La arteritis de Takayasu es una forma de vasculitis granulomatosa que afecta principalmente la aorta y sus principales ramas. Esta enfermedad se caracteriza por la inflamación crónica de los vasos sanguíneos de gran calibre, lo que puede ocasionar daño vascular significativo. Aunque puede afectar a individuos de cualquier sexo y edad, la arteritis de Takayasu tiene una prevalencia mucho mayor en mujeres, especialmente en aquellas menores de 60 años, con una incidencia notablemente más alta en ciertos grupos étnicos, como las personas de ascendencia asiática.
La presentación clínica de la arteritis de Takayasu es compleja y variable, lo que dificulta el diagnóstico temprano. Los síntomas iniciales son a menudo inespecíficos y pueden incluir malestar general, fiebre y pérdida de peso. Estos síntomas constitucionales pueden estar acompañados o no por manifestaciones de inflamación vascular o daño en los vasos sanguíneos. Entre las manifestaciones vasculares se incluyen la disminución de los pulsos en las extremidades, la presencia de diferencias en las presiones arteriales entre ambos brazos, y la carótidinia, que es la sensación de dolor o sensibilidad sobre las arterias carótidas. Además, los pacientes pueden desarrollar soplos sobre las arterias carótidas y subclavias, retinopatía (daño en los vasos sanguíneos de la retina) y claudicación de los miembros, que se refiere a la aparición de dolor o calambres en las piernas debido a la insuficiencia del flujo sanguíneo. La hipertensión es una complicación común debido a la afectación de los vasos sanguíneos que irrigan los riñones, lo que puede llevar a la insuficiencia renal.
El diagnóstico de la arteritis de Takayasu se realiza principalmente mediante imágenes vasculares avanzadas, como la resonancia magnética (RM) o la angiografía por tomografía computarizada (angiografía por TC). Estas técnicas de imagen permiten visualizar el engrosamiento inflamatorio de las paredes de los vasos afectados, así como detectar estenosis (estrechamientos), oclusiones y dilataciones características de la arteritis. Aunque no existen alteraciones de laboratorio específicas o autoanticuerpos asociados de manera exclusiva con esta enfermedad, se observa frecuentemente una elevación de los marcadores inflamatorios, como la velocidad de sedimentación de los eritrocitos (VSE) y la proteína C reactiva (PCR), que son indicadores inespecíficos de la inflamación activa.
El tratamiento de la arteritis de Takayasu está basado en el uso de corticosteroides en dosis altas, como la prednisona oral a una dosis de 1 mg por kilogramo de peso corporal, especialmente en pacientes con diagnóstico reciente o que presentan recaídas severas. Sin embargo, dado que los corticosteroides pueden tener efectos secundarios significativos a largo plazo, se recomienda el uso de otros fármacos inmunosupresores como el metotrexato, la azatioprina, el micofenolato mofetil, o los inhibidores del factor de necrosis tumoral (TNF), que actúan como agentes ahorradores de corticosteroides y son eficaces en el tratamiento de la enfermedad refractaria. Los inhibidores de TNF, como el infliximab o el etanercept, se consideran tratamiento de primera línea en estos casos.
Existen también algunas terapias biológicas emergentes que muestran resultados prometedores, aunque aún con evidencia limitada. Estas incluyen los inhibidores de la interleucina 6 (IL-6), como el tocilizumab, y el tofacitinib, un inhibidor de la janus quinasa, que están siendo evaluados para su eficacia en la arteritis de Takayasu, especialmente en pacientes que no responden a los tratamientos convencionales.
La arteritis de Takayasu es una enfermedad crónica con un curso de remisiones y recaídas, lo que implica que los pacientes requieren un monitoreo constante de la actividad de la enfermedad y ajustes periódicos en la terapia. Debido a la naturaleza de la enfermedad, los pacientes pueden experimentar episodios agudos de inflamación seguidos de períodos de estabilidad, lo que hace necesario un seguimiento regular para evitar complicaciones graves, como eventos isquémicos mayores. La intervención temprana y un enfoque terapéutico adecuado son cruciales para prevenir daños permanentes en los vasos sanguíneos y órganos afectados.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Grayson PC et al. 2022 American College of Rheumatology/ EULAR classification criteria for Takayasu arteritis. Arthritis Rheumatol. 2022;74:1872. [PMID: 36349501]