¿Qué es la enfermedad de Still?
La enfermedad de Still, también conocida como artritis idiopática juvenil sistémica, es una forma de artritis crónica que se presenta principalmente en niños y adolescentes, pero también puede afectar a adultos. Se caracteriza por la presencia de fiebre recurrente, síntomas sistémicos y manifestaciones articulares.
Aunque la enfermedad de Still se considera una forma de artritis crónica juvenil, también puede afectar a adultos, aunque es menos común en este grupo de edad. Por lo general, se presenta en personas de entre 20 y 40 años, y es raro que aparezca por primera vez después de los 60 años.
La causa exacta de la enfermedad de Still se desconoce, pero se cree que involucra una combinación de factores genéticos y ambientales. El diagnóstico se basa en la presencia de fiebre y otros síntomas sistémicos, así como en la evaluación clínica de las manifestaciones articulares. No hay una prueba específica para confirmar el diagnóstico, por lo que se debe descartar otras condiciones similares.
Manifestaciones clínicas
A diferencia de otras formas de artritis crónica juvenil, en la enfermedad de Still, la fiebre es un síntoma prominente y distintivo. La fiebre suele ser alta, con picos diarios que pueden durar semanas o incluso meses. Además de la fiebre, otros síntomas sistémicos comunes incluyen erupción cutánea, malestar general, pérdida de peso, inflamación de los ganglios linfáticos y dolor de garganta.
En cuanto a las manifestaciones articulares, pueden variar en intensidad y afectar a múltiples articulaciones. Los síntomas pueden incluir dolor, inflamación, rigidez y dificultad para mover las articulaciones afectadas. La enfermedad de Still también puede afectar órganos internos, como el hígado, el bazo, el corazón y los pulmones, lo que puede dar lugar a complicaciones adicionales.
Exámenes complementarios
La anemia y leucocitosis, con cifras que algunas veces son >40 000 leucocitos/µl, son la regla.
Tratamiento
El tratamiento de la enfermedad de Still tiene como objetivo aliviar los síntomas, controlar la inflamación y prevenir complicaciones a largo plazo. Se utilizan medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE), corticosteroides, medicamentos modificadores de la enfermedad y, en casos más graves, medicamentos inmunosupresores. Además, la fisioterapia y la terapia ocupacional pueden ser beneficiosas para mantener la movilidad y la función de las articulaciones.
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