Enfermedad de Behçet
Enfermedad de Behçet

Enfermedad de Behçet

La enfermedad de Behçet, nombrada en honor al dermatólogo turco Hulusi Behçet, quien fue el primero en describirla, es un trastorno crónico y sistémico cuyo origen permanece desconocido. Esta enfermedad rara y compleja se manifiesta principalmente en personas de ascendencia asiática, turca o del Medio Oriente, aunque su prevalencia varía dependiendo de la región geográfica y la etnia de la población afectada.

Una de las características fundamentales de la enfermedad de Behçet es su naturaleza polimórfica, es decir, presenta una amplia gama de manifestaciones clínicas que afectan diversos sistemas del cuerpo. Estas manifestaciones, que pueden variar en su intensidad y gravedad, incluyen úlceras orales y genitales recurrentes, lesiones cutáneas, problemas oculares, y en algunos casos, alteraciones articulares, vasculares y neurológicas. Esta diversidad de síntomas es un reflejo de la implicación de distintos órganos y tejidos en el proceso patológico.

El mecanismo subyacente de la enfermedad se asocia principalmente con la vasculitis, un proceso inflamatorio que afecta a los vasos sanguíneos. La vasculitis en la enfermedad de Behçet puede comprometer vasos de todos los calibres: pequeños, medianos y grandes, e involucra tanto las arterias como las venas, lo que contribuye a la diversidad de las manifestaciones clínicas observadas. Esta inflamación de los vasos sanguíneos puede inducir una serie de complicaciones graves, como trombosis, aneurismas, y la formación de coágulos en distintos órganos, lo que explica algunas de las complicaciones más serias de la enfermedad.

La vasculitis que caracteriza la enfermedad de Behçet no está restringida a un tipo específico de vasos sanguíneos. De hecho, su alcance es extenso y abarca vasos de diferentes tamaños y en diferentes partes del cuerpo. Esto sugiere que el proceso inflamatorio en la enfermedad de Behçet no es específico de un tipo particular de circulación, sino que involucra una reacción inmunitaria que afecta de manera difusa la integridad de los vasos sanguíneos. Esta afectación multivascular es una de las razones por las cuales las manifestaciones clínicas pueden ser tan variadas y, a menudo, tan graves.

En términos de su etiología, aunque no se ha identificado una causa única para la enfermedad de Behçet, se han propuesto varios factores implicados en su desarrollo. Se cree que una predisposición genética, combinada con factores ambientales, puede jugar un papel crucial en la aparición de la enfermedad. En este sentido, se ha observado que ciertas variantes del sistema inmunológico pueden predisponer a los individuos a una respuesta inflamatoria excesiva y desregulada, lo que podría ser la base de la vasculitis que caracteriza a la enfermedad. Además, se ha sugerido que una infección o un agente desencadenante ambiental podría activar el sistema inmunológico en personas predispuestas, llevando al desarrollo de la enfermedad.

Manifestaciones clínicas

La característica distintiva de la enfermedad de Behçet es la presencia de úlceras aftosas dolorosas en la cavidad oral. Estas lesiones, que comúnmente son múltiples, suelen localizarse en la lengua, las encías y las superficies internas de la cavidad bucal. Las úlceras orales son uno de los síntomas más prominentes y se encuentran en casi todos los pacientes con la enfermedad, constituyendo una manifestación temprana y frecuente del trastorno. La aparición de estas úlceras es dolorosa y, en muchos casos, recurrente, lo que contribuye a la naturaleza crónica de la enfermedad.

Además de las úlceras orales, las lesiones genitales similares en apariencia también son comunes en la enfermedad de Behçet, aunque no todos los pacientes las experimentan. Estas lesiones genitales, aunque no siempre se presentan, pueden ser igualmente dolorosas y recurrentes, y generalmente se localizan en los genitales externos. Estas úlceras genitales son un hallazgo frecuente y, al igual que las orales, pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes.

Otro tipo de lesiones cutáneas características de la enfermedad de Behçet incluyen lesiones papulares eritematosas y sensibles que se asemejan al eritema nodoso. Estas lesiones, que aparecen generalmente en las extremidades inferiores, se caracterizan por nódulos dolorosos, rojos e inflamados, que a menudo se asocian con una respuesta inflamatoria en los vasos sanguíneos de la piel. Sin embargo, a pesar de que estas lesiones tienen una apariencia similar al eritema nodoso, en las biopsias se observa que muchas de ellas son consecuencia de la vasculitis, lo que las diferencia de otras afecciones como el eritema nodoso asociado con la sarcoidosis o la enfermedad inflamatoria intestinal.

Las lesiones papulopustulares también son frecuentes en la enfermedad de Behçet y pueden aparecer en diversas áreas del cuerpo, con una distribución que varía entre los pacientes. Estas lesiones son pequeñas protuberancias rojas que pueden supurar, lo que contribuye a la inflamación cutánea generalizada en los pacientes afectados por la enfermedad.

Una característica sutil pero importante de la enfermedad de Behçet es la presencia de un exantema eritematoso folicular que suele presentarse en los brazos y que, a menudo, pasa desapercibido. Esta erupción, que afecta principalmente las extremidades superiores, es un signo clínico menos llamativo pero relevante en el diagnóstico de la enfermedad, especialmente cuando otros síntomas están presentes.

El fenómeno de la patergia es otra manifestación característica de la enfermedad de Behçet, aunque a menudo es subestimada, a menos que se pregunte específicamente al paciente. Este fenómeno se describe como la aparición de pápulas o pústulas estériles en el sitio de inserción de una aguja en la piel, como ocurre, por ejemplo, durante la extracción de sangre. Este fenómeno de hipersensibilidad cutánea, provocado por un estímulo mecánico, es un hallazgo clínico distintivo que puede ser útil en el diagnóstico de la enfermedad, ya que su presencia puede sugerir un trastorno de la regulación inmunológica que subyace a la patogenia de la enfermedad de Behçet.

La artritis no erosiva es una manifestación común en la enfermedad de Behçet, ocurriendo en aproximadamente dos tercios de los pacientes. Esta condición inflamatoria articulares generalmente afecta las rodillas y los tobillos, siendo una de las complicaciones más frecuentes, aunque típicamente no causa daño estructural permanente en las articulaciones. El dolor y la inflamación articular pueden ser intensos durante los episodios, pero a menudo se resuelven sin dejar secuelas importantes, a diferencia de la artritis erosiva asociada a otras condiciones autoinmunes.

La afectación ocular, por otro lado, puede ser una de las complicaciones más devastadoras de la enfermedad de Behçet. La uveítis anterior es particularmente frecuente y se caracteriza por una tríada de síntomas: fotofobia, visión borrosa y ojo rojo. Esta inflamación intensa de la parte frontal del ojo puede llevar a la formación de un hipopión, que es la acumulación de pus en la cámara anterior del ojo, lo cual agrava la condición ocular y puede provocar pérdida permanente de la visión si no se trata adecuadamente. Si la uveítis anterior no recibe un tratamiento apropiado, puede dar lugar a la formación de sinequias, adherencias entre el iris y el cristalino, lo que resulta en una distorsión pupilar permanente.

En los casos más graves, la enfermedad puede comprometer la parte posterior del ojo, dando lugar a una uveítis posterior. Esta forma de uveítis, que afecta a la retina y a las venas retinianas, puede ser particularmente insidiosa, ya que puede causar una destrucción silenciosa de áreas significativas de la retina antes de que el paciente note problemas visuales. En algunos casos, la pérdida de visión es irreversible, lo que resalta la importancia de un diagnóstico temprano y un manejo adecuado de las complicaciones oculares.

El compromiso del sistema nervioso central (SNC) es otra de las manifestaciones graves de la enfermedad de Behçet, y puede ocasionar una morbilidad significativa. Las afecciones neurológicas incluyen meningitis estéril, caracterizada por episodios recurrentes de cefaleas meníngeas asociadas con pleocitosis linfocitaria en el líquido cefalorraquídeo. Los pacientes también pueden experimentar parálisis de los nervios craneales, convulsiones, encefalitis, alteraciones mentales y lesiones en la médula espinal. Estas manifestaciones neurológicas pueden imitar radiológicamente a la esclerosis múltiple, lo que a veces puede dificultar el diagnóstico. Las afectaciones del SNC son de especial preocupación debido a su potencial para causar daños permanentes en el sistema nervioso central.

En el ámbito gastrointestinal, las úlceras aftosas en el íleon y el ciego son comunes, y aproximadamente un cuarto de los pacientes desarrollan algún tipo de compromiso gastrointestinal. Estas úlceras pueden causar dolor abdominal, diarrea y otros síntomas digestivos, lo que puede complicar aún más la calidad de vida de los pacientes. El compromiso gastrointestinal, aunque menos frecuente que las manifestaciones cutáneas y articulares, puede ser grave y, en algunos casos, requerir tratamiento quirúrgico.

La vasculitis de los grandes vasos también es una complicación potencialmente mortal de la enfermedad de Behçet. En estos casos, la inflamación de los vasos sanguíneos grandes puede llevar a la formación de aneurismas en la arteria pulmonar, lo que aumenta el riesgo de hemorragias pulmonares graves, poniendo en peligro la vida del paciente. Estas complicaciones vasculares pueden ser difíciles de manejar y requieren una intervención médica urgente para prevenir consecuencias fatales.

Los pacientes con enfermedad de Behçet presentan una tendencia a la hipercoagulabilidad, lo que aumenta el riesgo de eventos trombóticos venosos complicados. Entre los problemas más comunes se encuentran la trombosis venosa profunda, los embolismos pulmonares, la trombosis del seno cerebral y otros trastornos asociados con la formación de coágulos. Estos eventos trombóticos pueden tener consecuencias graves, como daño a órganos vitales o eventos cerebrovasculares, y requieren un manejo cuidadoso para prevenir complicaciones adicionales.

El curso clínico de la enfermedad de Behçet suele ser crónico, pero se caracteriza por episodios de remisiones y exacerbaciones. Los pacientes pueden experimentar períodos de mejora de los síntomas seguidos de brotes en los que las manifestaciones clínicas se agravan, lo que implica que el tratamiento debe ser adaptado a la fase activa de la enfermedad. La naturaleza fluctuante de la enfermedad hace que el manejo sea complejo, y requiere una vigilancia continua para prevenir o minimizar las complicaciones graves.

 

Exámenes diagnósticos

Los hallazgos de laboratorio en la enfermedad de Behçet no presentan características patognomónicas, lo que significa que no existen pruebas de laboratorio específicas que permitan diagnosticar de manera definitiva esta enfermedad. En lugar de ello, el diagnóstico de la enfermedad de Behçet se basa principalmente en los hallazgos clínicos, ya que las pruebas de laboratorio, aunque útiles para la evaluación de ciertos aspectos del trastorno, no son concluyentes por sí solas.

Uno de los hallazgos de laboratorio más comunes en la enfermedad de Behçet son los reactantes de fase aguda, que suelen estar elevados en respuesta a la inflamación sistémica. Estos reactantes incluyen proteínas como la proteína C reactiva (PCR) y la velocidad de sedimentación de los eritrocitos (VSG), los cuales son marcadores generales de inflamación. Sin embargo, el aumento de estos reactantes no es exclusivo de la enfermedad de Behçet, ya que pueden observarse también en una variedad de otras condiciones inflamatorias e infecciosas. Por lo tanto, su elevación no proporciona un diagnóstico específico, pero sí puede ser indicativa de la presencia de un proceso inflamatorio activo en el organismo.

En cuanto a los autoanticuerpos, que a menudo son útiles en el diagnóstico de otras enfermedades autoinmunes, en la enfermedad de Behçet no se ha identificado un autoanticuerpo específico que esté relacionado de manera exclusiva con la enfermedad. A diferencia de trastornos como el lupus eritematoso sistémico o la artritis reumatoide, donde ciertos autoanticuerpos son hallazgos característicos, la ausencia de un autoanticuerpo específico en Behçet dificulta el diagnóstico basado únicamente en pruebas serológicas. Esto hace que la enfermedad de Behçet sea un desafío diagnóstico, ya que debe basarse en un enfoque clínico integral y en la exclusión de otras condiciones que puedan presentar síntomas similares.

A pesar de la ausencia de un marcador específico, se ha identificado un factor genético asociado con un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Behçet. El alelo HLA B51, una variante genética del complejo principal de histocompatibilidad de clase I, se ha encontrado con mayor frecuencia en individuos afectados por la enfermedad, lo que sugiere que existe una predisposición genética para desarrollar este trastorno. Sin embargo, es importante destacar que la presencia de este alelo no es ni necesaria ni suficiente para causar la enfermedad. Es decir, aunque la presencia de HLA B51 aumenta el riesgo de padecer la enfermedad de Behçet, no todas las personas portadoras de este alelo desarrollarán la enfermedad, y algunos pacientes sin este marcador genético también pueden verse afectados. Esto indica que la enfermedad de Behçet tiene una base genética compleja, en la que intervienen tanto factores genéticos como ambientales para desencadenar la enfermedad.

Tratamiento

El tratamiento de la enfermedad de Behçet se centra en el manejo de sus manifestaciones clínicas y en la reducción de la inflamación asociada con la vasculitis y otras complicaciones sistémicas. Debido a la naturaleza multiorgánica de la enfermedad, el tratamiento varía según la gravedad de los síntomas y los órganos afectados. A continuación, se describen las opciones terapéuticas más comunes utilizadas en el manejo de la enfermedad.

Para aliviar los síntomas ulcerativos mucocutáneos, como las úlceras orales y genitales, se emplean varios enfoques. La colchicina, un medicamento tradicionalmente utilizado en enfermedades inflamatorias como la gota, se ha demostrado eficaz en la reducción de la inflamación asociada con las úlceras. Su dosificación recomendada suele ser de 0.6 mg administrada una a tres veces al día por vía oral. Aunque su eficacia es variable, la colchicina puede ayudar a reducir la frecuencia y la intensidad de las úlceras mucocutáneas en muchos pacientes.

Otro tratamiento utilizado para las úlceras mucocutáneas son los corticosteroides tópicos, como la dexametasona oral en suspensión. Se puede administrar una dosis de 1 mg dos veces al día, realizando el enjuague bucal y escupiendo la solución, lo que permite un efecto local en la mucosa oral. Este tratamiento ayuda a reducir la inflamación y el dolor asociado con las úlceras orales, contribuyendo a la mejora de los síntomas mucocutáneos.

Un medicamento relativamente más reciente, aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA), es el apremilast, un inhibidor selectivo de la fosfodiesterasa-4. Este fármaco ha demostrado ser efectivo en el tratamiento de las úlceras orales en pacientes con enfermedad de Behçet. Actúa modulando diversas vías inflamatorias, lo que ayuda a reducir la inflamación y la recurrencia de las úlceras orales, contribuyendo a un alivio sintomático importante.

En casos de manifestaciones graves de la enfermedad, los corticosteroides sistémicos, como la prednisona oral, son fundamentales en la terapia inicial. Se utiliza una dosis de 1 mg por kilogramo de peso corporal al día, lo que ayuda a controlar la inflamación aguda y a prevenir complicaciones graves. Sin embargo, debido a los efectos secundarios a largo plazo de los corticosteroides, se busca su uso a corto plazo o en combinación con otros fármacos para reducir su dosis y minimizar los riesgos asociados.

Para aquellos pacientes que requieren un tratamiento más prolongado o para reducir la dependencia de los corticosteroides, la azatioprina, un agente inmunosupresor, se utiliza con frecuencia. Se administra en una dosis de 2 mg por kilogramo de peso corporal al día por vía oral. La azatioprina actúa inhibiendo la síntesis de ADN y la proliferación celular, lo que suprime la respuesta inmune y ayuda a prevenir la inflamación crónica. Este medicamento es útil como agente ahorrador de esteroides, permitiendo a los pacientes reducir la dosis de corticosteroides a largo plazo.

En casos más graves, especialmente cuando hay complicaciones oculares o del sistema nervioso central, el tratamiento puede requerir el uso de agentes más potentes. Medicamentos como el infliximab, la ciclosporina o el ciclofosfamida están indicados en situaciones donde hay compromiso ocular severo, como uveítis o ceguera, o complicaciones neurológicas graves, como meningitis o encefalitis. Estos medicamentos tienen un efecto inmunosupresor más potente y pueden ser necesarios para controlar los brotes de la enfermedad en estos órganos cruciales.

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Ozguler Y et al. Current pharmacological solutions for Behçet’s syndrome. Expert Opin Pharmacother. 2023;24:221. [PMID: 36458741]
  2. Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
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