Corrección de causas reversibles de insuficiencia cardíaca

La insuficiencia cardíaca con fracción de eyección ventricular izquierda reducida, que se clasifica como insuficiencia cardíaca sistólica crónica, representa un estado en el que el corazón no es capaz de bombear la sangre de manera eficiente. Esta condición puede ser resultado de diversas causas, muchas de las cuales son reversibles si se diagnostican y tratan adecuadamente. Entre estas causas, destacan las lesiones valvulares, la isquemia miocárdica, la hipertensión no controlada, las arritmias, la depresión miocárdica inducida por sustancias, el hipotiroidismo, los cortocircuitos intracardíacos y los estados de alto gasto.
Las lesiones valvulares, como la insuficiencia mitral o la estenosis aórtica, pueden alterar el flujo sanguíneo normal y provocar una sobrecarga en el ventrículo izquierdo. Estas condiciones pueden ser tratadas quirúrgicamente, lo que a menudo resulta en una mejora significativa de la función cardíaca.
La isquemia miocárdica, que se produce generalmente debido a la enfermedad arterial coronaria, limita el suministro de oxígeno al músculo cardíaco, afectando su capacidad de contracción. La revascularización, ya sea mediante angioplastia o cirugía de bypass, puede restaurar el flujo sanguíneo y mejorar la función ventricular.
La hipertensión no controlada es otra causa importante de insuficiencia cardíaca. La presión arterial elevada provoca una carga de trabajo excesiva para el corazón, lo que con el tiempo puede llevar a la remodelación y a la dilatación del ventrículo izquierdo. El tratamiento antihipertensivo efectivo puede revertir algunos de estos cambios y mejorar la fracción de eyección.
Las arritmias, especialmente las taquicardias persistentes, también pueden contribuir a la insuficiencia cardíaca. Las taquicardias elevan la frecuencia cardíaca de manera que el tiempo de llenado diastólico se reduce, lo que a su vez disminuye el volumen de sangre expulsado por el corazón. La restauración del ritmo cardíaco normal, ya sea mediante medicamentos o procedimientos como la cardioversión eléctrica, puede ayudar a revertir la insuficiencia.
La depresión miocárdica inducida por alcohol o por otras sustancias es otra causa reversible. El consumo crónico de alcohol y ciertas drogas pueden afectar negativamente la función del músculo cardíaco. La abstinencia y la rehabilitación pueden llevar a una mejora significativa en la función cardíaca.
El hipotiroidismo, que implica niveles insuficientes de hormonas tiroideas, puede causar una disminución en la contractilidad del miocardio y una reducción en la frecuencia cardíaca. El tratamiento con hormonas tiroideas puede normalizar estas funciones y revertir los síntomas de insuficiencia cardíaca.
Los cortocircuitos intracardíacos, como los que se presentan en ciertas malformaciones congénitas, permiten el paso anómalo de sangre entre las cavidades cardíacas. Esto puede resultar en un aumento del volumen de trabajo para el ventrículo izquierdo, pero la corrección quirúrgica de estas anomalías puede restablecer la función cardíaca.
Los estados de alto gasto, como en la fiebre, la anemia severa o la infección, pueden provocar un aumento en la demanda metabólica del corazón. Al tratar la causa subyacente, se puede normalizar la función cardíaca.
Los medicamentos que afectan la función cardiovascular pueden desempeñar un papel crucial en la evolución de la insuficiencia cardíaca, y ciertos fármacos, en particular, pueden contribuir a un empeoramiento de esta condición. Entre estos fármacos, los bloqueadores de los canales de calcio con efectos inotrópicos negativos, como el verapamilo y el diltiazem, los medicamentos antiarrítmicos, las tiazolidinedionas y los antiinflamatorios no esteroideos, han demostrado tener un impacto adverso en la función cardíaca.
Los bloqueadores de los canales de calcio, específicamente el verapamilo y el diltiazem, son utilizados en el tratamiento de diversas afecciones cardiovasculares, incluida la hipertensión arterial y ciertos tipos de arritmias. Estos medicamentos actúan inhibiendo la entrada de calcio en las células del músculo cardíaco y del sistema de conducción, lo que resulta en una disminución de la contractilidad del miocardio, es decir, en una inotropía negativa. En el contexto de la insuficiencia cardíaca, donde ya existe una disminución en la capacidad de contracción del corazón, el uso de estos fármacos puede exacerbar la insuficiencia cardíaca al reducir aún más la fracción de eyección. Esta disminución en la contractilidad puede llevar a una congestión venosa y a un deterioro adicional de la función ventricular, lo que resulta en un empeoramiento de los síntomas.
Por otro lado, los medicamentos antiarrítmicos pueden ser necesarios para controlar las arritmias, que son comunes en pacientes con insuficiencia cardíaca. Sin embargo, muchos de estos fármacos tienen efectos secundarios que pueden incluir una reducción en la contractilidad cardíaca o la inducción de nuevas arritmias. Por ejemplo, algunos antiarrítmicos pueden prolongar el intervalo QT, lo que puede aumentar el riesgo de arritmias ventriculares peligrosas, complicando aún más la gestión de la insuficiencia cardíaca.
Las tiazolidinedionas, un grupo de medicamentos utilizados principalmente en el tratamiento de la diabetes tipo dos, también han sido asociadas con un mayor riesgo de insuficiencia cardíaca. Estas sustancias actúan como agonistas de los receptores activados por el proliferador de peroxisomas gamma, lo que puede provocar retención de líquidos y aumento del peso corporal. En pacientes con insuficiencia cardíaca, donde la sobrecarga de volumen puede ser problemática, la retención de líquidos exacerbada por estas medicaciones puede llevar a un empeoramiento de los síntomas congestivos y a una mayor carga para el corazón.
Los antiinflamatorios no esteroideos, comúnmente utilizados para el manejo del dolor y la inflamación, también pueden tener un efecto negativo en la insuficiencia cardíaca. Estos fármacos pueden causar retención de sodio y líquidos, así como la inhibición de la síntesis de prostaglandinas, que son mediadores importantes en la regulación del tono vascular y la función renal. En un paciente con insuficiencia cardíaca, la retención de líquidos y el aumento de la presión arterial pueden llevar a un empeoramiento de la congestión y de los síntomas asociados, como la disnea y la fatiga.
Las miocardiopatías metabólicas e infiltrativas son un grupo heterogéneo de enfermedades que afectan la estructura y función del músculo cardíaco, a menudo debido a la acumulación de sustancias anómalas o a alteraciones en el metabolismo celular. Algunas de estas condiciones, como la hemocromatosis, la sarcoidosis y la amiloidosis, presentan características que permiten una cierta reversibilidad o al menos una ralentización en su progresión si se implementan intervenciones adecuadas.
La hemocromatosis es una enfermedad que se caracteriza por una acumulación excesiva de hierro en el organismo, lo que puede llevar a una toxicidad celular, incluyendo en el miocardio. Esta sobrecarga de hierro provoca un daño oxidativo que afecta la función cardíaca. Sin embargo, cuando se diagnostica a tiempo, el tratamiento mediante flebotomías regulares puede reducir los niveles de hierro en el cuerpo, mejorando así la función cardíaca. La reducción de la sobrecarga de hierro puede ayudar a restaurar la contractilidad del miocardio y mejorar los síntomas de insuficiencia cardíaca en muchos pacientes.
La sarcoidosis, una enfermedad inflamatoria sistémica de etiología desconocida, se caracteriza por la formación de granulomas en varios órganos, incluido el corazón. Aunque esta condición puede causar arritmias y disfunción ventricular, el tratamiento con corticosteroides y otros inmunosupresores puede reducir la inflamación y la formación de granulomas, lo que puede llevar a una mejora en la función cardíaca. Además, al controlar la inflamación sistémica, se puede ralentizar la progresión de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados.
La amiloidosis, que implica la deposición de proteínas amiloides en los tejidos, incluyendo el músculo cardíaco, puede provocar una rigidez ventricular y una disminución en la capacidad de llenado y contracción del corazón. Existen diferentes tipos de amiloidosis, y el tratamiento varía según la etiología. En el caso de la amiloidosis asociada a la mieloma múltiple, la quimioterapia puede ser eficaz para reducir la producción de cadenas ligeras de inmunoglobulinas que forman depósitos amiloides. La mejora en el control de la amiloidosis puede resultar en una mejor función cardíaca y una disminución de los síntomas relacionados con la insuficiencia cardíaca.
Una vez que se han abordado los componentes reversibles de estas miocardiopatías, es fundamental implementar medidas adicionales para el tratamiento de la insuficiencia cardíaca. Estas medidas pueden incluir el uso de medicamentos como inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, betabloqueantes y antagonistas de los receptores de la angiotensina, que ayudan a mejorar la función cardíaca y reducir los síntomas. Además, se pueden considerar intervenciones no farmacológicas, como cambios en el estilo de vida y la educación del paciente sobre el manejo de su enfermedad.
Fuente y lecturas recomendadas:
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