos, puede ser una herramienta útil para ayudar a los pacientes a seguir el régimen terapéutico.
La atención colaborativa, que implica la participación activa de varios profesionales de la salud, como médicos, farmacéuticos, trabajadores sociales y enfermeras, es una estrategia comúnmente implementada para mejorar la adherencia al tratamiento antihipertensivo. Sin embargo, los resultados de estas intervenciones han sido variables y, en muchos casos, han mostrado un efecto modesto sobre el control de la presión arterial a largo plazo. Existen diversas razones por las cuales la colaboración multidisciplinaria, aunque valiosa, no ha logrado los cambios deseados en la adherencia y el control efectivo de la hipertensión en todos los pacientes.
Desafíos de la atención colaborativa
Uno de los principales retos de la atención colaborativa es la falta de una integración eficaz entre los diferentes profesionales de salud. Aunque cada miembro del equipo tiene un papel fundamental que desempeñar, la comunicación interprofesional y la coordinación de los esfuerzos pueden ser deficientes en algunos sistemas de salud. Esto puede dar lugar a inconsistencias en las recomendaciones o a un enfoque desorganizado en el seguimiento del tratamiento. Además, la intervención múltiple puede ser percibida como una carga adicional por los pacientes, especialmente si no se encuentra un consenso claro sobre las mejores prácticas para el manejo de su hipertensión.
Otro factor que limita la efectividad de la atención colaborativa es la variabilidad en los recursos disponibles. En muchos entornos, especialmente en áreas rurales o en sistemas de salud con limitados recursos, la presencia de profesionales capacitados en todas las disciplinas necesarias (médicos, farmacéuticos, enfermeras, trabajadores sociales) puede no ser siempre factible, lo que restringe la capacidad del equipo para trabajar de manera integrada. A pesar de la teoría que respalda la atención colaborativa, la falta de apoyo estructural adecuado puede hacer que estos modelos no siempre se traduzcan en un control óptimo de la hipertensión.
Educación del paciente y medición de la presión arterial en el hogar
Un aspecto fundamental para mejorar la adherencia al tratamiento antihipertensivo es la educación del paciente. La comprensión profunda por parte del paciente de la hipertensión y de las consecuencias de no tratarla adecuadamente es crucial. A través de la educación, se fomenta la motivación intrínseca para adherirse a un tratamiento de manera consistente. Los pacientes que conocen los riesgos asociados con la hipertensión no controlada y los beneficios de un tratamiento adecuado tienden a ser más proactivos en su cuidado.
El uso de la medición de la presión arterial en el hogar también se ha asociado con una mejora en la adherencia. La posibilidad de que los pacientes midan su propia presión arterial les permite monitorear su progreso y tener un sentido de control sobre su tratamiento. Esto también refuerza la importancia de tomar los medicamentos de manera regular, dado que los pacientes pueden observar la correlación directa entre su medicación y los resultados de sus mediciones. Además, la medición en el hogar facilita el seguimiento en tiempo real y ayuda a identificar variaciones en los niveles de presión arterial que podrían indicar la necesidad de ajustes en el tratamiento.
Elección de la medicación antihipertensiva
La elección de la medicación antihipertensiva es otro factor clave en la mejora de la adherencia. Se ha demostrado que los pacientes son más propensos a seguir su tratamiento cuando los medicamentos se toman una sola vez al día o en una formulación combinada. La simplificación del régimen terapéutico mejora la adherencia, ya que los pacientes deben tomar menos dosis a lo largo del día, lo que reduce las oportunidades de olvidos o errores. Las píldoras combinadas, que contienen más de un medicamento en una sola tableta, han mostrado ser especialmente eficaces, ya que permiten que los pacientes tomen varios fármacos antihipertensivos de manera conveniente, minimizando la complejidad del tratamiento.
Preferencias por algunos tipos de medicación
En cuanto a la elección específica de los fármacos antihipertensivos, se han observado diferencias en la adherencia dependiendo del tipo de medicamento. Los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) y los bloqueadores de los receptores de angiotensina II (ARB) tienden a estar asociados con una mejor adherencia, en comparación con otros agentes antihipertensivos como los betabloqueantes y los diuréticos.
Los inhibidores de la ECA y los ARB se prefieren en gran medida por su perfil de efectos secundarios más favorable, que generalmente son menos molestos que los asociados con otros fármacos. Los betabloqueantes, por ejemplo, pueden causar efectos secundarios como fatiga, depresión, y alteraciones en la función sexual, lo que puede disuadir a los pacientes de continuar con su tratamiento. Los diuréticos, por su parte, pueden inducir efectos secundarios como desequilibrios electrolíticos y aumento de la micción, lo que también puede llevar a la interrupción del tratamiento.
La mejor adherencia a los inhibidores de la ECA y ARB también puede estar vinculada a su efecto secundario relativamente bajo, la dosis conveniente y la respuesta clínica relativamente rápida que ofrecen, lo cual refuerza la percepción de que el tratamiento está funcionando y mejora la confianza del paciente en el medicamento. Por el contrario, los pacientes que toman betabloqueantes o diuréticos pueden experimentar efectos secundarios que socavan esta percepción positiva, lo que aumenta las probabilidades de que abandonen el tratamiento.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.


Originally posted on 5 de noviembre de 2024 @ 3:38 AM