Las mordeduras de serpiente representan una emergencia médica potencialmente mortal debido a la compleja composición del veneno que inyectan algunas especies de serpientes y lagartos venenosos. Este veneno puede clasificarse, de manera general, según su efecto predominante sobre el organismo humano: neurotóxico o citolítico. La gravedad del cuadro clínico dependerá del tipo de toxina involucrada, la cantidad de veneno inoculado, la localización de la mordedura, y las características individuales de la persona afectada.
El veneno neurotóxico, como el que produce la serpiente coral, actúa principalmente sobre el sistema nervioso. Estas toxinas interfieren con la transmisión neuromuscular al bloquear los receptores de acetilcolina o al inhibir la liberación de neurotransmisores esenciales para la contracción muscular. Como consecuencia, se produce una parálisis progresiva que puede culminar en una parálisis respiratoria si no se brinda tratamiento oportuno. Los signos clínicos iniciales de una intoxicación neurotóxica pueden incluir caída de los párpados (ptosis), dificultad para tragar (disfagia), visión doble (diplopía) y, en casos avanzados, insuficiencia respiratoria.
En contraste, el veneno citolítico, característico de serpientes como las serpientes de cascabel y otras víboras de foseta, tiene un efecto destructivo a nivel celular y vascular. Este tipo de veneno induce la destrucción de tejidos mediante mecanismos digestivos locales, causa hemorragia a través de la lisis de glóbulos rojos (hemólisis) y deteriora el endotelio de los vasos sanguíneos, lo que favorece el sangrado interno. Las manifestaciones clínicas asociadas con este tipo de envenenamiento suelen comenzar localmente, en la zona de la mordedura, con dolor intenso, enrojecimiento, inflamación, y extravasación sanguínea en los tejidos adyacentes. También pueden presentarse síntomas sistémicos como hormigueo alrededor de la boca, sabor metálico, náuseas, vómitos, disminución de la presión arterial (hipotensión), y alteraciones en la coagulación de la sangre (coagulopatías). En algunos casos, la disminución del número de plaquetas en la sangre (trombocitopenia) puede persistir durante varios días después del incidente.
Tratamiento
Tratamiento de las mordeduras de serpiente
El tratamiento de una mordedura de serpiente debe iniciarse de forma inmediata y estructurada, con el objetivo de minimizar la propagación del veneno, controlar los efectos sistémicos y locales del envenenamiento, y prevenir complicaciones. El abordaje se divide en dos grandes categorías: medidas de emergencia y soporte general, y tratamiento específico con antivenenos.
A. Medidas de emergencia y soporte general
Las primeras intervenciones tras una mordedura de serpiente son cruciales para estabilizar al paciente y limitar la difusión del veneno en el organismo:
- Inmovilización del paciente y del área afectada: Se debe mantener a la persona en reposo, con la extremidad mordida inmovilizada en una posición neutral (ni elevada ni descendida). Esta medida busca reducir el flujo linfático y venoso que podría facilitar la diseminación del veneno hacia el resto del cuerpo.
- Evitar la manipulación de la zona mordida: No se debe masajear, cortar, succionar ni aplicar ningún tipo de presión excesiva en el área afectada, ya que esto puede agravar el daño tisular y aumentar el riesgo de infecciones o hemorragias.
- Transporte urgente al centro médico: El traslado debe realizarse de forma rápida pero cuidadosa, evitando esfuerzos físicos innecesarios del paciente. El tratamiento definitivo con antiveneno sólo puede llevarse a cabo en instalaciones médicas adecuadas.
- Medidas que deben evitarse:
- Bebidas alcohólicas o estimulantes: Pueden interferir con el estado cardiovascular y neurológico del paciente.
- Aplicación de hielo: Aunque antiguamente se recomendaba, el hielo puede causar vasoconstricción severa, empeorando la isquemia y el daño tisular.
- Torniquetes: Pueden agravar la lesión local y no han demostrado efectividad en limitar la absorción del veneno.
- Incisión y succión: Estudios han demostrado que esta técnica recupera una cantidad insignificante de veneno y conlleva un riesgo elevado de infección, hemorragia y daño adicional.
B. Tratamiento específico con antiveneno y medidas complementarias
1. Envenenamiento por víboras de foseta (como la serpiente de cascabel)
El tratamiento específico requiere la administración de antiveneno, que neutraliza las toxinas circulantes y reduce el daño sistémico y local. Actualmente, existen dos antivenenos aprobados para el tratamiento de envenenamientos por serpientes de cascabel:
- CroFab: Se administra inicialmente en dosis de 4 a 6 viales, diluidos en 250 a 500 mililitros de solución salina, mediante infusión intravenosa lenta. En casos graves (por ejemplo, presencia de hipotensión, coagulopatía o inflamación severa), pueden ser necesarias dosis más altas o refuerzos posteriores.
- Anavip: Este antiveneno se administra con un esquema inicial de 10 viales, mediante infusión intravenosa durante 60 minutos. Si persisten o progresan los síntomas sistémicos o locales, pueden administrarse dosis adicionales en bloques de 10 viales.
Durante y después de la administración del antiveneno, es esencial:
- Monitorizar los signos vitales de forma continua.
- Evaluar periódicamente el perfil de coagulación y otros parámetros hematológicos.
- Realizar pruebas cruzadas de compatibilidad sanguínea si se anticipa la necesidad de transfusiones.
- Valorar la efectividad del antiveneno mediante la mejoría de los síntomas y la desaceleración de la progresión del edema.
Importante: No se recomienda el uso rutinario de antibióticos profilácticos tras mordeduras de serpiente de cascabel, a menos que existan signos de infección secundaria.
2. Envenenamiento por serpientes elápidas (como la serpiente coral)
En los casos de mordedura por serpientes coral, cuyo veneno es predominantemente neurotóxico, es fundamental actuar rápidamente:
- Se recomienda la administración temprana de 1 a 2 viales de antiveneno específico, idealmente antes del desarrollo completo de los síntomas neurológicos, ya que una vez que se establece la parálisis respiratoria, el tratamiento se complica considerablemente.
El manejo debe incluir también soporte respiratorio, monitoreo en unidad de cuidados intensivos si es necesario, y evaluación neurológica frecuente para detectar signos de progresión del envenenamiento.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Greene S et al. How should native crotalid envenomation be managed in the emergency department? J Emerg Med. 2021;61:41. [PMID: 33622584]
- Greene SC et al. Epidemiology of fatal snakebites in the United States 1989-2018. Am J Emerg Med. 2021;45:309. [PMID: 33046301]
- Mascarenas D et al. Comparison of F(ab’)2 and Fab antivenoms in rattlesnake envenomation: first year’s post-marketing experience with F(ab’)2 in New Mexico. Toxicon. 2020;186:42. [PMID: 32763251]
- Warpinski GP et al. North American envenomation syndromes. Emerg Med Clin North Am. 2022;40:313. [PMID: 35461625]