Generalidades de las infecciones fúngicas

Generalidades de las infecciones fúngicas
Generalidades de las infecciones fúngicas

Las infecciones fúngicas de la piel son causadas por la proliferación excesiva de hongos en la epidermis, la capa más externa de la piel. Estas infecciones pueden manifestarse de diversas formas, como tiña, candidiasis cutánea o micosis. El diagnóstico preciso de estas infecciones es crucial para un tratamiento efectivo y para evitar complicaciones potenciales.

Para diagnosticar adecuadamente una infección fúngica de la piel, se requiere una combinación de evaluación clínica y pruebas de laboratorio. La evaluación clínica implica examinar la ubicación y las características de las lesiones cutáneas, como su apariencia, tamaño, distribución y síntomas asociados. Sin embargo, la confirmación definitiva del diagnóstico suele requerir pruebas de laboratorio específicas.

Una de las pruebas más comunes es la demostración directa de hongos mediante la evaluación de muestras de piel con hidróxido de potasio al 10% (KOH). Esta técnica, conocida como examen de KOH, implica la observación microscópica de la muestra tratada con KOH, lo que facilita la identificación de estructuras fúngicas, como hifas y esporas. La máxima “si es escamoso, rasparlo” destaca la importancia de obtener muestras adecuadas para garantizar la precisión del examen.

Además del examen de KOH, se pueden realizar cultivos microbiológicos a partir de raspaduras de piel. Estos cultivos permiten el crecimiento y la identificación de los organismos fúngicos presentes en la muestra, lo que proporciona información adicional sobre la especie específica de hongo causante de la infección.

En algunos casos, las pruebas directas y los cultivos pueden arrojar resultados negativos, a pesar de la presencia de una infección fúngica. En tales situaciones, se puede recurrir a la histología mediante la realización de biopsias cutáneas y la tinción de las secciones con la técnica de ácido periódico-Schiff (PAS). Esta técnica destaca las estructuras fúngicas en los tejidos, lo que puede ayudar a confirmar el diagnóstico en casos difíciles o cuando otras pruebas son negativas.

 


Principios de tratamiento

Un diagnóstico siempre debe confirmarse mediante la preparación, el cultivo o la biopsia de KOH debido a la necesidad de precisión y especificidad en el tratamiento de las enfermedades cutáneas, especialmente las infecciones fúngicas. Si bien es cierto que la descamación es un síntoma común de muchas afecciones de la piel, incluidas las infecciones fúngicas, no es exclusiva de estas. Otras enfermedades dermatológicas, como la dermatitis seborreica, la psoriasis o incluso algunas formas de dermatitis de contacto, pueden presentar síntomas similares, lo que hace que el diagnóstico diferencial sea crucial para garantizar un tratamiento adecuado y efectivo.

El uso de un agente antifúngico sin un diagnóstico firme puede tener consecuencias negativas. Por un lado, podría resultar en un tratamiento inapropiado si la afección no es de origen fúngico, lo que prolongaría los síntomas y potencialmente empeoraría la condición. Por otro lado, el uso indiscriminado de agentes antifúngicos podría enmascarar los síntomas y dificultar el diagnóstico posterior, ya que la respuesta al tratamiento podría no ser específica de una infección fúngica.

La confirmación del diagnóstico mediante la preparación, el cultivo o la biopsia de KOH proporciona una base sólida para el tratamiento adecuado. La preparación de KOH permite una evaluación microscópica directa de las muestras de piel, lo que facilita la identificación de estructuras fúngicas características, como hifas y esporas. Los cultivos microbiológicos, por otro lado, permiten el crecimiento y la identificación de los organismos fúngicos presentes en la muestra, lo que proporciona información adicional sobre la especie específica de hongo y su sensibilidad a los antifúngicos.

En casos difíciles o cuando otras pruebas son negativas, la realización de una biopsia de la lesión cutánea y su tinción con la técnica de KOH pueden proporcionar información histológica adicional para confirmar el diagnóstico.

 


Medidas generales y prevención

La piel húmeda proporciona un ambiente propicio para el crecimiento y la proliferación de hongos, lo que aumenta el riesgo de desarrollar infecciones fúngicas cutáneas. Por lo tanto, es fundamental secar la piel cuidadosamente después de situaciones que generen humedad, como el sudor intenso o el baño. Este hábito de secado ayuda a eliminar la humedad que podría favorecer el crecimiento de los hongos, reduciendo así el riesgo de infecciones.

El uso de un secador de pelo en un entorno bajo puede ser una estrategia útil para secar la piel, especialmente en áreas propensas a la retención de humedad, como los pliegues cutáneos. La aplicación de aire caliente ayuda a evaporar la humedad de la piel, proporcionando un ambiente menos propicio para el crecimiento fúngico.

Además del secado cuidadoso, el uso de polvos antifúngicos o de secado puede ser beneficioso para prevenir o tratar las infecciones fúngicas cutáneas. Estos polvos ayudan a absorber la humedad residual y a mantener la piel seca, lo que dificulta la proliferación de hongos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que algunos polvos pueden contener almidón de maíz, que, paradójicamente, puede alimentar el crecimiento de hongos. Por lo tanto, se recomienda evitar los polvos que contienen almidón de maíz y optar por alternativas que contengan ingredientes antifúngicos.

Además, es importante tener precaución al usar corticosteroides tópicos para tratar otras enfermedades dermatológicas, ya que pueden complicarse por la tinea intercurrente o la infección por cándida. Estas infecciones fúngicas pueden surgir como resultado del efecto supresor del sistema inmunológico de los corticosteroides tópicos, lo que permite que los hongos se multipliquen. Por lo tanto, es común utilizar antifúngicos tópicos en áreas intertriginosas junto con corticosteroides para prevenir o tratar estas infecciones secundarias.

 

 

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