Tratamiento médico de pacientes con ERGE que tienen síntomas leves o intermitentes
En los pacientes que experimentan síntomas leves o intermitentes de reflujo gastroesofágico, que no tienen un impacto significativo en la calidad de vida, el manejo inicial generalmente se basa en modificaciones del estilo de vida. Estas modificaciones pueden ser altamente efectivas para reducir la frecuencia y la intensidad de los síntomas, minimizando la necesidad de intervenciones médicas más invasivas o el uso frecuente de medicamentos. Las recomendaciones dietéticas y de hábitos de vida son fundamentales en este enfoque.
En primer lugar, se sugiere la reducción del tamaño de las comidas. Comer porciones más pequeñas disminuye la cantidad de alimentos presentes en el estómago y reduce la presión intraabdominal, lo que puede minimizar la probabilidad de que el contenido gástrico se desplace hacia el esófago, especialmente en individuos que tienen un esfínter esofágico inferior debilitado o disfuncional. Además, eliminar ciertos alimentos y bebidas que son conocidos por inducir o agravar el reflujo ácido es otra estrategia crucial. Entre estos alimentos se incluyen los ácidos, como los cítricos y los tomates, así como el café, los alimentos picantes, los grasos, el chocolate, la menta y el alcohol. Estos productos pueden reducir la eficacia del esfínter esofágico inferior o estimular la producción de ácido gástrico, lo que aumenta la probabilidad de que se produzca el reflujo.
Por otro lado, el tabaquismo también es un factor que debe ser abordado, dado que la nicotina disminuye la presión del esfínter esofágico inferior, lo que facilita el paso del contenido gástrico hacia el esófago. En este sentido, dejar de fumar es una recomendación importante para los pacientes con síntomas de reflujo, aunque su efectividad depende de la adherencia del paciente a este cambio.
La pérdida de peso se recomienda especialmente para aquellos pacientes que tienen sobrepeso o han experimentado un aumento reciente de peso. El exceso de peso aumenta la presión intraabdominal, lo que puede contribuir a un mayor riesgo de reflujo gastroesofágico. La pérdida de peso, a través de una combinación de dieta y ejercicio, puede reducir esta presión y disminuir la frecuencia de los episodios de reflujo.
Una recomendación esencial para todos los pacientes con reflujo gastroesofágico es evitar acostarse dentro de las tres horas posteriores a las comidas. Este período es el de mayor riesgo para el reflujo debido a que la posición supina favorece la ascensión del contenido gástrico hacia el esófago, especialmente cuando el esfínter esofágico inferior no funciona de manera eficiente. Evitar el reposo inmediato después de comer permite que la digestión continúe de manera más eficiente y disminuye la posibilidad de que los ácidos gástricos se desplacen hacia el esófago.
En los casos en los que los síntomas de reflujo son más pronunciados por la noche, se recomienda elevar la cabecera de la cama, utilizando bloques de aproximadamente 15 centímetros de altura o una cuña de espuma, para reducir el riesgo de reflujo nocturno. Esta posición inclinada aprovecha la gravedad para evitar que el contenido gástrico suba hacia el esófago mientras el paciente duerme, favoreciendo así la eliminación esofágica de ácido y otros productos gástricos. Además, dormir sobre el lado izquierdo ha demostrado ser una estrategia aún más efectiva. Esto se debe a la anatomía del tracto digestivo, ya que dormir sobre el lado izquierdo reduce significativamente la exposición del esófago al ácido estomacal en comparación con dormir sobre el lado derecho o en posición supina. Esto se debe a que, en la posición lateral izquierda, el ángulo entre el estómago y el esófago se vuelve más agudo, lo que dificulta que los ácidos gástricos asciendan al esófago.
En pacientes que experimentan acidez infrecuente, definida como episodios de reflujo ácido menos de una vez a la semana, el tratamiento puede llevarse a cabo de manera más flexible, con el uso de antiácidos o antagonistas orales de los receptores H2, administrados a demanda según las necesidades del paciente. Este enfoque es adecuado para aquellos cuya frecuencia de síntomas no justifica el uso constante de medicamentos, pero que aún requieren alivio ocasional.
Los antiácidos son una opción terapéutica común para el manejo de la acidez. Su principal ventaja radica en su capacidad para proporcionar un alivio rápido de los síntomas, ya que neutralizan el ácido gástrico de forma inmediata en el estómago. Sin embargo, su duración de acción es relativamente breve, con un efecto que típicamente no excede las dos horas. Esto significa que, aunque los antiácidos pueden ser eficaces para el alivio inmediato de los síntomas de acidez, no proporcionan un control sostenido de la acidez en el tiempo. Además, muchos de estos medicamentos están disponibles sin receta médica, lo que facilita su acceso para los pacientes que padecen episodios esporádicos de acidez.
Dentro de las opciones disponibles, existen formulaciones de antiácidos que contienen alginato, que pueden ofrecer ventajas adicionales sobre los antiácidos convencionales. El alginato forma una capa viscosa que recubre el contenido gástrico, lo que puede ayudar a prevenir el reflujo del ácido hacia el esófago, reduciendo así los síntomas postprandiales. Esta acción proporciona un alivio más prolongado en comparación con los antiácidos simples, especialmente después de las comidas, cuando los episodios de reflujo son más comunes.
Sin embargo, es importante señalar que algunos antiácidos, como los que contienen magnesio o aluminio, deben evitarse en pacientes con enfermedades renales. Estos compuestos pueden acumularse en el cuerpo en personas con función renal comprometida, lo que podría llevar a efectos adversos, como la toxicidad. Por lo tanto, en pacientes con insuficiencia renal o alteraciones en la función renal, se debe seleccionar cuidadosamente el tipo de antiácido para evitar riesgos innecesarios.
Otra clase de medicamentos que puede ser útil en el tratamiento de la acidez infrecuente son los antagonistas orales de los receptores H2. Estos fármacos actúan inhibiendo la producción de ácido en el estómago al bloquear los receptores H2 de histamina, que son responsables de estimular la secreción ácida. Los antagonistas de los receptores H2 pueden tomarse a demanda para aliviar los síntomas intermitentes de acidez o bien de manera profiláctica antes de comidas que se sabe que pueden desencadenar los síntomas.
Entre los antagonistas de los receptores H2 más comunes se encuentran cimetidina (200 mg), famotidina (10 mg y 20 mg) y nizatidina (75 mg y 150 mg), que están disponibles en diversas concentraciones y, en muchos casos, sin necesidad de receta médica. Aunque estos medicamentos no proporcionan un alivio tan inmediato como los antiácidos, son efectivos para controlar la acidez a lo largo de un período de tiempo más prolongado. El efecto de los antagonistas de los receptores H2 suele comenzar a notarse aproximadamente 30 minutos después de su administración, lo que implica un retraso en el inicio de su acción en comparación con los antiácidos. Sin embargo, una vez alcanzada su máxima eficacia, estos fármacos pueden ofrecer alivio de los síntomas de acidez durante un intervalo de hasta 8 horas, lo que los convierte en una opción adecuada para quienes experimentan episodios intermitentes o previsibles de acidez.
Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.