Sífilis en el embarazo
Sífilis en el embarazo

Sífilis en el embarazo

La sífilis en el embarazo es una infección bacteriana que representa un riesgo significativo tanto para la madre como para el feto. Es fundamental realizar una evaluación temprana de la infección en todas las personas embarazadas, por lo que se recomienda que todas las mujeres reciban un análisis serológico no treponémico para detectar la sífilis durante su primera consulta prenatal. Este tipo de prueba es crucial porque permite identificar la infección en sus primeras etapas, cuando el tratamiento es más efectivo y puede prevenir complicaciones graves.

En aquellos casos donde la persona embarazada se encuentra en un grupo de mayor riesgo para contraer sífilis, o en poblaciones donde la prevalencia de la enfermedad es alta, es importante realizar pruebas adicionales durante el tercer trimestre, específicamente a las 28 semanas de gestación y nuevamente en el momento del parto. Esta estrategia busca identificar casos que puedan haber pasado desapercibidos en las primeras etapas del embarazo, especialmente si la exposición a factores de riesgo persiste o aumenta.

Es igualmente esencial confirmar el estado serológico de la persona antes del alta hospitalaria, lo que permite asegurar que cualquier caso de sífilis sea tratado adecuadamente antes de que la madre y el bebé sean dados de alta. En los casos en los que se detecte seropositividad para sífilis, se debe considerar a la persona embarazada como infectada y se debe iniciar el tratamiento adecuado, salvo que exista evidencia médica documentada de que haya recibido un tratamiento previo adecuado y haya mostrado una respuesta serológica favorable. Esto es particularmente importante porque la sífilis no tratada puede tener consecuencias devastadoras, como el aborto espontáneo, el parto prematuro, la muerte fetal intrauterina o la transmisión de la infección al bebé al momento del parto, lo que puede resultar en sífilis congénita, una condición que puede provocar una serie de complicaciones graves y permanentes para el recién nacido.

El manejo adecuado de la sífilis durante el embarazo no solo protege a la madre, sino que también previene los riesgos de transmisión vertical, asegurando un mejor pronóstico tanto para la madre como para el bebé. La única opción terapéutica recomendada para tratar esta infección durante el embarazo es la penicilina, administrada en las dosis y horarios correspondientes según la fase de la enfermedad. Este tratamiento es altamente efectivo para prevenir la sífilis congénita, alcanzando una tasa de éxito del 90 % incluso cuando se administra en etapas tardías del embarazo. Esto se debe a que la penicilina es el tratamiento más eficaz para erradicar la bacteria Treponema pallidum, responsable de la sífilis, y es completamente segura tanto para la madre como para el feto.

La razón por la cual la penicilina es el tratamiento de elección radica en su capacidad para atravesar la placenta sin causar efectos adversos para el feto, lo que la convierte en la única opción terapéutica recomendada. Además, su eficacia en prevenir la transmisión vertical de la infección es inigualable, lo que contribuye de manera decisiva a la reducción de la incidencia de sífilis congénita, una condición que puede tener consecuencias devastadoras para el recién nacido, como daños neurológicos, malformaciones físicas y otras complicaciones graves.

En el caso de pacientes con antecedentes de alergia a la penicilina, es fundamental realizar pruebas cutáneas para evaluar la presencia de reacciones alérgicas y, si es necesario, proceder con un proceso de desensibilización, lo que permitirá que la paciente reciba el tratamiento adecuado sin poner en riesgo su salud ni la del bebé. Es importante destacar que antibióticos como la tetraciclina y la doxiciclina están contraindicados durante el embarazo, ya que pueden causar efectos teratogénicos y afectar negativamente al desarrollo fetal, lo que resalta aún más la importancia de utilizar penicilina en estos casos.

Una vez administrado el tratamiento adecuado, el recién nacido debe ser evaluado de manera inmediata al momento del nacimiento. Esta evaluación inicial se basa en una valoración clínica exhaustiva, además de pruebas serológicas, para determinar la probabilidad de que el bebé haya sido infectado durante el embarazo. En función de los resultados, el bebé debe ser monitoreado durante su primer año de vida para detectar posibles manifestaciones clínicas o serológicas de sífilis congénita. Este seguimiento estrecho es crucial, ya que algunos síntomas de la sífilis congénita pueden no manifestarse hasta meses después del nacimiento, lo que subraya la necesidad de una vigilancia constante para identificar y tratar cualquier signo de infección a tiempo.

 

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
  2. Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
  3. Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
  4. Rozman, C., & Cardellach López, F. (Eds.). (2024). Medicina interna (20.ª ed.). Elsevier España.
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