¿Cuando apareció la tuberculosis?

 

La tuberculosis (TB) es una enfermedad infecciosa causada por bacterias pertenecientes al complejo Mycobacterium tuberculosis. Es una de las enfermedades más antiguas conocidas en la historia de la humanidad y sigue siendo una de las principales causas de muerte en todo el mundo, especialmente en regiones con condiciones socioeconómicas desfavorables y sistemas de salud limitados.

Los estudios genómicos poblacionales han proporcionado información sobre la evolución y origen de M. tuberculosis. Se sugiere que esta bacteria pudo haber aparecido hace aproximadamente 70,000 años en África. A medida que los seres humanos modernos se dispersaron y migraron, la tuberculosis también se propagó junto con ellos, lo que llevó a su expansión global durante el Neolítico, cuando las poblaciones humanas aumentaron en densidad debido al desarrollo de la agricultura y la vida sedentaria.

Es probable que los progenitores de M. tuberculosis hayan afectado a los prehomínidos, lo que indica que la enfermedad ha estado presente en la historia evolutiva de los humanos durante un largo período de tiempo.

La tuberculosis generalmente afecta los pulmones, lo que se conoce como tuberculosis pulmonar, pero también puede afectar otros órganos en el cuerpo. En aproximadamente un tercio de los casos, la tuberculosis puede comprometer órganos como los ganglios linfáticos, el sistema nervioso central, los huesos, los riñones, entre otros, lo que se conoce como tuberculosis extrapulmonar. La diseminación de la bacteria a otros órganos ocurre cuando las defensas del cuerpo no pueden controlar la infección inicial en los pulmones, lo que permite que las bacterias se propaguen a través del torrente sanguíneo y afecten a otros tejidos y órganos.

La tuberculosis es una enfermedad altamente contagiosa y se transmite de persona a persona a través del aire, cuando una persona infectada tose, estornuda o habla, liberando pequeñas gotas que contienen las bacterias. Sin embargo, no todas las personas infectadas desarrollarán síntomas de enfermedad activa, ya que el sistema inmunológico puede controlar la infección y mantenerla en un estado latente. En este estado, las bacterias están presentes en el cuerpo pero no están activamente multiplicándose ni causando síntomas clínicos.

Cuando la enfermedad se vuelve activa, los síntomas pueden incluir tos persistente, fiebre, pérdida de peso, fatiga y sudoración nocturna excesiva. El diagnóstico se realiza mediante pruebas de laboratorio, como la prueba de tuberculina y la prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para detectar la presencia de la bacteria.

El tratamiento de la tuberculosis implica la administración de medicamentos antibióticos específicos durante un período prolongado, generalmente durante varios meses, para eliminar completamente las bacterias y prevenir la aparición de resistencia a los medicamentos.

La prevención y control de la tuberculosis son esenciales para reducir la carga de la enfermedad a nivel global. Esto implica estrategias como la detección temprana de casos, la adherencia al tratamiento, la vacunación con la vacuna BCG (bacilo Calmette-Guérin) en áreas de alta incidencia y el fortalecimiento de los sistemas de salud para garantizar el acceso a diagnóstico y tratamiento adecuados para todos los afectados por esta enfermedad.

 

 

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