Absceso periamigdalino

Absceso periamigdalino
Absceso periamigdalino

El absceso periamigdalino y la celulitis periamigdalina son complicaciones frecuentes de las infecciones agudas de las amígdalas, usualmente causadas por bacterias del grupo A Streptococcus, Staphylococcus aureus u otros microorganismos. La celulitis periamigdalina se desarrolla cuando la infección atraviesa la cápsula tonsilar y afecta los tejidos circundantes. Este proceso infeccioso provoca inflamación difusa de la región periamigdalina, caracterizada por dolor de garganta severo, odinofagia (dolor al tragar), trismo (dificultad para abrir la boca completamente), desviación medial del paladar blando y del pliegue periamigdalino, y una voz anormalmente amortiguada, conocida como “voz de patata caliente”.

Tras el inicio del tratamiento adecuado, que generalmente incluye antibióticos dirigidos a los patógenos bacterianos comunes, la celulitis periamigdalina tiende a resolverse en varios días en la mayoría de los casos. Sin embargo, en algunos pacientes, la infección puede progresar y evolucionar hacia la formación de un absceso periamigdalino. Este absceso, también conocido como quinsé, se caracteriza por la acumulación localizada de pus en el espacio periamigdalino, lo cual intensifica los síntomas y puede requerir intervención quirúrgica o procedimientos invasivos como la aspiración con aguja o el drenaje quirúrgico.

La evaluación clínica es crucial para el diagnóstico oportuno de estas complicaciones. Aunque la tomografía computarizada puede ser útil para confirmar la extensión del proceso infeccioso, el diagnóstico suele basarse en la historia clínica del paciente y en el examen físico, que revela signos característicos como inflamación y enrojecimiento de la amígdala afectada, así como los síntomas descritos anteriormente.

Es importante manejar adecuadamente estas complicaciones para evitar la progresión a condiciones más severas o complicaciones graves como la extensión del absceso hacia espacios profundos del cuello o el mediastino posterior, así como la posibilidad de aspiración de bacterias hacia los pulmones, lo cual podría resultar en neumonía.

 

Exámenes complementarios

La tomografía computarizada (TC) puede desempeñar un papel útil en la confirmación de la sospecha clínica de absceso periamigdalino o celulitis periamigdalina al proporcionar imágenes detalladas de la región afectada. Sin embargo, no es estrictamente necesaria para el diagnóstico inicial, el cual generalmente se basa en la historia clínica del paciente y en el examen físico.

Para confirmar la presencia de un absceso periamigdalino, se puede realizar una aspiración de pus desde el pliegue periamigdalino justo superior y medial al polo superior de la amígdala. Este procedimiento se lleva a cabo utilizando una aguja de calibre 19 o 21, la cual se inserta medial al molar y no debe penetrar más de 1 cm, debido a que la arteria carótida interna puede presentar una ubicación más medial de lo habitual y pasar posterior y profundamente a la fosa tonsilar.

Es esencial realizar este procedimiento con cuidado y precisión para evitar complicaciones como el daño a estructuras vasculares importantes. La aspiración de pus permite obtener muestras para cultivo y análisis microbiológico, lo cual es crucial para determinar el tratamiento antibiótico adecuado y para confirmar la presencia de infección bacteriana en el sitio del absceso periamigdalino.

 

Tratamiento

Comúnmente, los pacientes que presentan absceso periamigdalino acuden al departamento de emergencias donde reciben tratamiento inicial con antibióticos parenterales para abordar la infección aguda. Las opciones incluyen amoxicilina a dosis de 1 gramo, amoxicilina-sulbactam a dosis de 3 gramos, o clindamicina en dosis de 600-900 miligramos, administrados por vía intravenosa.

En casos menos severos o cuando los pacientes pueden tolerar la ingesta oral, se indica un tratamiento antibiótico oral durante 7-10 días. Las opciones comunes incluyen amoxicilina a dosis de 500 miligramos tres veces al día, amoxicilina-clavulanato a dosis de 875 miligramos dos veces al día, o clindamicina a dosis de 300 miligramos cuatro veces al día.

A pesar de que el tratamiento antibiótico es generalmente aceptado como esencial, persiste la controversia en cuanto al manejo quirúrgico del absceso periamigdalino. Los métodos quirúrgicos pueden incluir la aspiración con aguja, el drenaje mediante incisión, o incluso la amigdalectomía en casos severos o recurrentes. Algunos clínicos optan por realizar una incisión y drenaje seguidos de antibióticos parenterales, mientras que otros prefieren solo la aspiración con aguja seguida de seguimiento ambulatorio. La evidencia disponible no ofrece un claro consenso sobre cuál de estos enfoques es superior en términos de resultados clínicos.

En pacientes con abscesos periamigdalinos graves o recurrentes, puede ser apropiado considerar la amigdalectomía inmediata durante la fase aguda de la infección, aunque este enfoque ha sido menos frecuente debido al riesgo potencial de complicaciones quirúrgicas. Alrededor del 10% de los pacientes con absceso periamigdalino pueden presentar indicaciones para una amigdalectomía después de que la infección aguda se haya resuelto. Se considera que los tres enfoques (aspiración, incisión y drenaje, y amigdalectomía) son efectivos, pero la elección del método específico depende de la evaluación clínica individual y la experiencia del equipo médico.

 

Complicaciones

Independientemente del método utilizado para tratar un absceso periamigdalino, es crucial asegurar un tratamiento adecuado para evitar complicaciones potencialmente graves. Entre estas se incluye la posibilidad de que el absceso se extienda hacia espacios profundos del cuello, como el espacio retrofaríngeo y el mediastino posterior, lo cual puede llevar a situaciones clínicas severas y requiere intervención urgente.

Además, existe el riesgo de aspiración de bacterias hacia los pulmones durante el proceso de deglución, lo que puede resultar en neumonía, una complicación seria que puede requerir tratamiento hospitalario y cuidados intensivos.

Los abscesos periamigdalinos recurrentes o que presentan características atípicas en adultos mayores deben ser evaluados minuciosamente para descartar la presencia de una malignidad subyacente en la región de la cabeza y el cuello. Esta evaluación es crucial para identificar oportunamente cualquier tumor o lesión maligna que pueda estar relacionada con la persistencia o recurrencia de los abscesos periamigdalinos en estos pacientes.

 

 

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