Manifestaciones clínicas de la diabetes mellitus
Manifestaciones clínicas de la diabetes mellitus

Manifestaciones clínicas de la diabetes mellitus

La diabetes mellitus tipo 1 se caracteriza por un complejo de síntomas derivados de la hiperosmolaridad y la hiperketonemia, que se producen por la acumulación de glucosa y ácidos grasos circulantes en el organismo. Esta condición resulta principalmente de la deficiencia absoluta de insulina, que suele manifestarse de manera aguda en los pacientes con diabetes tipo 1. A continuación, se describen los hallazgos clínicos más comunes de esta enfermedad, relacionados con sus síntomas y signos.

Síntomas y Signos en la Diabetes Tipo 1

  1. Aumento de la Micción y Sed (Poliuria y Polidipsia):
    La poliuria, o aumento de la frecuencia urinaria, y la polidipsia, o sed excesiva, son síntomas clásicos de la diabetes tipo 1. Estos se deben a la diuresis osmótica resultante de la hiperglucemia sostenida. La presencia de niveles elevados de glucosa en la sangre provoca un aumento en la concentración de solutos en los túbulos renales, lo que a su vez impide la reabsorción normal de agua. Como consecuencia, se pierde no solo glucosa en la orina, sino también agua libre y electrolitos. Esto da lugar a una deshidratación significativa que se percibe clínicamente como sed extrema.

  2. Visión Borrosa:
    La visión borrosa es otro síntoma frecuente en los pacientes con diabetes tipo 1, particularmente cuando los niveles de glucosa son elevados de manera crónica. Esto ocurre porque las lentes oculares se exponen a fluidos hiperosmolares, lo que provoca un cambio en su forma y densidad, alterando la capacidad del ojo para enfocar correctamente las imágenes. La visión borrosa tiende a mejorar cuando se restablecen los niveles de glucosa a valores más normales con el tratamiento adecuado.

  3. Pérdida de Peso (A pesar del Aumento del Apetito):
    Un fenómeno común en la diabetes tipo 1 es la pérdida de peso inexplicable, incluso cuando los pacientes reportan un aumento en su apetito. Inicialmente, la pérdida de peso se debe a la disminución de agua, glucógeno y triglicéridos en el cuerpo. Sin embargo, en las fases más avanzadas de la enfermedad, se produce una pérdida muscular significativa, ya que los aminoácidos de las proteínas musculares se desvían hacia la producción de glucosa y cuerpos cetónicos. En casos de deficiencia insulínica subaguda o crónica, la pérdida de grasa subcutánea y el desgaste muscular son evidentes. Además, la reducción en el volumen plasmático puede dar lugar a hipotensión postural, un signo pronóstico importante que indica una disminución significativa en la circulación sanguínea.

  4. Parestesias:
    Las parestesias, o sensaciones anormales como hormigueo o entumecimiento, pueden estar presentes en el momento del diagnóstico, especialmente cuando la diabetes tipo 1 tiene un inicio subagudo. Estas sensaciones son reflejo de una disfunción temporal de los nervios sensoriales periféricos. La disfunción nerviosa suele resolverse cuando la insulina se administra de manera efectiva, restaurando los niveles de glucosa en sangre más cercanos a lo normal. La aparición de parestesias sugiere una neurotoxicidad debida a la hiperglucemia prolongada y sus efectos sobre los nervios periféricos.

  5. Alteración del Nivel de Conciencia:
    El nivel de conciencia de los pacientes con diabetes tipo 1 puede verse afectado en función del grado de hiperosmolaridad y acidosis metabólica presente. Si la deficiencia de insulina se desarrolla de manera relativamente lenta y se mantiene un adecuado aporte de líquidos, los pacientes pueden estar relativamente alertas, y los signos físicos pueden ser mínimos. Sin embargo, cuando la cetoacidosis (DKA) progresa y la deshidratación empeora, los mecanismos compensatorios del cuerpo se vuelven inadecuados, lo que lleva a un aumento de la osmolalidad sérica, que puede superar los 320–330 mOsm/L. En tales casos, los pacientes pueden desarrollar estupor o incluso coma. Un hallazgo característico en la cetoacidosis diabética es el olor a fruta en el aliento debido a la presencia de acetona, lo que apoya el diagnóstico de esta condición grave.

Cetoacidosis Diabética (DKA) y sus Efectos en los Síntomas:
La cetoacidosis diabética es una complicación grave que puede presentarse en pacientes con diabetes tipo 1, especialmente cuando la deficiencia de insulina es aguda o no se controla adecuadamente. La cetoacidosis exacerba la deshidratación y la hiperosmolaridad, ya que la acumulación de cuerpos cetónicos (ácidos) en el cuerpo contribuye a la acidosis metabólica y al agravamiento de los síntomas. La falta de insulina impide la utilización adecuada de la glucosa por las células, lo que provoca una liberación de ácidos grasos del tejido adiposo para la producción de cuerpos cetónicos como fuente alternativa de energía. Esto genera un ciclo vicioso que empeora la condición clínica del paciente. La cetoacidosis, por lo tanto, no solo empeora la deshidratación, sino que también dificulta la reposición adecuada de líquidos por vía oral, lo que puede resultar en un deterioro rápido del estado general del paciente.

 

Síntomas y Signos en la Diabetes Tipo 2

La diabetes mellitus tipo 2 se presenta de manera diferente a la diabetes tipo 1, con un inicio más insidioso y en muchos casos sin síntomas evidentes durante los primeros períodos de la enfermedad. En pacientes con diabetes tipo 2, especialmente aquellos con obesidad, la enfermedad puede no ser detectada hasta que se encuentren alteraciones como la glucosuria o la hiperglucemia durante estudios de laboratorio rutinarios. A pesar de que algunos pacientes pueden experimentar síntomas clásicos como aumento de la micción y la sed, muchos otros permanecen asintomáticos al principio. En algunos casos, cuando la enfermedad ha estado presente sin ser diagnosticada por un tiempo prolongado, pueden aparecer complicaciones neuropáticas o cardiovasculares al momento de la presentación.

Una complicación grave asociada con la diabetes tipo 2 es el coma hiperglucémico hiperosmolar, que puede presentarse cuando la osmolalidad sérica excede los 320–330 mOsm/L. En estos casos, los pacientes suelen estar profundamente deshidratados, hipotensos, letárgicos o incluso en coma, pero sin la presencia de respiraciones de Kussmaul, características de la cetoacidosis diabética. A continuación, se detallan algunos de los hallazgos clínicos más relevantes de la diabetes tipo 2, relacionados con manifestaciones dérmicas, el hábito corporal y complicaciones obstétricas.

Manifestaciones Dérmicas:

Las manifestaciones en la piel son comunes en la diabetes tipo 2, especialmente en aquellos pacientes con un control glucémico deficiente. Las infecciones crónicas de la piel son frecuentes, y muchas veces, los pacientes presentan picazón generalizada (prurito) como uno de los primeros síntomas. En mujeres, los síntomas de vaginitis, como la candidiasis vaginal crónica, pueden ser las primeras manifestaciones que sugieren la presencia de diabetes. La vulvovaginitis candidiásica recurrente debe levantar la sospecha de diabetes, en particular cuando no hay otros factores explicativos para las infecciones repetidas. En los hombres no circuncidados, la balanopostitis, que es la inflamación del prepucio y el glande, puede desarrollarse debido a la proliferación de microorganismos.

Además, otro hallazgo dermatológico característico de la diabetes tipo 2 es la acantosis nigricans, una condición que se asocia con una resistencia significativa a la insulina. En esta condición, la piel se vuelve oscura y engrosada, especialmente en áreas de pliegues como las axilas, la ingle y la parte posterior del cuello. Este signo es indicativo de un trastorno metabólico subyacente y es un marcador de alto riesgo para el desarrollo de diabetes tipo 2. En pacientes con diabetes no controlada que también tienen antecedentes familiares de hipergliceridemia, pueden aparecer xantomas eruptivos, que son depósitos de grasa amarillenta que se localizan en superficies de flexión de los miembros, los glúteos y alrededor de los ojos. La lipemia retinalis, un hallazgo ocular asociado con niveles elevados de triglicéridos, también puede estar presente en estos pacientes.

Hábito Corporal:

El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo clave para el desarrollo de la diabetes tipo 2. Los pacientes con este tipo de diabetes suelen tener una distribución centrípeta de la grasa corporal, es decir, una acumulación de grasa en la parte superior del cuerpo, particularmente en el abdomen, el pecho, el cuello y la cara, mientras que las extremidades tienden a ser más musculosas o menos adiposas. Esta distribución característica de la grasa, también conocida como obesidad abdominal o central, está asociada con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Un perímetro de cintura superior a 40 pulgadas (102 cm) en hombres y a 35 pulgadas (88 cm) en mujeres se asocia con un riesgo incrementado de presentar la enfermedad. Además, muchos pacientes con diabetes tipo 2 y obesidad también presentan hipertensión arterial leve, lo que aumenta el riesgo de complicaciones cardiovasculares a largo plazo.

Complicaciones Obstétricas:

En mujeres, la diabetes tipo 2 debe ser considerada cuando se presentan complicaciones durante el embarazo, tales como la entrega de bebés que pesen más de 4.1 kilogramos (9 libras), un hallazgo conocido como macrosomía fetal. Otros factores de riesgo obstétricos que sugieren la presencia de diabetes tipo 2 son la polihidramnios (un exceso de líquido amniótico), la preeclampsia (una condición hipertensiva del embarazo) o la pérdida fetal inexplicada. Las mujeres con diabetes tipo 2 tienen un mayor riesgo de desarrollar estas complicaciones debido a los efectos de la hiperglucemia sobre el feto y la placenta, que pueden alterar el desarrollo normal del embarazo y poner en riesgo tanto a la madre como al bebé.

 

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
  2. Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
  3. Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
  4. Rozman, C., & Cardellach López, F. (Eds.). (2024). Medicina interna (20.ª ed.). Elsevier España.
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