La mayoría de las reacciones a las transfusiones de sangre no son hemolíticas, sino que corresponden a respuestas inmunológicas contra los antígenos presentes en los leucocitos transfundidos, conocidos como leucocitos pasaje o «pasajeros». Estos leucocitos son glóbulos blancos presentes en los productos sanguíneos, que, si bien no son el componente principal en la transfusión de glóbulos rojos, pueden desencadenar una respuesta inmune en el receptor, especialmente si este ha sido sensibilizado previamente a los antígenos leucocitarios, ya sea por transfusiones previas o por embarazos anteriores. La sensibilización de un individuo a estos antígenos ocurre cuando su sistema inmunológico produce anticuerpos contra los leucocitos del donante, debido a un contacto previo con estos antígenos. Esto se observa comúnmente en mujeres que han estado embarazadas y han estado expuestas a la sangre fetal, o en pacientes que han recibido transfusiones de sangre previamente.
Los productos sanguíneos ricos en plasma leucocitario, como las plaquetas, son los más propensos a inducir estas reacciones. Esto se debe a que las plaquetas, a diferencia de los glóbulos rojos, contienen una cantidad relativamente alta de leucocitos, que pueden actuar como «dianas» para los anticuerpos del receptor. De hecho, las reacciones de leucoaglutinina, que son una forma de respuesta inmune dirigida contra los leucocitos transfundidos, se observan en aproximadamente el 1% de las transfusiones de glóbulos rojos y en alrededor del 2% de las transfusiones de plaquetas. Estas reacciones pueden ser desde leves hasta moderadas o graves, dependiendo de la intensidad de la respuesta inmune del receptor.
Sin embargo, el riesgo de una reacción de leucoaglutinina se reduce significativamente cuando los productos sanguíneos han sido sometidos a un proceso de leucorreducción. La leucorreducción es una técnica en la que se eliminan los leucocitos de los productos sanguíneos durante el proceso de recolección o antes de la transfusión, lo que minimiza la cantidad de leucocitos transfundidos y, por ende, reduce la probabilidad de que se desencadene una respuesta inmune contra estos. Los productos sanguíneos que han sido leucorreducidos son mucho menos propensos a causar reacciones relacionadas con los leucocitos, por lo que su uso es ampliamente recomendado, especialmente en pacientes que tienen antecedentes de sensibilización a los antígenos leucocitarios.
Cuando ocurre una reacción de leucoaglutinina, los síntomas suelen desarrollarse dentro de las primeras 12 horas tras la transfusión. Los más comunes son fiebre y escalofríos, que son indicativos de una respuesta inflamatoria mediada por la liberación de citoquinas y otras moléculas inflamatorias durante la interacción entre los leucocitos del donante y el sistema inmunológico del receptor. En casos más graves, los pacientes pueden experimentar tos y dificultad para respirar (disnea), que pueden estar asociados con una infiltración pulmonar transitoria visible en las radiografías de tórax. Estas infiltraciones pulmonares reflejan una reacción inflamatoria local en los pulmones, que, en la mayoría de los casos, es autolimitada y desaparece después de un breve período de tiempo.
Una característica importante de las reacciones de leucoaglutinina es que no involucran hemólisis, es decir, no se produce la destrucción de los glóbulos rojos transfundidos. Por lo tanto, a diferencia de las reacciones hemolíticas, en las reacciones de leucoaglutinina los niveles de hemoglobina del paciente aumentan según lo esperado después de la transfusión. Esto se debe a que los glóbulos rojos transfundidos no se están destruyendo de manera rápida e incontrolada, como ocurre en las reacciones hemolíticas, sino que la respuesta inmune está dirigida específicamente contra los leucocitos, sin afectar directamente a los glóbulos rojos.
Las reacciones de leucoaglutinina, que son respuestas inmunológicas dirigidas contra los leucocitos transfundidos, pueden ser tratadas eficazmente mediante una combinación de fármacos destinados a mitigar la inflamación y la respuesta alérgica que estas reacciones provocan. En estos casos, los fármacos utilizados incluyen el acetaminofén, la difenhidramina y los corticosteroides, entre otros.
El acetaminofén, un analgésico y antipirético comúnmente utilizado, puede ser útil en el manejo de los síntomas de fiebre y escalofríos, que son característicos de las reacciones de leucoaglutinina. La fiebre y los escalofríos son respuestas inflamatorias a la liberación de citoquinas y otras moléculas mediadoras de la inflamación que ocurren cuando el sistema inmunológico del receptor reacciona contra los leucocitos transfundidos. La administración de acetaminofén, en dosis de entre 500 y 650 miligramos por vía oral, puede reducir eficazmente la fiebre, mejorando el confort del paciente y ayudando a controlar los síntomas inflamatorios menores asociados con la reacción.
La difenhidramina, un antihistamínico de primera generación, se utiliza para mitigar los síntomas de la reacción alérgica que a veces acompañan a las reacciones de leucoaglutinina, como prurito, urticaria y, ocasionalmente, dificultad para respirar. Este medicamento puede administrarse tanto por vía oral como intravenosa, siendo la dosis habitual de 25 miligramos en ambos casos. La difenhidramina actúa bloqueando los receptores de histamina en el cuerpo, lo que reduce la respuesta alérgica y contribuye a aliviar los síntomas relacionados con la liberación de histamina durante la reacción inmunológica.
En situaciones más graves, cuando la respuesta inflamatoria es más intensa y los síntomas son más pronunciados, se pueden utilizar corticosteroides, como la hidrocortisona, para controlar la inflamación. Los corticosteroides tienen un efecto inmunosupresor potente, inhibiendo la liberación de citoquinas proinflamatorias y reduciendo la respuesta inmune generalizada. En el caso de las reacciones de leucoaglutinina severas, se suele administrar hidrocortisona a una dosis de 1 miligramo por kilogramo de peso corporal por vía intravenosa. Estos fármacos son efectivos para reducir la inflamación pulmonar, mejorar la función respiratoria y disminuir la severidad de la reacción alérgica o inflamatoria que puede afectar al paciente.
En cuanto a la prevención de estas reacciones, el uso rutinario de técnicas de leucorreducción durante la donación de sangre ha tenido un impacto significativo en la disminución de las reacciones de leucoaglutinina. La leucorreducción consiste en un proceso mediante el cual se eliminan los leucocitos de los productos sanguíneos antes de la transfusión, lo que reduce la probabilidad de que los anticuerpos del receptor ataquen a los leucocitos transfundidos. Este procedimiento es ahora estándar en muchos bancos de sangre, especialmente para productos como las plaquetas, que suelen tener una mayor concentración de leucocitos. La transfusión de sangre leucorreducida ha demostrado ser eficaz en la reducción de la incidencia de estas reacciones, lo que ha hecho que las reacciones de leucoaglutinina sean menos frecuentes en la práctica clínica moderna.
Sin embargo, a pesar de la leucorreducción, algunos pacientes pueden experimentar episodios severos de leucoaglutinina. Esto puede ocurrir si, por alguna razón, la leucorreducción no ha sido suficientemente eficaz o si el paciente tiene una mayor sensibilidad a los leucocitos transfundidos. En estos casos, cuando las transfusiones de sangre leucorreducida no son suficientes para prevenir la reacción, una opción terapéutica adicional es el uso de productos sanguíneos leucopobres o lavados. Los productos leucopobres son aquellos en los que se ha eliminado aún más eficientemente el contenido de leucocitos, mientras que los productos lavados son aquellos que han sido sometidos a un proceso adicional de lavado para eliminar los restos de plasma y otros componentes, incluyendo los leucocitos. Estos productos pueden ser especialmente útiles en pacientes con antecedentes de reacciones alérgicas graves a los leucocitos o en aquellos con una alta susceptibilidad a las reacciones de leucoaglutinina, proporcionando una alternativa segura cuando la leucorreducción estándar no es suficiente.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
Originally posted on 21 de noviembre de 2024 @ 12:59 AM