El shock es un estado patológico crítico que ocurre cuando la tasa de flujo sanguíneo arterial es insuficiente para satisfacer las necesidades metabólicas de los tejidos del cuerpo. Esta insuficiencia en la perfusión sanguínea compromete la capacidad de los órganos y tejidos para recibir el oxígeno y los nutrientes necesarios para realizar sus funciones metabólicas normales. A medida que el flujo sanguíneo disminuye, no solo se limita la entrega de oxígeno, sino que también se interrumpe el suministro de glucosa y otros sustratos esenciales para la producción de energía.
Cuando los tejidos no reciben suficiente oxígeno, las células no pueden realizar su metabolismo aeróbico habitual, que es el proceso más eficiente para la obtención de energía. En su lugar, las células recurren a la respiración anaeróbica, un proceso menos eficiente que produce ácido láctico como subproducto. Esta acumulación de ácido láctico en los tejidos periféricos genera un desequilibrio ácido-base en el organismo, lo que lleva a la acidosis láctica. La acidosis, a su vez, interfiere con las funciones celulares, causando disfunción en múltiples órganos.
La hipoxia regional, o la falta de oxígeno en áreas específicas del cuerpo, desencadena una serie de respuestas fisiológicas. Los mecanismos compensatorios, como el aumento de la frecuencia cardíaca y la vasoconstricción, intentan preservar el flujo sanguíneo a los órganos vitales, como el cerebro y el corazón, pero estos mecanismos no siempre son suficientes. Si la perfusión sigue siendo inadecuada, los tejidos comienzan a sufrir daño irreversible. Este daño celular progresa hacia la disfunción orgánica y, si no se corrige rápidamente, puede llevar a un fallo multiorgánico.
Además, el shock puede tener múltiples etiologías, como la hipovolemia (pérdida de volumen sanguíneo), la insuficiencia cardiaca (incapacidad del corazón para bombear adecuadamente) o la vasodilatación generalizada (como ocurre en el shock séptico), pero en todos los casos, el resultado final es un flujo sanguíneo insuficiente para satisfacer las demandas metabólicas de los tejidos. La persistencia de este estado puede resultar en la muerte celular y la necrosis de los órganos afectados, lo que en última instancia puede llevar al fallo multiorgánico irreversible.
Clasificación
El shock se puede clasificar en diferentes tipos según el mecanismo subyacente que lo cause, y se puede originar por una variedad de condiciones patológicas. La clasificación más comúnmente utilizada se divide en cuatro grandes grupos: shock hipovolémico, cardiogénico, obstructivo y distributivo. Cada uno de estos tipos tiene diferentes causas que afectan de manera específica el sistema circulatorio y la capacidad de los órganos para recibir oxígeno de manera adecuada.
Shock hipovolémico
El shock hipovolémico ocurre cuando hay una pérdida significativa de volumen sanguíneo o de otros líquidos corporales, lo que reduce la capacidad del sistema circulatorio para mantener una perfusión adecuada a los tejidos. Este tipo de shock puede ser causado por diversas condiciones, que se agrupan principalmente en dos grandes categorías: hemorragia y pérdida de volumen no sanguíneo.
- Hemorragia traumática: El sangrado debido a lesiones traumáticas severas es una de las causas más comunes de shock hipovolémico. Esto incluye hemorragias masivas como las que ocurren en situaciones de exanguinación, hemotórax (presencia de sangre en la cavidad pleural) o hemoperitoneo (sangrado dentro del abdomen). Además, las fracturas graves, especialmente las de huesos como el fémur o la pelvis, pueden resultar en un sangrado significativo que compromete el volumen circulante y lleva al shock hipovolémico.
- Hemorragia no traumática: En este caso, las pérdidas sanguíneas no están relacionadas con un trauma físico, pero son igualmente graves. Un ejemplo de ello es el sangrado gastrointestinal, que puede ser consecuencia de úlceras pépticas, varices esofágicas o cánceres gastrointestinales. También se encuentran dentro de este grupo condiciones como la ruptura de aneurismas de la aorta (una causa frecuente de hemorragia masiva) y la ruptura de un embarazo ectópico, que pueden provocar sangrados internos profusos.
- Pérdida de volumen no sanguíneo: Este tipo de shock hipovolémico puede ser causado por una pérdida significativa de líquidos extracelulares, como ocurre en los casos de quemaduras extensas, donde se pierde líquido a través de la piel dañada, o en condiciones como la necrosis epidérmica tóxica, que comprometen la integridad de la piel. Además, vómitos y diarreas severas pueden llevar a una deshidratación significativa, al igual que los estados hiperosmolares como el estado hiperglucémico hiperosmolar, que se observa en pacientes con diabetes tipo 2 descompensada. Otro factor que contribuye a la pérdida de volumen es la distribución anómala de líquidoso espacio de tercer espacio, como se observa en condiciones como la ascitis o la pancreatitis, donde el líquido se acumula en cavidades corporales y no está disponible para la circulación.
Shock cardiogénico
El shock cardiogénico ocurre cuando el corazón no puede bombear suficiente sangre para satisfacer las necesidades metabólicas de los tejidos. Este tipo de shock es consecuencia de una disfunción del miocardio, ya sea por una enfermedad miocárdica o por un trastorno mecánico que impida una adecuada contracción del corazón.
- Enfermedad miocárdica: El infarto agudo de miocardio, tanto del ventrículo izquierdo como del ventrículo derecho, es una causa principal de shock cardiogénico. Cuando el músculo cardíaco no recibe suficiente oxígeno debido a una obstrucción en las arterias coronarias, la función contráctil del corazón se ve comprometida. Otras condiciones que pueden generar un shock cardiogénico son la miocardiopatía dilatada, que implica un debilitamiento del músculo cardíaco, y diversas formas de insuficiencia cardíaca.
- Trastornos mecánicos: Los trastornos que afectan la anatomía y la función del corazón, como la insuficiencia valvular (por ejemplo, insuficiencia aórtica debido a una disección aórtica o ruptura de músculo papilar tras un infarto), la ruptura de aneurismas ventriculares o incluso una ruptura del septo ventricular o de la pared libre del ventrículo pueden ocasionar una disminución significativa del gasto cardíaco y desencadenar un shock cardiogénico. La insuficiencia valvular aguda secundaria a infecciones o abscesos también puede ser una causa de este tipo de shock.
- Arritmias: Las alteraciones en el ritmo cardíaco, como bradicardias graves (por ejemplo, bloqueos cardíacos) o taquicardias ventriculares (que afectan la capacidad de llenado y contracción del ventrículo), pueden impedir que el corazón mantenga una perfusión adecuada, llevando a un shock.
Shock obstructivo
El shock obstructivo se produce cuando hay una obstrucción física al flujo sanguíneo, lo que dificulta la circulación adecuada de la sangre. Las principales causas incluyen:
- Neumotórax a tensión: En esta condición, el aire queda atrapado en la cavidad pleural, lo que aumenta la presión intratorácica y reduce el retorno venoso al corazón, resultando en una disminución del gasto cardíaco.
- Enfermedades pericárdicas: Condiciones como el tamponade cardíaco (acumulación de líquido en el saco pericárdico que comprime el corazón) o la pericarditis constrictiva pueden limitar la capacidad del corazón para expandirse y bombear sangre, lo que lleva a un shock obstructivo.
- Embolia pulmonar masiva: Una obstrucción de las arterias pulmonares por un trombo (embolia) puede dificultar la oxigenación de la sangre, así como el retorno venoso al corazón, lo que produce un colapso cardiovascular.
- Hipertensión pulmonar severa y otras condiciones que aumentan la presión en la circulación pulmonar, como el auto-PEEP (presión positiva al final de la espiración) en pacientes sometidos a ventilación mecánica, también pueden contribuir a un shock obstructivo.
Shock distributivo (vasodilatador)
El shock distributivo se caracteriza por una vasodilatación generalizada, lo que provoca una distribución inadecuada del flujo sanguíneo y una disminución en la perfusión de los órganos. Este tipo de shock se clasifica en varias formas, según su causa subyacente.
- Shock anafiláctico: Es una reacción alérgica grave que causa una vasodilatación masiva y un aumento de la permeabilidad vascular, lo que lleva a una fuga de líquidos del sistema circulatorio y una reducción del volumen intravascular.
- Shock séptico: Este es uno de los tipos más comunes de shock distributivo, causado por una infección severa que desencadena una respuesta inflamatoria sistémica, lo que resulta en una vasodilatación extensiva y una distribución anómala del flujo sanguíneo, así como una alteración en la función de los órganos.
- Shock neurogénico: Ocurre cuando hay una pérdida de tono vasomotor, generalmente debido a una lesión en la médula espinal, que causa una vasodilatación generalizada y una reducción en la presión arterial.
- Shock inducido por fármacos: Ciertos fármacos, especialmente los que causan vasodilatación, como algunos anestésicos o vasodilatadores, pueden inducir un shock distributivo.
- Insuficiencia adrenal: La insuficiencia de las glándulas suprarrenales, especialmente en condiciones como la enfermedad de Addison, puede provocar un shock distributivo debido a la falta de cortisol, lo que altera el tono vascular y el equilibrio del volumen.
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Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
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