Hipertensión arterial no controlada y emergencia hipertensiva

Hipertensión arterial no controlada y emergencia hipertensiva
Hipertensión arterial no controlada y emergencia hipertensiva

La hipertensión no controlada y la emergencia hipertensiva son dos conceptos clave en la medicina cardiovascular que se refieren a diferentes presentaciones clínicas de la hipertensión arterial grave y su manejo urgente. Aunque históricamente se han utilizado una variedad de términos para describir las formas agudas y complicadas de la hipertensión, hoy en día se ha hecho un esfuerzo por simplificar la terminología y clasificar estas condiciones en dos grandes categorías: hipertensión no controlada y emergencia hipertensiva. Esta distinción se basa principalmente en la presencia o ausencia de daño agudo a los órganos diana, lo cual tiene importantes implicaciones para el diagnóstico y el tratamiento.

La hipertensión no controlada hace referencia a una elevación crónica y sostenida de la presión arterial que no está siendo adecuadamente manejada, ya sea debido a un tratamiento insuficiente, inadecuado o inexistente. Aunque la hipertensión no controlada puede ser grave, en este contexto, no hay evidencia inmediata de daño a los órganos vitales. Los pacientes con hipertensión no controlada pueden presentar valores de presión arterial muy elevados, pero sin la presencia de complicaciones agudas como infarto de miocardio, insuficiencia renal o encefalopatía hipertensiva.

En términos patofisiológicos, la hipertensión no controlada resulta de una combinación de factores, que incluyen la resistencia a la medicación antihipertensiva, la falta de adherencia al tratamiento, la presencia de comorbilidades que complican el control de la presión arterial (como la diabetes mellitus o la obesidad), y factores genéticos o de estilo de vida que exacerban la condición. Los pacientes con hipertensión no controlada son vulnerables a desarrollar complicaciones más graves si no se aborda adecuadamente el control de la presión arterial, lo que subraya la importancia de un manejo adecuado y continuo para prevenir la progresión hacia formas más peligrosas de la hipertensión.

Por otro lado, la emergencia hipertensiva se caracteriza por una elevación crítica de la presión arterial asociada con daño agudo a uno o más órganos diana, como el corazón, el cerebro, los riñones o los ojos. En estos casos, la hipertensión no solo es elevada, sino que está directamente implicada en la disfunción o daño de los órganos afectados. Las situaciones clínicas asociadas a una emergencia hipertensiva incluyen eventos como el infarto de miocardio, la insuficiencia renal aguda, la encefalopatía hipertensiva (un síndrome neurológico grave que se presenta con alteración del estado mental, convulsiones y signos focales neurológicos), el edema pulmonar, o la hemorragia intracraneal, entre otras.

La emergencia hipertensiva exige una intervención médica urgente, ya que el riesgo de daño permanente o incluso la muerte es alto si no se reduce la presión arterial de manera rápida y controlada. La clave en el manejo de estas emergencias es reducir la presión arterial de forma gradual y controlada para evitar un deterioro adicional en los órganos afectados. Sin embargo, la reducción excesivamente rápida de la presión arterial también puede ser perjudicial, ya que puede comprometer aún más el flujo sanguíneo a los órganos vitales, especialmente en situaciones de daño cerebral o cardíaco.

La principal diferencia entre ambas condiciones radica en la presencia o ausencia de lesión orgánica aguda. En la *hipertensión no controlada*, aunque la presión arterial está elevada, no se observa un daño inmediato a los órganos diana. Es una condición crónica que, si no se maneja adecuadamente, puede progresar y poner al paciente en riesgo de desarrollar una emergencia hipertensiva. En cambio, en la emergencia hipertensiva, la elevación crítica de la presión arterial ya ha causado daño agudo a los órganos, lo que justifica una intervención médica inmediata para evitar consecuencias fatales.

Históricamente, los términos utilizados para describir las diversas formas de hipertensión grave y sus complicaciones eran numerosos y a menudo confusos. Se hablaba de «crisis hipertensiva», «hipertensión acelerada», «hipertensión maligna», «encefalopatía hipertensiva» y otros, todos los cuales se utilizaban para describir diferentes presentaciones de hipertensión grave. Sin embargo, la sobreabundancia de términos y su uso a veces impreciso condujeron a la necesidad de una simplificación.

Las actuales directrices médicas y la clasificación más moderna han adoptado un enfoque más claro y diferenciado, dividiendo las condiciones en dos grandes categorías: hipertensión no controlada y emergencia hipertensiva. Este enfoque es útil tanto para los clínicos como para los pacientes, ya que permite priorizar la atención médica en función de la gravedad de la situación. Además, al simplificar la terminología, se facilita la comunicación y el entendimiento entre profesionales de la salud y pacientes.

El diagnóstico de emergencia hipertensiva se hace cuando la hipertensión significativa (generalmente, pero no siempre, superior a 180/120 mm Hg) es la causa de lesión en el corazón, la retina, el cerebro, los riñones, las arterias grandes o la microcirculación. La preeclampsia es un caso especial. La elevación aguda de la presión arterial en ausencia de evidencia de lesión en los órganos finales se describe como hipertensión no controlada. Este esquema distingue a los pacientes cuya presión arterial debe controlarse de inmediato de aquellos cuyo control de la presión arterial se puede asegurar de forma segura durante horas o días.

En una emergencia hipertensiva, se requiere el ingreso hospitalario para controlar las consecuencias de la lesión orgánica y para monitorear de cerca la respuesta de la presión arterial a la terapia intravenosa de reducción de la presión arterial. Por el contrario, la hipertensión no controlada se puede manejar con terapia hipotensiva oral convencional con un período limitado de observación y seguimiento ambulatorio; el ingreso hospitalario es innecesario. En una emergencia hipertensiva, el perfil de la lesión orgánica determinará la elección del agente antihipertensivo, la tasa a la que se debe reducir la presión arterial y el intervalo y los objetivos finales de presión arterial en respuesta a la terapia.

 

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
  2. Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
  3. Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2024. McGraw Hill.

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