Tratamiento del carcinoma basocelular

Tratamiento del carcinoma basocelular
Tratamiento del carcinoma basocelular

La biopsia de lesiones sospechosas de carcinoma basocelular es fundamental por varias razones. El carcinoma basocelular es el tipo más común de cáncer de piel, y aunque generalmente crece lentamente y tiene un bajo potencial metastásico, puede tener graves implicaciones si no se diagnostica y trata adecuadamente. Por lo tanto, la confirmación diagnóstica mediante biopsia es esencial para iniciar el tratamiento adecuado y oportuno.

Existen dos métodos comunes de biopsia para el carcinoma basocelular: la biopsia por raspado y la biopsia por punch. La biopsia por raspado implica raspar la superficie de la lesión para obtener una muestra de tejido, mientras que la biopsia por punch utiliza un instrumento para extraer un pequeño cilindro de tejido de la lesión. Ambos métodos permiten al patólogo examinar las características histopatológicas del tejido bajo un microscopio para confirmar el diagnóstico de carcinoma basocelular.

Una vez confirmado el diagnóstico, el objetivo principal del tratamiento es erradicar el carcinoma basocelular con el mínimo daño cosmético posible. Dado que muchos carcinomas basocelulares se encuentran en áreas visibles de la piel, como la cara o el cuello, la preocupación por el aspecto estético después del tratamiento es comprensible. Por lo tanto, se prefieren enfoques terapéuticos que maximicen la eliminación del tumor mientras se minimiza la deformidad cosmética.

La elección del tratamiento específico depende en gran medida de la clasificación histopatológica del carcinoma basocelular. La variedad de subtipos histológicos de carcinoma basocelular, como el tipo nodular, superficial, morfeiforme, infiltrativo, entre otros, tienen implicaciones importantes en la selección del tratamiento óptimo. Algunos subtipos pueden responder mejor a ciertas modalidades terapéuticas que otros, y la clasificación histopatológica ayuda a guiar esta decisión.

Por ejemplo, los carcinomas basocelulares superficiales a menudo pueden tratarse con terapias tópicas, como el imiquimod o el 5-fluorouracilo, mientras que los carcinomas basocelulares más invasivos pueden requerir cirugía más extensa, como la excisión quirúrgica o la cirugía micrográfica de Mohs. Por lo tanto, la clasificación histopatológica proporciona información valiosa para determinar el enfoque terapéutico más efectivo para cada paciente.

El imiquimod (aplicado tópicamente 5 noches por semana durante 6 a 10 semanas, dependiendo de la reacción del paciente) y el 5-fluorouracilo (aplicado tópicamente dos veces al día durante hasta 12 semanas) pueden ser apropiados para pacientes seleccionados con carcinomas basocelulares superficiales, pero el área tratada debe ser observada en busca de evidencia de curación completa.

Las lesiones superficiales o nodulares pueden abordarse de varias maneras, incluido el curetaje y la electrofulguración, la excisión quirúrgica o la cirugía micrográfica de Mohs. Por otro lado, las lesiones clasificadas como micronodulares o infiltrativas generalmente requieren un enfoque más agresivo, como la excisión quirúrgica o la cirugía micrográfica de Mohs, dependiendo del tamaño y la ubicación de la lesión.

El curetaje y la electrofulguración son opciones de tratamiento comunes para lesiones superficiales o nodulares, especialmente en áreas donde la conservación del tejido es prioritaria. Esta técnica implica raspar la lesión con una cureta para eliminar el tejido canceroso y luego cauterizar el área con corriente eléctrica para detener el sangrado y destruir las células tumorales restantes. Aunque es efectivo para lesiones superficiales, el curetaje y la electrofulguración tienen limitaciones y no se recomiendan para lesiones en áreas delicadas como la cabeza y el cuello, o para carcinomas basocelulares con histopatología morfeiforme, infiltrativa o micronodular, donde la erradicación completa del tumor puede ser más difícil de lograr.

La excisión quirúrgica, por otro lado, implica la eliminación completa de la lesión junto con un margen de tejido normal circundante para asegurar la eliminación completa del tumor. Este enfoque es más adecuado para lesiones más grandes o con características histopatológicas que sugieren un mayor riesgo de recurrencia, como las lesiones micronodulares o infiltrativas. La excisión quirúrgica tiene una tasa de recurrencia baja, generalmente del 5% o menos, lo que la convierte en una opción efectiva para muchos pacientes.

Por último, la cirugía micrográfica de Mohs es un enfoque altamente especializado que se utiliza para tratar carcinomas basocelulares con máxima conservación de tejido y tasas de curación excepcionales. En este procedimiento, el tumor se elimina en capas delgadas y se examina microscópicamente de inmediato para detectar células tumorales residuales. Esto permite una extirpación precisa del tumor mientras se minimiza el daño al tejido circundante, lo que es especialmente importante en áreas estéticamente sensibles o donde la conservación de tejido es crítica.

La cirugía micrográfica de Mohs, la cual consiste en la extirpación del tumor seguida de un examen histopatológico de secciones congeladas inmediato de los márgenes con posterior reexcisión de áreas positivas para tumor y cierre final del defecto, brinda las tasas de curación más altas (98%) y produce la menor pérdida de tejido. Es una terapia adecuada para tumores en los párpados, pliegues nasolabiales, cánulas, oreja externa y sien; para lesiones recurrentes; donde se requiere ahorro de tejido para fines cosméticos; y para aquellos con histopatología morfeiforme, infiltrativa o micronodular en ciertas ubicaciones.

La terapia fotodinámica (PDT) y la aplicación tópica de un agente fotosensibilizante seguido de irradiación por una fuente de luz pueden ser opciones adecuadas para el tratamiento de algunos carcinomas basocelulares superficiales y nodulares pequeños por varias razones.

La terapia fotodinámica aprovecha la capacidad de ciertos agentes fotosensibilizantes para acumularse selectivamente en las células tumorales. Estos agentes son administrados tópicamente o por vía sistémica y se concentran en las células cancerosas. Luego, cuando se activan con luz de una longitud de onda específica, generan especies reactivas de oxígeno que dañan selectivamente las células tumorales, dejando intacto el tejido sano circundante.

Esta técnica es particularmente efectiva para carcinomas basocelulares superficiales y nodulares pequeños porque permite un tratamiento focalizado y selectivo. La luz se puede dirigir con precisión a la lesión, lo que minimiza el daño al tejido circundante y reduce el riesgo de efectos secundarios cosméticos no deseados. Además, la terapia fotodinámica puede ser menos invasiva que otros métodos, como la cirugía, y puede ser una opción atractiva para pacientes que desean evitar procedimientos quirúrgicos.

En contraste, la radioterapia puede ser efectiva para tratar carcinomas basocelulares en personas mayores, especialmente aquellos mayores de 65 años, debido a su relativa simplicidad y menor invasión en comparación con la cirugía. Sin embargo, los tumores recurrentes después de la radioterapia pueden ser más difíciles de tratar y potencialmente más agresivos, lo que limita su eficacia a largo plazo. Además, la radioterapia puede ser costosa y está asociada con algunos riesgos, como daño tisular a largo plazo y posibles efectos secundarios en la piel circundante.

Por otro lado, los inhibidores de la vía del hedgehog, como el vismodegib y el sonidegib, están reservados para el tratamiento de carcinomas basocelulares avanzados o metastásicos, así como para pacientes con una carga tumoral extensa, como aquellos con síndrome del nevus de células basales. Estos medicamentos actúan bloqueando la vía del hedgehog, que está implicada en el desarrollo y crecimiento de los carcinomas basocelulares. Sin embargo, su uso está limitado debido a sus efectos secundarios y costos asociados, y generalmente se reservan para casos graves donde otras opciones de tratamiento han fallado.

 

 

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