Adaptación metabólica a la innanición prolongada

Adaptación metabólica a la innanición prolongada
Adaptación metabólica a la innanición prolongada

En la inanición prolongada, cuando una persona pasa por períodos prolongados sin ingesta adecuada de alimentos, el cuerpo experimenta cambios metabólicos y adaptaciones para poder sobrevivir con los recursos limitados disponibles. Uno de los principales cambios que ocurre en este estado es la reducción de la proteólisis sistémica, que es el proceso de descomposición de las proteínas en el cuerpo.

La proteólisis es un proceso normal que ocurre en el organismo para liberar aminoácidos, los bloques de construcción de las proteínas, que pueden ser utilizados para diversas funciones, como la síntesis de nuevas proteínas o como fuente de energía. En condiciones normales, el cuerpo descompone una cantidad determinada de proteínas para mantener un equilibrio entre la síntesis y la degradación de proteínas.

Sin embargo, durante la inanición prolongada, la disponibilidad de nutrientes es extremadamente limitada, y el organismo debe encontrar formas de conservar y utilizar eficientemente los recursos que tiene. Como resultado, se produce una disminución significativa en la proteólisis sistémica, lo que significa que se descompone menos cantidad de proteínas en comparación con un estado alimentado.

Esta reducción en la proteólisis es una adaptación del cuerpo para preservar los tejidos y órganos vitales. Los órganos vitales, como el miocardio (músculo del corazón), el encéfalo, la corteza renal (capa externa del riñón) y el músculo estriado (músculos esqueléticos), son especialmente sensibles a la falta de energía y nutrientes. En lugar de depender principalmente de la descomposición de proteínas, estos órganos comienzan a utilizar cuerpos cetónicos como su principal fuente de energía.

Los cuerpos cetónicos son compuestos producidos por el hígado durante la degradación de ácidos grasos, que ocurre cuando hay una escasez de carbohidratos disponibles para producir energía. En condiciones normales, los carbohidratos son la principal fuente de energía para el cerebro. Sin embargo, en el ayuno prolongado, el cerebro se adapta y comienza a utilizar cuerpos cetónicos como una fuente alternativa y eficiente de energía.

Después de aproximadamente dos días de ayuno prolongado, los cuerpos cetónicos se convierten en una fuente de energía importante para el encéfalo. Con el tiempo, a medida que avanza el ayuno, los cuerpos cetónicos se convierten gradualmente en la principal fuente de energía para el encéfalo, reemplazando en gran medida la dependencia de los carbohidratos. Alrededor de los 24 días de ayuno, los cuerpos cetónicos se vuelven la principal fuente de energía para el cerebro.

Esta adaptación del cuerpo durante la inanición prolongada permite que los órganos vitales conserven la energía y los nutrientes necesarios para su funcionamiento adecuado, mientras que la proteólisis se reduce para minimizar la degradación de proteínas y proteger los tejidos corporales. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la inanición prolongada es un estado extremo y puede tener graves consecuencias para la salud. La falta de nutrientes esenciales a largo plazo puede resultar en debilidad, desnutrición y daño a diversos órganos y sistemas del cuerpo.

 

 

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Anatomía del hígado

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