Tratamiento de la foliculitis

Tratamiento de la foliculitis
Tratamiento de la foliculitis

La foliculitis es una afección cutánea común que involucra la inflamación de uno o más folículos pilosos, generalmente causada por bacterias, hongos u otros agentes irritantes.

 

Medidas locales

Para tratar esta afección localmente, se han propuesto diversas medidas terapéuticas, entre las cuales se destaca el uso de alcohol etílico anhidro que contiene cloruro de aluminio al 6.25%.

El alcohol etílico anhidro es un agente desinfectante y antiséptico que puede ayudar a reducir la carga bacteriana en la piel afectada. El cloruro de aluminio, por su parte, es conocido por sus propiedades astringentes, lo que significa que puede ayudar a contraer los tejidos y reducir la inflamación. Esta combinación puede ser especialmente beneficiosa en casos de foliculitis crónica por fricción en las nalgas, donde la piel está sujeta a constante roce y presión, lo que puede favorecer la irritación y la proliferación bacteriana.

La aplicación de esta solución de alcohol etílico y cloruro de aluminio de tres a siete veces por semana directamente sobre las lesiones puede ayudar a controlar la inflamación y reducir la carga bacteriana en los folículos pilosos afectados. Esto puede conducir a una mejora en los síntomas y a una reducción en la recurrencia de la foliculitis en estas áreas problemáticas.

Por otro lado, se menciona que los antibióticos tópicos suelen ser ineficaces una vez que las bacterias han invadido el folículo piloso, lo que puede ser el caso en casos crónicos de foliculitis. Sin embargo, en pacientes con foliculitis recurrente después del afeitado, los antibióticos tópicos pueden tener un papel profiláctico si se usan como aftershave. Esto sugiere que pueden ayudar a prevenir infecciones secundarias y reducir la incidencia de recurrencia al evitar la proliferación bacteriana después del proceso de afeitado.

 

Medidas específicas

La foliculitis causada por Pseudomonas, una bacteria gramnegativa, tiende a resolver espontáneamente en pacientes no neutropénicos cuando las lesiones son superficiales. Esto se debe a que el sistema inmunológico del paciente puede combatir la infección de manera efectiva, especialmente si las lesiones no son muy profundas. Sin embargo, en casos en los que se requiere intervención terapéutica, se puede recetar ciprofloxacino, un antibiótico de amplio espectro efectivo contra bacterias gramnegativas como Pseudomonas. La dosis típica es de 500 mg oral dos veces al día durante 5 días.

Para la foliculitis bacteriana causada por otros organismos, se recomienda el uso de antibióticos sistémicos. Esto se debe a que estas infecciones pueden ser más graves o pueden requerir una acción más directa para combatir la infección.

En casos de foliculitis bacteriana que involucran áreas del cuerpo con mayor densidad de vello, como el cuero cabelludo, la axila, la barba o la ingle, se pueden requerir períodos de tratamiento más prolongados con antibióticos antistafilocócicos. Esto se debe a que estas áreas pueden ser más propensas a infecciones persistentes debido a la dificultad para eliminar completamente las bacterias y evitar la recurrencia de la infección.

Por último, la foliculitis gramnegativa en pacientes con acné puede tratarse con isotretinoína, un medicamento oral que se utiliza para tratar el acné severo. Sin embargo, es importante seguir todas las precauciones y pautas de prescripción asociadas con el uso de isotretinoína, ya que puede tener efectos secundarios graves y requerir monitoreo médico regular durante el tratamiento.

La foliculitis eosinofílica es una condición cutánea caracterizada por la inflamación de los folículos pilosos, generalmente asociada con una respuesta exagerada del sistema inmunológico. El tratamiento inicial de esta afección puede implicar el uso de una combinación de potentes corticosteroides tópicos y antihistamínicos orales para reducir la inflamación y aliviar el picor asociado.

En casos más severos de foliculitis eosinofílica, se pueden utilizar diferentes enfoques terapéuticos. Estos pueden incluir:

  • Permetrina tópica: Se aplica durante 12 horas cada dos noches durante un período de 6 semanas. La permetrina es un medicamento que se utiliza comúnmente para tratar las infecciones por ácaros y piojos, y puede ayudar a eliminar la inflamación y reducir la carga bacteriana en los folículos pilosos afectados.
  • Itraconazol: Se administra por vía oral a dosis de 200-400 mg al día. El itraconazol es un antifúngico que puede ser efectivo en el tratamiento de la foliculitis eosinofílica si hay una contribución significativa de hongos en la patogénesis de la enfermedad.
  • Fototerapia UVB o PUVA: La terapia con luz ultravioleta B (UVB) o fotoquimioterapia con psoraleno y luz ultravioleta A (PUVA) puede ayudar a reducir la inflamación y mejorar los síntomas de la foliculitis eosinofílica al modular la respuesta inmunológica de la piel.
  • Isotretinoína: Se administra por vía oral a dosis de 0.5 mg/kg/día durante un máximo de 5 meses. La isotretinoína es un medicamento oral que se utiliza principalmente para tratar el acné grave, pero también puede ser útil en el tratamiento de la foliculitis eosinofílica al regular la producción de sebo y reducir la inflamación de los folículos pilosos.

Es importante destacar que algunas de estas terapias pueden inducir una remisión en los síntomas de la foliculitis eosinofílica, pero puede ser necesario un tratamiento a largo plazo para mantener los resultados. Además, el enfoque terapéutico específico puede variar según la gravedad de la afección y la respuesta individual del paciente a los diferentes tratamientos.

La foliculitis por Pityrosporum, causada por el hongo Malassezia, se trata típicamente con loción tópica de sulfacetamida dos veces al día, ya sea sola o en combinación con itraconazol o fluconazol por vía oral.

Por otro lado, la foliculitis por Demodex, que involucra la infestación de los folículos pilosos por el ácaro Demodex, puede ser tratada con diferentes opciones, incluyendo permetrina tópica, ivermectina oral, metronidazol oral o tópico, dependiendo de la gravedad y la extensión de la infestación.

 

La foliculitis bacteriana puede ser ocasionalmente difícil de tratar y persistente debido a varios factores. Las bacterias responsables de la foliculitis pueden ser resistentes a los antibióticos comúnmente utilizados, lo que dificulta su eliminación con tratamientos estándar. Esto puede deberse a la exposición previa a antibióticos, la selección natural de cepas bacterianas resistentes o a la presencia de biofilms bacterianos que protegen a las bacterias del ataque del sistema inmunológico y de los antibióticos.

Además, la foliculitis bacteriana puede afectar áreas de la piel que son difíciles de tratar o que tienen condiciones favorables para el crecimiento bacteriano, como el cuero cabelludo, la barba, la ingle o las axilas. La presencia de cabello o vello puede dificultar el acceso de los medicamentos tópicos a las áreas afectadas, lo que limita su eficacia y puede permitir que la infección persista.

Otro factor que contribuye a la persistencia de la foliculitis bacteriana es la posibilidad de recurrencia. Aunque un tratamiento inicial puede eliminar los síntomas agudos de la infección, las bacterias pueden persistir en los folículos pilosos o en la piel circundante, lo que lleva a la recurrencia de los brotes de foliculitis. Esto puede ser especialmente común en personas con condiciones subyacentes que predisponen a la foliculitis, como la diabetes, la obesidad, la inmunosupresión o la mala higiene.

En respuesta a esta persistencia y resistencia, se pueden optar por cursos prolongados o intermitentes de antibióticos para tratar la foliculitis bacteriana. Estos regímenes pueden incluir el uso de antibióticos tópicos o sistémicos durante varias semanas o meses, o ciclos de tratamiento intermitente para prevenir la recurrencia de la infección. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el uso prolongado de antibióticos puede tener efectos secundarios y contribuir al desarrollo de resistencia bacteriana, por lo que se debe equilibrar el beneficio clínico con el riesgo de efectos adversos y resistencia antimicrobiana.

 

 

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