La anestesia regional representa una modalidad terapéutica altamente especializada dentro del campo de la anestesiología, cuyo propósito fundamental es interrumpir de forma selectiva la conducción nerviosa en una región anatómica determinada del cuerpo, impidiendo la percepción del dolor y, en algunos casos, bloqueando también la función motora. A diferencia de la anestesia general, que induce una pérdida total de la conciencia y requiere el control de las funciones vitales por medios artificiales, la anestesia regional actúa localmente sobre los nervios, permitiendo que el paciente permanezca despierto o, si se considera necesario, levemente sedado, sin comprometer su capacidad de respirar espontáneamente.
Desde un enfoque fisiológico y neuroanatómico, la anestesia regional actúa inhibiendo la transmisión de impulsos nerviosos en los axones sensitivos y, dependiendo de la técnica y concentración utilizada, en los axones motores y simpáticos. Esta interrupción se logra mediante la inyección de anestésicos locales, los cuales bloquean los canales de sodio dependientes de voltaje en las membranas neuronales, impidiendo así la propagación del potencial de acción. De esta forma, se logra un estado de hipoestesia o anestesia localizado, sin alterar el estado de conciencia global del individuo.
Uno de los grandes beneficios clínicos de esta técnica radica en su capacidad para brindar analgesia de alta calidad durante y después del procedimiento quirúrgico. El control eficaz del dolor postoperatorio no solo mejora el confort del paciente, sino que se asocia con una disminución en la respuesta neuroendocrina al trauma quirúrgico, lo cual puede traducirse en mejores desenlaces clínicos, como menor incidencia de náuseas, menor necesidad de opioides sistémicos y, en consecuencia, una menor probabilidad de desarrollar efectos adversos asociados a estos fármacos.
Adicionalmente, la anestesia regional favorece una recuperación más rápida y segura en muchos pacientes. En procedimientos ambulatorios, por ejemplo, permite el alta hospitalaria en un menor tiempo al evitar los efectos residuales de la anestesia general, como somnolencia prolongada o disfunción cognitiva transitoria. También se ha documentado que su utilización puede reducir la incidencia de dolor crónico postquirúrgico, probablemente al prevenir la sensibilización central del sistema nervioso, que suele ocurrir en presencia de dolor no controlado en el postoperatorio inmediato.
Desde el punto de vista técnico, la anestesia regional se clasifica principalmente en dos grandes grupos: la anestesia neuroaxial y los bloqueos periféricos. La anestesia neuroaxial, que incluye la anestesia espinal, epidural y caudal, actúa sobre estructuras del sistema nervioso central, específicamente en el espacio subaracnoideo o epidural de la médula espinal. En contraste, los bloqueos nerviosos periféricos actúan directamente sobre los nervios fuera del eje central, como los plexos y nervios individuales, permitiendo una anestesia selectiva de extremidades u otras regiones corporales específicas. Más recientemente, los bloqueos interfasciales han ganado relevancia, ya que, aunque no se dirigen directamente a un nervio, permiten la difusión del anestésico en planos tisulares específicos cercanos a trayectos nerviosos, generando efectos analgésicos efectivos y seguros, especialmente en cirugía torácica, abdominal o de la pared.
Indicaciones
La indicación de una técnica anestésica, en particular la anestesia regional, debe obedecer a una evaluación clínica integral, individualizada, que considere tanto las características del procedimiento quirúrgico como las condiciones fisiopatológicas del paciente. La anestesia regional se ha consolidado como una herramienta segura y eficaz, no solo para proporcionar anestesia intraoperatoria, sino también para facilitar un adecuado control del dolor en el período postoperatorio, optimizar la recuperación funcional y reducir la carga farmacológica sistémica. En consecuencia, su uso se considera beneficioso en una amplia gama de intervenciones quirúrgicas, siempre que no existan contraindicaciones médicas específicas que comprometan la seguridad del paciente.
Desde una perspectiva clínica, la anestesia regional está indicada cuando se desea evitar la exposición del paciente a los efectos adversos potenciales de la anestesia general, tales como depresión del centro respiratorio, inestabilidad hemodinámica, náuseas, vómitos, alteraciones neurocognitivas transitorias y la necesidad de instrumentación avanzada de la vía aérea. Asimismo, se privilegia su aplicación en pacientes con comorbilidades relevantes (como enfermedades pulmonares, cardiovasculares o neurológicas) donde la anestesia general podría implicar mayores riesgos. Por otro lado, también se indica con fines preventivos en el contexto del dolor postoperatorio, tanto en su forma aguda como en la posible evolución hacia una condición de dolor crónico, dado que el bloqueo efectivo de la conducción nerviosa puede reducir significativamente la sensibilización central y periférica al estímulo nociceptivo.
En términos generales, podría afirmarse que todo paciente sometido a cirugía es potencialmente beneficiario del uso de anestesia regional. Sin embargo, su aplicación debe evaluarse bajo criterios clínicos rigurosos, ya que su omisión no debe responder a una falta de disponibilidad o familiaridad con la técnica, sino a la presencia de contraindicaciones formales que comprometan la seguridad del procedimiento o expongan al paciente a riesgos innecesarios.
Contraindicaciones
Absolutas
Las contraindicaciones absolutas para la aplicación de anestesia regional son aquellas situaciones clínicas en las que el riesgo supera claramente cualquier beneficio, y en donde su ejecución puede derivar en complicaciones graves. En este grupo se incluyen:
- Negativa del paciente: La autonomía del paciente es un principio ético y legal fundamental. La negativa expresa e informada a recibir anestesia regional invalida su uso, incluso si desde el punto de vista médico fuese una opción óptima.
- Alergia documentada a anestésicos locales: La administración de fármacos a los que el paciente es alérgico puede desencadenar reacciones de hipersensibilidad graves, incluyendo anafilaxia, por lo que su uso está totalmente contraindicado.
- Trastornos de la coagulación clínicamente significativos: La anestesia regional, en especial la neuroaxial, implica la punción de estructuras próximas a vasos sanguíneos, donde una hemorragia no controlada puede tener consecuencias catastróficas. Por ello, se considera contraindicado en pacientes anticoagulados que no han suspendido adecuadamente el tratamiento, o que presentan alteraciones importantes en sus parámetros de coagulación: un índice internacional normalizado mayor a 1.4, un tiempo de tromboplastina parcial superior a 45 segundos, o un recuento plaquetario menor a ochenta mil por milímetro cúbico (idealmente deben superar los cien mil). Estas condiciones aumentan de forma significativa el riesgo de sangrado intraspinal o perineural.
Relativas
Existen contraindicaciones relativas, que no excluyen categóricamente el uso de anestesia regional, pero que requieren una evaluación cuidadosa del riesgo-beneficio, además de una planificación anestésica y quirúrgica minuciosa. En esta categoría se incluyen:
- Infección activa en el sitio de punción: La introducción de una aguja en un área con infección puede facilitar la diseminación de patógenos al sistema nervioso central o a estructuras profundas, con riesgo de abscesos o meningitis.
- Coagulopatías subyacentes o no corregidas: Aunque no siempre absolutas, deben ser corregidas antes del procedimiento o manejadas en coordinación con otros especialistas.
- Déficit neurológico preexistente: En pacientes con alteraciones neurológicas previas, el uso de anestesia regional puede dificultar la interpretación de nuevos síntomas o agravar lesiones existentes, lo cual debe ser considerado cuidadosamente.
- Incapacidad para cooperar: La colaboración del paciente es crucial para realizar bloqueos regionales de forma segura. Personas con deterioro cognitivo severo, agitación psicomotriz o incapacidad para mantenerse inmóviles pueden no ser candidatas idóneas para estas técnicas.
Bloqueo neuroaxial
El bloqueo neuroaxial constituye una de las técnicas más refinadas y eficaces dentro del ámbito de la anestesia regional, dado que actúa directamente sobre los componentes centrales del sistema nervioso, concretamente a nivel de la médula espinal y sus envolturas meníngeas. Esta modalidad anestésica permite bloquear la transmisión de los impulsos nerviosos desde los segmentos espinales hacia las estructuras periféricas, logrando un estado de anestesia o analgesia controlada, de distribución segmentaria, con importantes beneficios tanto intraoperatorios como postoperatorios.
Desde el punto de vista técnico, el bloqueo neuroaxial puede adoptar distintas formas según el sitio anatómico donde se administre el anestésico local. Las principales variantes son: bloqueo epidural (peridural), bloqueo subaracnoideo (espinal), bloqueo combinado epidural-subaracnoideo, y bloqueo caudal. Cada uno de estos abordajes posee características farmacodinámicas específicas, lo que permite una adaptación precisa a las necesidades quirúrgicas y fisiológicas de cada paciente.
Bloqueo epidural: consiste en la inserción de una aguja en el espacio epidural, localizado entre la cara interna del ligamento amarillo y la duramadre espinal. La técnica se basa en detectar la pérdida de resistencia al inyectar aire o solución salina con una jeringa especial, lo que indica que se ha alcanzado correctamente dicho espacio. Esta modalidad permite la administración de anestésicos de forma fraccionada o continua a través de un catéter, lo cual ofrece una gran ventaja en cirugías prolongadas o en el control del dolor postoperatorio, al permitir ajustar la dosis según la evolución del paciente.
Bloqueo subaracnoideo: requiere una punción más profunda que atraviesa la duramadre para acceder al espacio subaracnoideo, donde se encuentra el líquido cefalorraquídeo. La confirmación de la técnica se realiza al observar la salida de este líquido, que certifica una correcta localización. La ventaja principal de este abordaje es la rapidez y potencia del efecto anestésico, con un inicio prácticamente inmediato y un bloqueo denso tanto sensitivo como motor. Sin embargo, su duración es limitada y no puede prolongarse sin realizar una nueva punción, por lo que se indica preferentemente en cirugías de corta a mediana duración.
Bloqueo combinado epidural-subaracnoideo: integra las ventajas de ambos métodos: se inicia con una inyección intratecal para obtener una anestesia rápida y profunda, y se mantiene el control del dolor mediante un catéter epidural para prolongar el efecto anestésico o ajustar la dosis según las necesidades clínicas. Esta técnica es particularmente útil en procedimientos abdominales extensos, cirugía laparoscópica prolongada o en pacientes obstétricas donde se desea una transición suave entre anestesia y analgesia.
Bloqueo caudal: representa una variante del abordaje epidural, en la que el anestésico se administra a través del hiato sacro, permitiendo el acceso al canal epidural distal. Aunque es más común en pediatría, también se emplea en adultos para cirugías de la región perineal, anal o genital, siendo una técnica segura y de ejecución relativamente sencilla en manos experimentadas.
La decisión de realizar un bloqueo neuroaxial debe basarse en una evaluación clínica minuciosa. Es imprescindible valorar la urgencia del procedimiento, la estabilidad hemodinámica del paciente, la presencia de estómago lleno (que aumenta el riesgo de broncoaspiración), así como la ausencia de contraindicaciones absolutas, como coagulopatías activas, infecciones locales en el sitio de punción, o negativa expresa del paciente. Esta técnica, al intervenir sobre estructuras centrales, exige un juicio clínico riguroso y una ejecución precisa para maximizar sus beneficios y minimizar complicaciones como hipotensión, cefalea postpunción dural, o, en raros casos, hematomas epidurales.
Bloqueos periféricos
Los bloqueos nerviosos periféricos ofrecen otra alternativa dentro de la anestesia regional, orientada a la interrupción de la conducción nerviosa en trayectos distales al eje central. Pueden ser realizados mediante una única inyección o, en caso de requerirse una analgesia prolongada, mediante la colocación de un catéter perineural. Técnicamente, son más simples y rápidos de aplicar en comparación con los bloqueos centrales, y son ideales para procedimientos en extremidades o para analgesia postoperatoria selectiva. No obstante, su utilidad puede estar limitada si el sitio de punción interfiere con el campo quirúrgico planificado.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Townsend, C. M., Beauchamp, R. D., Evers, B. M., & Mattox, K. L. (2022). Sabiston. Tratado de cirugía. Fundamentos biológicos de la práctica quirúrgica moderna (21.ª ed.). Elsevier España.
- Brunicardi F, & Andersen D.K., & Billiar T.R., & Dunn D.L., & Kao L.S., & Hunter J.G., & Matthews J.B., & Pollock R.E.(2020), Schwartz. Principios de Cirugía, (11e.). McGraw-Hill Education.
- Asociación Mexicana de Cirugía General. (2024). Nuevo Tratado de Cirugía General (1.ª ed.). Editorial El Manual Moderno.