Infección por citomegalovirus

Infección por citomegalovirus
Infección por citomegalovirus

El citomegalovirus (CMV) es un virus que pertenece a la familia de los herpesvirus y es una de las infecciones virales más comunes en todo el mundo. Aproximadamente el 60-80% de los adultos en países occidentales desarrollados están infectados con CMV, y la seroprevalencia es aún mayor en países en desarrollo. Sin embargo, la mayoría de las infecciones por CMV son asintomáticas, lo que significa que las personas infectadas no presentan síntomas o solo experimentan síntomas leves que pueden pasar desapercibidos.

Después de la infección primaria con CMV, el virus permanece latente en el organismo y puede reactivarse en determinadas situaciones, como la inmunosupresión. Durante la fase de latencia, el virus se encuentra en estado inactivo y no causa síntomas ni enfermedad. Sin embargo, puede reactivarse y replicarse cuando el sistema inmunológico se debilita, como ocurre en personas inmunocomprometidas, como pacientes con VIH, trasplantados de órganos o aquellos que reciben terapias inmunosupresoras.

La transmisión del CMV puede ocurrir de diversas maneras. El contacto sexual es una vía de transmisión importante, ya que el virus puede encontrarse en los fluidos corporales, como la saliva, el semen y las secreciones vaginales. Además, la transmisión puede ocurrir durante el parto de una madre infectada a su hijo, a través de la leche materna o por contacto directo con secreciones infectadas. También es posible la transmisión a través de transfusiones de productos sanguíneos contaminados con CMV.

La seroprevalencia del CMV tiende a aumentar con la edad, lo que significa que las personas tienen más probabilidades de haberse infectado a medida que envejecen. Además, el estado socioeconómico y el entorno en el que se encuentra una persona pueden influir en la seroprevalencia del CMV. Por ejemplo, las personas con un estado socioeconómico más bajo o que trabajan en guarderías tienen un mayor riesgo de exposición al virus debido al contacto cercano con niños pequeños, quienes pueden transmitir el virus a través de la saliva y las secreciones.

El número de compañeros sexuales y los antecedentes de infecciones de transmisión sexual también pueden aumentar el riesgo de adquirir el CMV, ya que el virus puede transmitirse a través de actividades sexuales que implican contacto con fluidos corporales infectados.

En individuos inmunocomprometidos, como aquellos con VIH/sida, trasplantados o en tratamiento con medicamentos inmunosupresores, el CMV puede causar enfermedad grave. Estas personas tienen dificultades para controlar la replicación del virus y pueden experimentar síntomas más pronunciados, como fiebre, fatiga, dolor muscular, pérdida de peso, daño en órganos como el hígado, pulmones o intestinos, e incluso puede provocar complicaciones potencialmente mortales.

 

 

 

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