Efecto de la suplementación con creatina en la función renal
Efecto de la suplementación con creatina en la función renal

Efecto de la suplementación con creatina en la función renal

La creatina monohidrato es un suplemento dietético ampliamente utilizado, especialmente en el ámbito deportivo, debido a sus efectos beneficiosos comprobados en el rendimiento atlético. Además de su aplicación en el deporte, la creatina ha demostrado tener posibles aplicaciones terapéuticas en poblaciones clínicas, como en pacientes con enfermedades musculares o trastornos neurológicos, ya que contribuye al aumento de la energía celular, facilitando la recuperación y el rendimiento muscular.

Sin embargo, a pesar de sus beneficios bien establecidos, persisten preocupaciones sobre su impacto en la función renal. Estas preocupaciones están principalmente relacionadas con el aumento de los niveles de creatinina en suero que se observa con el consumo de creatina. La creatinina es un producto de desecho del metabolismo muscular y se utiliza comúnmente como un marcador para evaluar la función renal, dado que los riñones son responsables de filtrar esta sustancia de la sangre.

El aumento de los niveles de creatinina asociado con la suplementación de creatina no necesariamente indica un daño renal directo. De hecho, se ha demostrado que, en individuos sanos, el consumo de creatina no provoca un deterioro significativo de la función renal. Sin embargo, el incremento en los niveles de creatinina puede generar confusión, ya que puede interpretarse erróneamente como un signo de disfunción renal. Este aumento se debe a que la creatina suplementada se convierte en fosfocreatina en los músculos, lo que incrementa la producción de creatinina sin estar relacionado con un daño renal real.

A pesar de que varios estudios han evaluado los efectos de la creatina sobre la función renal en atletas y personas sanas, los resultados en general sugieren que, cuando se consume en las dosis recomendadas, la creatina no presenta un riesgo significativo para la salud renal. Sin embargo, en personas con antecedentes de enfermedad renal o en aquellos con función renal comprometida, la suplementación con creatina podría requerir un monitoreo más cercano, ya que su uso podría potencialmente agravar condiciones preexistentes.

Para mejorar el rendimiento físico y la salud en general, tanto los atletas competitivos como los recreacionales recurren cada vez más a métodos que les ofrezcan una ventaja en su desempeño. Entre estos métodos, los enfoques nutricionales y de ejercicio son algunos de los más comúnmente empleados para potenciar los resultados de los entrenamientos. Estos enfoques buscan optimizar diversos aspectos del cuerpo humano, especialmente aquellos relacionados con el metabolismo energético y la resistencia física. Un ejemplo prominente de suplemento nutricional en este contexto es el monohidrato de creatina, un compuesto conocido en el ámbito deportivo por sus efectos ergogénicos. Este suplemento, cuya fórmula química es α-metil-guanidina-ácido acético (C₄H₉N₃O₂), ha sido objeto de numerosos estudios científicos debido a su eficacia comprobada en la mejora del rendimiento físico, particularmente en ejercicios que requieren esfuerzo anaeróbico y en actividades de alta intensidad.

La creatina, aunque comúnmente se asocia con la suplementación, también es producida de manera natural en el cuerpo humano. A través de un proceso metabólico que involucra los aminoácidos glicina y arginina, el hígado, los riñones y el páncreas sintetizan creatina, la cual es transportada a los músculos esqueléticos, donde desempeña un papel fundamental en el metabolismo energético. La función principal de la creatina es la de facilitar la resíntesis rápida de trifosfato de adenosina (ATP), la principal fuente de energía celular, durante periodos de ejercicio prolongado o de alta demanda energética. La creatina se convierte en fosfocreatina dentro de las fibras musculares, lo que permite mantener niveles óptimos de ATP para la contracción muscular, contribuyendo así a la mejora del rendimiento físico. Por esta razón, su suplementación se ha vuelto común entre los atletas que practican deportes de corta duración pero alta intensidad, como el levantamiento de pesas, el sprint y los deportes de combate.

Más allá de su conocida acción ergogénica, un número creciente de investigaciones ha señalado que la creatina también podría tener beneficios terapéuticos en varios contextos clínicos. Por ejemplo, se han explorado sus efectos en el tratamiento de enfermedades reumáticas y trastornos neurodegenerativos como la esclerosis lateral amiotrófica y el Parkinson. Este potencial terapéutico resalta su aplicabilidad más allá de la población atlética, sugiriendo que la creatina podría ser útil en el tratamiento de condiciones que afectan el metabolismo energético de las células.

En cuanto a la evaluación del rendimiento renal, uno de los indicadores más importantes es la tasa de filtración glomerular (TFG), que refleja la capacidad de los riñones para filtrar y eliminar sustancias de la sangre. Tradicionalmente, la TFG se ha estimado a partir de la eliminación de solutos en el cuerpo, utilizando marcadores exógenos como la inulina en los métodos más precisos, conocidos como TFG medida (mGFR). Sin embargo, este enfoque es poco práctico y generalmente se utiliza solo en entornos especializados. De manera más común, la TFG estimada (eGFR) se calcula utilizando biomarcadores séricos como la creatinina, un subproducto del metabolismo muscular. La creatinina se produce constantemente en el cuerpo como resultado de la descomposición de la creatina en los músculos, y sus niveles en sangre se consideran un marcador importante para evaluar la función renal.

Sin embargo, un desafío en la interpretación de estos valores es que los niveles de creatinina en sangre pueden aumentar como resultado de la suplementación crónica con creatina. Este aumento en los niveles de creatinina no siempre está asociado con una función renal comprometida, sino que puede ser simplemente el reflejo de un aumento en la cantidad de creatina en el cuerpo. Dado que la creatinina es un subproducto directo de la creatina, su elevación no necesariamente indica daño renal. Por lo tanto, estimar la TFG en los estudios de suplementación con creatina utilizando únicamente la creatinina como biomarcador puede ser engañoso, ya que no permite una evaluación precisa de la salud renal en estos casos. Por esta razón, los estudios que evalúan los efectos de la creatina sobre la función renal deben ser interpretados con cautela y considerar otros marcadores renales además de la creatinina.

A pesar de que persisten preocupaciones sobre la seguridad de la suplementación con creatina, especialmente en relación con los posibles efectos sobre la función renal, muchos estudios científicos no han observado cambios significativos en los principales marcadores de la función renal, como la TFG medida, la cistatina C, la proteinuria o la albuminuria. Las preocupaciones iniciales surgieron principalmente de informes clínicos tempranos, algunos estudios en animales y la dependencia clínica del uso de la creatinina como único indicador de la función renal. Sin embargo, la mayoría de los estudios realizados en seres humanos han demostrado que el uso oral de creatina, cuando se sigue una dosificación adecuada, no conduce a daños renales. Esto ha sido confirmado por diversas investigaciones que muestran que, en individuos sanos, la suplementación con creatina no afecta negativamente la función renal a largo plazo.

La tasa de filtración glomerular (TFG) se considera uno de los indicadores más confiables y completos de la función renal, tanto en individuos saludables como en pacientes con enfermedad renal. Este parámetro refleja la capacidad global de los riñones para filtrar y eliminar sustancias de la sangre, un proceso que involucra el funcionamiento adecuado de todos los nefrones, las unidades estructurales y funcionales del riñón. La TFG no solo mide la función de un solo componente renal, sino que captura la actividad integrada de todos los nefrones en el riñón. Por lo tanto, se considera más representativa de la salud renal general que los biomarcadores aislados como la creatinina o la albumina, que pueden no reflejar con precisión el estado global de la función renal.

Las pautas clínicas actuales enfatizan que la TFG es un indicador más confiable de la salud renal que los cambios transitorios en otros biomarcadores. Por ejemplo, los niveles de creatinina sérica pueden verse afectados por factores extrarrenales como la masa muscular, la dieta, la suplementación o la ingesta de ciertos medicamentos. La creatinina, al ser un subproducto del metabolismo muscular, puede elevarse temporalmente debido a un aumento en la masa muscular o a la suplementación con creatina, lo que no necesariamente refleja un deterioro de la función renal. En cambio, los valores estables y consistentes de la TFG son clínicamente más importantes para evaluar la función renal, ya que indican una función renal continua y estable a lo largo del tiempo, sin estar influenciados por factores temporales que podrían alterar los niveles de creatinina o de otros biomarcadores.

Se ha observado un pequeño pero significativo aumento en los niveles de creatinina sérica tras la suplementación con creatina. Este aumento no debe interpretarse como un signo de daño renal, sino como una respuesta fisiológica esperada, dada la función de la creatina en el organismo. Al analizar los efectos de la suplementación con creatina según su duración, se encontró que las intervenciones de corto plazo, de menos de una semana, provocaron un aumento notable en los niveles de creatinina. Este aumento puede ser explicado por la rápida saturación de las reservas de creatina intramuscular, lo que lleva a un incremento en la producción de creatinina como subproducto de la creatina utilizada. Este aumento es de naturaleza farmacocinética, lo que significa que es una respuesta bioquímica predecible que refleja la adaptación inicial del cuerpo a la suplementación, y no una señal de insuficiencia renal.

En los estudios de mediana duración (entre 1 y 12 semanas), el aumento en los niveles de creatinina fue más modesto y no alcanzó la significancia estadística. Esto sugiere que, durante este período intermedio, el cuerpo comienza a ajustarse al aumento de creatina en el organismo, y las reservas musculares de creatina se estabilizan, lo que resulta en una disminución de la fluctuación en los niveles de creatinina. Finalmente, en los estudios a largo plazo (más de 12 semanas), se observó nuevamente un aumento estadísticamente significativo en los niveles de creatinina. Esto indica que, con el tiempo, la suplementación continua con creatina puede provocar un aumento más sostenido en los niveles de creatinina, aunque aún dentro de un rango fisiológico normal y no asociado a daño renal.

 

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Naeini, E. K., Eskandari, M., Mortazavi, M., Gholaminejad, A., & Karevan, N. (2025). Effect of creatine supplementation on kidney function: a systematic review and meta-analysis. BMC nephrology26(1), 622. https://doi.org/10.1186/s12882-025-04558-6
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