Características clínicas de los síndromes coronarios agudos sin elevación del segmento ST
Los síndromes coronarios agudos constituyen un espectro de isquemia cardíaca inestable que abarca desde la angina inestable hasta el infarto agudo de miocardio. Esta variabilidad en la presentación clínica se debe a diferencias en la gravedad y extensión de la reducción del flujo sanguíneo al músculo cardíaco, que puede tener consecuencias que van desde una simple angina inestable hasta un infarto extenso con daño significativo del tejido cardíaco.
La clasificación de los síndromes coronarios agudos se basa en el electrocardiograma (ECG) y permite una evaluación inicial rápida para decidir la necesidad de tratamientos de reperfusión. En el electrocardiograma, los síndromes coronarios agudos se dividen en dos categorías principales: infarto de miocardio con elevación del segmento ST (STEMI, por sus siglas en inglés) e infarto de miocardio sin elevación del segmento ST (NSTEMI, por sus siglas en inglés). Esta clasificación tiene importantes implicaciones para el tratamiento, ya que el infarto de miocardio con elevación del segmento ST generalmente requiere una intervención más urgente para restablecer el flujo sanguíneo, como la trombólisis o la angioplastia, en comparación con el infarto de miocardio sin elevación del segmento ST.
La evolución de los biomarcadores cardíacos es crucial para confirmar la presencia de un infarto de miocardio. Estos biomarcadores, como la troponina y la creatina quinasa-MB, se liberan en la circulación cuando hay daño al músculo cardíaco. Su elevación en sangre es un indicador de infarto de miocardio y ayuda a diferenciar entre angina inestable y un infarto verdadero.
Los síndromes coronarios agudos representan un estado dinámico en el cual los pacientes pueden experimentar cambios significativos en su condición. La evolución de la isquemia cardíaca puede llevar a la aparición de elevación del segmento ST después de la presentación inicial, lo que podría cambiar el diagnóstico de un infarto de miocardio sin elevación del segmento ST a uno con elevación del segmento ST. Además, los episodios recurrentes de isquemia pueden provocar alteraciones en los biomarcadores cardíacos, haciendo que la evaluación y el manejo de los pacientes con síndromes coronarios agudos requieran una vigilancia continua y un ajuste de las estrategias terapéuticas en función de la evolución clínica y los resultados de las pruebas diagnósticas.
Manifestaciones clínicas
Los pacientes con síndromes coronarios agudos generalmente presentan síntomas y signos de isquemia miocárdica que pueden manifestarse en reposo o con esfuerzo mínimo. Estos síntomas y signos suelen ser similares a los de la angina crónica, y se caracterizan por dolor o malestar en la región esternal del pecho, el cual puede irradiar hacia la mandíbula, el hombro izquierdo o el brazo. Además del dolor torácico, los pacientes pueden experimentar disnea (dificultad para respirar), náuseas, diaforesis (sudoración excesiva) o síncope (pérdida temporal del conocimiento), que pueden acompañar al malestar torácico o, en algunos casos, ser los únicos síntomas presentes de un síndrome coronario agudo.
Es importante señalar que aproximadamente un tercio de los pacientes con infarto de miocardio no presentan dolor torácico como síntoma principal. Estos pacientes suelen ser de mayor edad, mujeres, diabéticos y tienen un riesgo mayor de mortalidad posterior. La ausencia de dolor torácico clásico en estos casos puede dificultar el diagnóstico temprano, lo que subraya la necesidad de una evaluación exhaustiva en pacientes con factores de riesgo, incluso en ausencia de dolor torácico evidente.
Además, en aproximadamente el 10% de los pacientes con síndromes coronarios agudos se observan signos de insuficiencia cardíaca. La presencia de insuficiencia cardíaca en estos pacientes está asociada con un mayor riesgo de muerte, lo que destaca la importancia de la identificación temprana y el manejo efectivo de los signos de insuficiencia cardíaca en el contexto de los síndromes coronarios agudos. La insuficiencia cardíaca puede reflejar una disfunción significativa del corazón y contribuir a la complejidad del cuadro clínico, aumentando el riesgo general de complicaciones y mortalidad.
Muchos hospitales han establecido unidades de observación para el dolor torácico con el objetivo de proporcionar un enfoque sistemático para la estratificación de riesgos en serie, con la finalidad de mejorar el proceso de triaje. Estas unidades están diseñadas para evaluar de manera eficiente y ordenada a los pacientes que presentan dolor torácico, realizando una evaluación progresiva que permite clasificar el riesgo y decidir el tratamiento adecuado de manera más efectiva.
En estas unidades, se realiza una evaluación inicial exhaustiva que incluye la monitorización continua de los síntomas del paciente, así como el seguimiento de cambios en el electrocardiograma y en los biomarcadores cardíacos. Los pacientes que no presentan nuevos episodios de dolor torácico, que tienen cambios insignificantes en el electrocardiograma y que no muestran elevación de los biomarcadores cardíacos, son sometidos a pruebas adicionales para evaluar la presencia de isquemia cardíaca.
Entre estas pruebas adicionales se incluyen las pruebas de esfuerzo en cinta rodante y procedimientos de imagen, como la ecocardiografía de estrés o la gammagrafía de perfusión miocárdica. Estas pruebas ayudan a determinar si existe isquemia cardíaca subyacente que no se ha detectado en la evaluación inicial. Si los resultados de estas pruebas son negativos y no se evidencia isquemia cardíaca, los pacientes pueden ser dados de alta directamente desde el departamento de emergencia.
Este enfoque permite un manejo más eficiente y seguro de los pacientes con dolor torácico, al minimizar el riesgo de hospitalización innecesaria para aquellos que no presentan signos de isquemia significativa. Además, proporciona una forma de identificar rápidamente a aquellos pacientes que requieren tratamiento más urgente o intervención para prevenir complicaciones graves, mejorando así la calidad general del cuidado y optimizando el uso de los recursos hospitalarios.
Exámenes complementarios
Dependiendo del tiempo transcurrido desde el inicio de los síntomas hasta la presentación en el hospital, los hallazgos iniciales de laboratorio pueden ser normales. Los marcadores de necrosis de los miocitos cardíacos, tales como la mioglobina, la creatina quinasa MB (CK-MB) y las troponinas I y T, se utilizan para identificar un infarto agudo de miocardio. Sin embargo, la troponina de alta sensibilidad es el biomarcador recomendado para el diagnóstico de infarto agudo de miocardio debido a su alta especificidad y sensibilidad para detectar daño miocárdico.
En los pacientes con infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (STEMI), los marcadores iniciales pueden estar dentro de los límites normales en el momento en que el paciente es trasladado para recibir una intervención de reperfusión inmediata. Esto se debe a que los niveles de estos biomarcadores pueden no alcanzar valores elevados hasta un poco después del inicio del infarto. En contraste, en los pacientes sin elevación del segmento ST (NSTEMI), la presencia de valores anormales de CK-MB o troponina se asocia con necrosis de miocitos y confirma el diagnóstico de infarto.
Las pruebas de troponina de alta sensibilidad permiten una evaluación rápida del infarto agudo de miocardio en los departamentos de emergencia mediante algoritmos de exclusión que utilizan intervalos de 1 o 2 horas. La definición universal de infarto agudo de miocardio implica un aumento de los biomarcadores cardíacos, con al menos un valor superior al percentil 99 del límite superior de referencia, acompañado de evidencia de isquemia miocárdica que puede manifestarse como síntomas de isquemia, cambios en el electrocardiograma indicando nueva isquemia, ondas Q nuevas, o evidencia de pérdida de miocardio viable o anomalías en el movimiento de la pared en estudios de imagen.
Además, el nivel de creatinina en suero es un determinante importante del riesgo, ya que la función renal puede influir en el manejo y en la dosificación de ciertos anticoagulantes. La depuración estimada de creatinina es crucial para ajustar la dosis de antitrombóticos específicos, como el eptifibatide y el enoxaparina, para evitar complicaciones asociadas con la insuficiencia renal y para asegurar la efectividad y seguridad del tratamiento antitrombótico.
Muchos pacientes con síndromes coronarios agudos (ACS, por sus siglas en inglés) mostrarán cambios en el electrocardiograma (ECG) durante el dolor torácico. Estos cambios pueden incluir elevación del segmento ST, depresión del segmento ST o aplanamiento o inversión de las ondas T. Entre estos cambios, el desplazamiento dinámico del segmento ST es el más específico para los síndromes coronarios agudos, ya que refleja alteraciones en la perfusión miocárdica en tiempo real.
La elevación del segmento ST en el ECG es un signo distintivo de infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (STEMI, por sus siglas en inglés). Sin embargo, también es importante interpretar otros patrones de cambio en el segmento ST y las ondas T. La elevación del segmento ST en derivadas específicas del ECG puede proporcionar información adicional sobre la extensión y localización del infarto.
En particular, la elevación del segmento ST en la derivada AVR (un derivado del ECG que registra la actividad eléctrica desde un punto en el brazo derecho) puede sugerir enfermedad significativa en la arteria coronaria principal izquierda o enfermedad de tres vasos. Esto se debe a que la derivada AVR puede reflejar alteraciones en la actividad eléctrica del corazón relacionadas con un compromiso extenso de la circulación coronaria. En estos casos, el compromiso de la arteria coronaria principal izquierda o la enfermedad de tres vasos representa una situación clínica grave, ya que indica un riesgo elevado de insuficiencia cardíaca y otras complicaciones asociadas.
La identificación y la correcta interpretación de estos cambios en el ECG son cruciales para el diagnóstico y el manejo adecuados de los síndromes coronarios agudos. Permiten una evaluación precisa de la gravedad de la isquemia y guían las decisiones terapéuticas, incluyendo la necesidad de intervenciones de reperfusión urgentes, como la trombólisis o la angioplastia.
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