Los síndromes reumatológicos pueden ser manifestaciones iniciales de diversos tipos de cáncer, reflejando la compleja relación entre el sistema inmunológico, los procesos inflamatorios y las malignidades. Este fenómeno ocurre porque ciertas condiciones asociadas al cáncer pueden desencadenar respuestas autoinmunes o influir en las vías inflamatorias, lo que lleva a manifestaciones sistémicas que afectan principalmente a las articulaciones, la piel y los vasos sanguíneos. Estos síntomas reumatológicos a menudo son el primer signo de un cáncer subyacente, especialmente en adultos. A medida que el sistema inmunológico reacciona a las células tumorales, puede generar trastornos que imitan enfermedades reumáticas comunes, lo que complica el cuadro clínico y puede retrasar el diagnóstico de cáncer si no se reconoce inmediatamente la asociación.
Un ejemplo bien documentado es la dermatomiositis, una enfermedad inflamatoria crónica que afecta principalmente la piel y los músculos. En adultos, la dermatomiositis está frecuentemente asociada con cáncer, particularmente en el caso de malignidades como el cáncer de ovario, pulmonar y gastrointestinal. La presencia de dermatomiositis puede anteceder el diagnóstico de cáncer, y se considera un síndrome paraneoplásico. La miositis inflamatoria y las erupciones cutáneas características pueden ser las primeras pistas que lleven a la investigación de un cáncer subyacente.
Otro trastorno reumatológico que puede señalar un cáncer es la osteartropatía pulmonar hipertrófica (OPH). La OPH se caracteriza por una tríada de poliartritis, clubbing digital y formación de nuevo hueso periostal. Se asocia principalmente con enfermedades malignas, especialmente los cánceres pulmonares y de las regiones intratorácicas. Sin embargo, también puede presentarse en condiciones no malignas, como la enfermedad cardíaca cianótica crónica, la cirrosis y los abscesos pulmonares. Las características distintivas de la OPH pueden ser atribuidas erróneamente a otras causas, pero su asociación con el cáncer, especialmente el cáncer de pulmón, debe generar sospechas.
La artritis asociada al cáncer es otro hallazgo reumático raro de malignidad. Esta condición puede presentarse en formas oligoarticulares (afectando unas pocas articulaciones) y poliarticulares (afectando muchas articulaciones). En pacientes mayores, la aparición brusca de «artritis reumatoide seronegativa» —una forma de artritis que no presenta los anticuerpos típicos de la artritis reumatoide— debe hacer pensar en la posibilidad de un cáncer subyacente. A diferencia de la artritis reumatoide típica, la artritis asociada al cáncer puede ser más agresiva y, a menudo, mejora o se resuelve con el tratamiento del cáncer subyacente.
La fascitis palmar es una afección caracterizada por la hinchazón bilateral de las palmas de las manos y las contracturas de los dedos. Este hallazgo clínico puede ser, a menudo, el primer indicio de un cáncer, particularmente el carcinoma de ovario. Los cambios fibróticos en la fascia palmar pueden ser sutiles, pero deben ser evaluados en el contexto de un paciente mayor que presenta artritis o alteraciones cutáneas inexplicables, ya que puede ser un presagio de cáncer.
La sinovitis seronegativa remitente con edema no depresible (RS3PE) es una condición que se presenta con poliartritis simétrica que afecta las pequeñas articulaciones de las manos, acompañada de edema no depresible. Puede ser idiopática o estar asociada con malignidad, y su reconocimiento es importante para diferenciarla de otras formas de artritis. La presencia de edema no depresible en las manos, especialmente cuando se acompaña de dolor articular inflamatorio, debe generar sospechas de cáncer subyacente, particularmente en malignidades hematológicas.
La vasculitis leucocitoclástica, que se manifiesta como púrpura palpable, también puede ser la queja inicial en los trastornos mieloproliferativos, incluidos los leucemias y otros cánceres. La vasculitis puede estar asociada con una variedad de malignidades, y la presencia de púrpura puede ser una pista clínica útil para iniciar investigaciones adicionales sobre cánceres relacionados con la sangre.
Algunos cánceres, como la leucemia de células peludas, también pueden asociarse con vasculitis de vasos de tamaño medio, como la poliarteritis nodosa. Esta forma de vasculitis puede causar síntomas sistémicos, incluidos fiebre, pérdida de peso y dolor abdominal, que pueden ser malinterpretados como enfermedades inflamatorias antes de que se descubra la malignidad subyacente.
En el caso de la leucemia aguda, el dolor severo en las articulaciones y los huesos puede ocurrir sin una sinovitis evidente. Estos síntomas musculoesqueléticos, especialmente cuando se acompañan de otros signos de anormalidades hematológicas, como fatiga y moretones, deben generar la sospecha de leucemia como una posible causa subyacente.
Los síndromes mielodisplásicos (SMD), un grupo de trastornos hematológicos que pueden evolucionar hacia leucemia aguda, también se presentan con una variedad de manifestaciones reumáticas. Estas incluyen vasculitis cutánea, síndromes similares al lupus, neuropatía y artritis episódica. En pacientes con un diagnóstico conocido de SMD, la aparición de estos signos reumáticos puede sugerir un empeoramiento de la enfermedad o la progresión a leucemia.
La eritromelalgia, caracterizada por dolorosa calidez y enrojecimiento de las extremidades, se asocia a menudo con enfermedades mieloproliferativas, particularmente la trombocitemia esencial. A diferencia de la enfermedad de Raynaud, que se alivia con el calor, la eritromelalgia mejora con la exposición al frío o con la elevación de la extremidad. La presencia de eritromelalgia, junto con otros signos de mieloproliferación, como un recuento elevado de plaquetas, puede ser una pista importante para el diagnóstico de un trastorno mieloproliferativo.
Finalmente, los eventos adversos relacionados con el sistema inmune derivados de los inhibidores de puntos de control inmunológico, utilizados para tratar una variedad de malignidades, también pueden presentarse con síntomas reumatológicos. Estos eventos adversos pueden manifestarse como neumonitis, colitis, miositis, miocarditis o artritis inflamatoria. Si bien estos eventos suelen ser tratables con corticosteroides y ajuste de la inmunoterapia, algunas condiciones autoinmunes, en particular la artritis inflamatoria, pueden persistir incluso después de la interrupción del tratamiento del cáncer y pueden requerir inmunosupresión a largo plazo.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
- Rozman, C., & Cardellach López, F. (Eds.). (2024). Medicina interna (20.ª ed.). Elsevier España.