La mayor parte de las fibras dérmicas (> 90%) son colágeno, predominantemente de tipos I y III, que son los que confieren la resistencia mecánica de la piel.
El colágeno constituye 98% de toda la masa de la dermis seca.
Las fibras de colágeno están dispuestas en haces que son laxos en la dermis papilar y que se vuelven más gruesos en la dermis profunda.
Otros colágenos que están en la dermis son:
- el colágeno de tipo IV en la unión der moepidérmica y en las membranas basales de los apéndices cutáneos, los vasos, los músculos y los nervios.
- el colágeno de tipo VII en las fibras de anclaje de la unión dermoepidérmica.
Las fibras elásticas son las que confieren las propiedades retráctiles de la piel por su capacidad de estirarse al doble de su longitud en reposo y recuperar su forma inicial después que se libera la fuerza deformante.
En la dermis papilar las fibras elásticas son delgadas; se vuelven más gruesas en la dermis reticular, donde tienden a tener una disposición horizontal.
La calidad y cantidad de las fibras dérmicas pueden verse afectadas por diversos factores, como la edad, la exposición a los rayos UV, la genética y los hábitos de vida, como el tabaquismo. Una disminución en la producción o calidad de las fibras dérmicas puede llevar a la pérdida de elasticidad y firmeza en la piel, lo que se traduce en arrugas y flacidez.