Conjuntivitis alérgica estacional y perenne
La conjuntivitis alérgica es una condición ocular caracterizada por la inflamación de la conjuntiva, que es la membrana que recubre la parte interna de los párpados y la superficie del ojo. Esta inflamación está relacionada con una reacción de hipersensibilidad de tipo I, también conocida como reacción inmediata, que se desencadena por la acción de la inmunoglobulina E (IgE).
En la hipersensibilidad de tipo I, el sistema inmunológico responde de manera exagerada ante la presencia de alérgenos, que son sustancias inofensivas para la mayoría de las personas. En el caso de la conjuntivitis alérgica, los alérgenos pueden incluir polen, ácaros del polvo, pelo de animales o esporas de moho. Cuando una persona susceptible a esta condición se expone a uno de estos alérgenos, su sistema inmunológico produce IgE específica contra el alérgeno.
La IgE se une a los mastocitos, células especializadas presentes en tejidos como la conjuntiva. Cuando la IgE se encuentra nuevamente con el alérgeno, se activan los mastocitos, liberando sustancias químicas como la histamina. Esta liberación de histamina y otras mediadores inflamatorios provoca los síntomas característicos de la conjuntivitis alérgica, que pueden incluir picazón, enrojecimiento, lagrimeo y secreción ocular.
Es importante señalar que, en algunas formas de conjuntivitis alérgica, también puede intervenir la hipersensibilidad de tipo IV, que es una respuesta celular retardada. En este caso, células específicas del sistema inmunológico, como los linfocitos T, desempeñan un papel en la reacción alérgica ocular.
La atopia es una predisposición genética que hace a una persona más propensa a experimentar reacciones de hipersensibilidad o alergias cuando se expone a antígenos ambientales específicos. Esta predisposición genética significa que individuos atópicos tienen una mayor probabilidad de desarrollar respuestas inmunológicas exageradas frente a sustancias que, en la mayoría de las personas, no causarían una reacción significativa.
Cuando una persona atópica se encuentra con ciertos alérgenos ambientales, como polen, ácaros del polvo, pelos de animales o mohos, su sistema inmunológico responde de manera exagerada, desencadenando reacciones alérgicas.
Estas reacciones alérgicas pueden manifestarse en diversas formas clínicas, siendo las más comunes la rinitis polínica (o rinitis alérgica estacional), el asma, el eccema o la conjuntivitis. Es importante destacar que aunque la atopia tiene una base genética, la expresión de estas alergias también puede estar influenciada por factores ambientales.
Conjuntivitis Alérgica Estacional y Perenne
La conjuntivitis alérgica estacional y perenne son dos formas comunes de enfermedades oculares subagudas que se distinguen principalmente por el patrón temporal de sus exacerbaciones, el cual está vinculado a los diferentes alérgenos que desencadenan cada una de ellas.
La conjuntivitis alérgica estacional, comúnmente conocida como “fiebre del heno”, tiende a empeorar durante la primavera y el verano. Esta forma de conjuntivitis es más frecuente y suelen desencadenarla alérgenos como los pólenes de árboles y hierbas. La prevalencia puede variar según la ubicación geográfica y las especies de plantas presentes en la región. Los síntomas característicos incluyen picazón, lagrimeo, enrojecimiento ocular y sensación de cuerpo extraño. La conjuntivitis alérgica estacional puede afectar significativamente la calidad de vida durante las estaciones en las que los alérgenos están más presentes en el ambiente.
En contraste, la conjuntivitis alérgica perenne causa síntomas durante todo el año, sin una variación marcada en relación con las estaciones. Sin embargo, los síntomas tienden a ser más pronunciados en otoño, cuando hay una mayor exposición a alérgenos como ácaros del polvo, caspa de animales y hongos. Aunque es menos frecuente que la forma estacional, la conjuntivitis alérgica perenne suele ser más leve. Los síntomas son similares a los de la forma estacional e incluyen picazón, lagrimeo y enrojecimiento ocular.
Síntomas
Los síntomas de la conjuntivitis, ya sea estacional o perenne, comparten características similares. Estos síntomas se caracterizan por ataques agudos o subagudos, que son episodios de aparición rápida y de duración relativamente corta. Los síntomas comunes incluyen:
- Enrojecimiento ocular: La parte blanca del ojo, la conjuntiva, presenta una coloración rojiza, indicativa de inflamación.
- Lagrimeo: Aumento de la producción de lágrimas.
- Picor: Sensación de irritación en los ojos. Estos síntomas suelen estar asociados con resfriados y rinorrea, lo que sugiere una conexión con infecciones respiratorias o catarrales.
Signos
- Visión normal: A pesar de los síntomas molestos, la capacidad visual del individuo afectado se mantiene normal. La conjuntivitis generalmente no afecta la función visual.
- Hiperemia conjuntival: Se observa un enrojecimiento de la conjuntiva, que es la membrana que recubre la parte interna de los párpados y la superficie del ojo. Este enrojecimiento es indicativo de inflamación.
- Reacción papilar leve: Existe una leve reacción papilar, que involucra la formación de pequeñas protuberancias en la conjuntiva conocidas como papilas. Estas papilas son una respuesta inflamatoria a la presencia de alérgenos u otros irritantes.
- Quemosis variable: La quemosis se refiere a la hinchazón o edema de la conjuntiva. La intensidad de esta hinchazón puede variar.
- Edema palpebral: Se observa hinchazón en los párpados, indicando la presencia de inflamación en esta área.
Examenes complementarios
En general, no suelen practicarse pruebas complementarias específicas para confirmar el diagnóstico de la conjuntivitis alérgica estacional y perenne. El diagnóstico suele basarse en la historia clínica, los síntomas presentes y el examen físico de los signos característicos de la afección.
Sin embargo, en casos más activos o cuando es necesario confirmar la presencia de ciertos tipos de células inflamatorias, como los eosinófilos, se pueden realizar frotis conjuntivales. Los eosinófilos son un tipo de glóbulo blanco asociado comúnmente con respuestas alérgicas. La presencia de eosinófilos en el frotis conjuntival puede proporcionar evidencia adicional de una reacción alérgica.
En casos excepcionales o cuando se busca identificar alérgenos específicos que desencadenan la conjuntivitis, se podrían considerar pruebas cutáneas de alergia. Estas pruebas implican la aplicación de pequeñas cantidades de alérgenos en la piel para observar la reacción cutánea. Sin embargo, estas pruebas no son rutinarias y se reservan para situaciones en las que se requiera una mayor precisión en la identificación de los alérgenos responsables.
Tratamiento
El enfoque terapéutico dependerá de la gravedad de los síntomas, la frecuencia de las exacerbaciones y las preferencias del paciente. Se basa en las siguientes pautas:
- Lágrimas Artificiales (si los síntomas son leves): En casos leves, el tratamiento inicial puede consistir en el uso de lágrimas artificiales. Estas ayudan a aliviar la sequedad ocular y proporcionan un alivio sintomático.
- Estabilizadores de los Mastocitos (p. ej., cromoglicato sódico, nedocromilo sódico, lodoxamida): Estos fármacos son eficaces en el tratamiento a largo plazo y se utilizan para prevenir las exacerbaciones de la conjuntivitis alérgica. Requieren varios días de uso continuo antes de alcanzar su efecto máximo.
- Antihistamínicos (p. ej., emedastina, epinastina, levocabastina, bepotastina): Los antihistamínicos son eficaces en el alivio de los síntomas y pueden emplearse durante las exacerbaciones. Son comparables en eficacia a los estabilizadores de los mastocitos.
- Fármacos de Acción Doble Antihistamínica/Estabilizadora de los Mastocitos (p. ej., azelastina, ketotifeno, olopatadina): Actúan rápidamente y son especialmente útiles durante las exacerbaciones agudas. Estos fármacos combinan propiedades antihistamínicas y estabilizadoras de los mastocitos.
- Combinaciones de Antihistamínico y Vasoconstrictor (p. ej., antazolina con xilometazolina): Estas combinaciones pueden proporcionar alivio temporal de los síntomas y también reducir la congestión ocular.
- Antiinflamatorios No Esteroideos (p. ej., diclofenaco): Aunque raramente se usan, los antiinflamatorios no esteroideos pueden mejorar los síntomas al reducir la inflamación. Su uso suele ser limitado.
- Corticoides Tópicos: Aunque son eficaces, generalmente no se recomiendan como primera línea de tratamiento debido a los posibles efectos secundarios asociados con el uso prolongado de corticoides.
- Antihistamínicos Orales: En casos de síntomas marcados, los antihistamínicos orales pueden ser indicados. Algunos, como la difenhidramina, pueden causar somnolencia y ser útiles para ayudar a dormir, mientras que otros, como la loratadina, tienen un menor efecto sedante.
Referencias bibliográficas: Salmon, J. F. (2021). Oftalmología clínica: un enfoque sistemático.