La piel contiene una inervación rica y compleja que consta de un extremo aferente y uno eferente.
El extremo aferente interviene en la percepción de los estímulos constantes como el tacto, la presión, la vibración, el dolor, la temperatura, el prurito mediante una red de fibras sensoriales mielinizadas y no mielinizadas, terminaciones nerviosas libres y corpúsculos táctiles.
El extremo eferente está sostenido por fibras no mielinizadas del sistema simpático que regulan la vasomotricidad, la secreción de sudor y la piloerección.