Fisiología de la función sexual masculina

Fisiología de la función sexual masculina
Fisiología de la función sexual masculina

La disfunción sexual masculina afecta a 10 a 25% de los varones de mediana edad y ancianos. La salud sexual y la satisfacción con la vida sexual son aspectos importantes de la calidad de vida para muchos individuos.

La función sexual masculina normal requiere:

  1. libido conservada.
  2. capacidad para lograr y mantener la erección del pene.
  3. eyaculación.
  4. detumescencia.

 

El término libido se refiere al deseo sexual, en el que influyen estímulos visuales, olfatorios, táctiles, auditivos, hormonales y de la imaginación. Los esteroides sexuales, en particular la testosterona, potencian la libido, que puede estar disminuida por trastornos hormonales, psiquiátricos o por fármacos.

La tumescencia del pene que produce la erección depende de un aumento del flujo sanguíneo en el interior de la red lagunar, que se acompaña de una relajación total de las arterias y del músculo liso de los cuerpos cavernosos.

La microarquitectura de los cuerpos cavernosos se compone de una masa de músculos de fibras lisas (trabéculas) la cual contiene una red de vasos con revestimiento endotelial (espacios lagunares). La compresión subsiguiente del músculo liso trabecular contra la túnica albugínea fibraelástica causa el cierre pasivo de las venas emisarias y la acumulación de sangre en los cuerpos cavernosos. Si la erección es completa y el mecanismo valvular funciona adecuadamente, los cuerpos cavernosos se transforman en cilindros no comprimibles de los que no escapa la sangre.

El sistema nervioso central (SNC) ejerce una influencia importante, ya sea al estimular o al antagonizar las vías medulares que median la función eréctil y la eyaculación. La respuesta eréctil está mediada por una combinación de inervación central (psicógena) y periférica (reflexógena).

Los nervios sensoriales que se originan en receptores ubicados en la piel del pene y en el glande convergen para formar el nervio dorsal del pene, que se dirige a los ganglios de las raíces dorsales S2 a S4 por el nervio pudendo. Las fibras nerviosas parasimpáticas que llegan al pene nacen en las neuronas de las columnas mediolaterales de los segmentos medulares S2 a S4.

La inervación simpática tiene su origen en los segmentos medulares Tll a L2 y descienden por el plexo hipogástrico. El estímulo nervioso sobre el tono del músculo liso es esencial para iniciar y mantener la erección. También hay una interacción compleja entre las células del músculo liso de los cuerpos cavernosos y la capa de células endoteliales que yace por arriba.

El óxido nítrico es un vasodilatador que favorece la erección y es antagonizado por la endotelina endotelina-1 (ET-1) y la Rho cinasa, que median la vasoconstricción. Es la enzima óxido nítrico sintetasa la que sintetiza el óxido nítrico a partir de L-arginina y es liberado por la inervación autónoma no adrenérgica no colinérgica (NANC), para actuar a nivel postsináptico sobre las células del músculo liso. El óxido nítrico aumenta la producción de 3′ ,5′ -monofosfato de guanosina cíclico, que provoca relajación del músculo liso (fig. 390-lB). El GMP cíclico es descompuesto en forma gradual por la fosfodiesterasa tipo 5. Los inhibidores de la PDE-5, como sildenafilo, vardenafilo y tadalafilo mantienen la erección porque disminuyen la degradación del GMP cíclico.

Además del óxido nítrico, en el interior del tejido cavernoso se sintetizan prostaglandinas vasoactivas (PGE1, PGF2a), que aumentan las concentraciones de monofosfato de adenosina (AMP, adenosine monophosphate) cíclico y que también relajan las células del músculo liso de los cuerpos cavernosos.

El sistema nervioso simpático estimula la eyaculación e induce la contracción del epidídimo, los vasos deferentes, las vesículas seminales y la próstata, lo que hace que el líquido seminal penetre en la uretra. Después de la emisión del líquido seminal se producen contracciones rítmicas de los músculos bulbocavernoso e isquiocavernoso y esto origina la eyaculación. Esto se continúa con la expulsión, que se caracteriza por contracciones rítmicas estereotípicas de los músculos estriados perineales, que ocasionan la expulsión forzada de semen con el cuello vesical cerrado.

La emisión y expulsión seminales son controladas por centros somáticos del sistema nervioso autónomo (simpático y parasimpático) y por centros espinales somáticos, respectivamente. La sincronización entre los centros del sistema nervioso autónomo y somáticos espinales es coordinado por interneuronas que forman un generador espinal de la eyaculación.

La detumescencia es mediada por noradrenalina proveniente de los nervios simpáticos, la endotelina generada en la superficie vascular y la contracción del músculo liso inducida por los receptores adrenérgicos alfa postsinápticos, así como la activación de Rho cinasa. Estos fenómenos aumentan el flujo venoso y restablecen el estado de flacidez. Las fugas venosas pueden ocasionar detumescencia prematura y se deben a la relajación insuficiente del músculo liso de los cuerpos cavernosos más que a un defecto anatómico específico. Se denomina priapismo a la erección persistente y dolorosa y puede relacionarse con drepanocitosis, estados de hipercoagulabilidad, lesión de la médula espinal o inyección de vasodilatadores en el pene.

 

 

 

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