Dolor crónico en pacientes
El dolor crónico es una condición compleja que puede surgir de diversas causas y manifestarse de múltiples formas. A diferencia del dolor agudo, que generalmente se resuelve dentro del período esperado de curación, el dolor crónico persiste más allá de este tiempo y puede convertirse en una entidad médica en sí misma, en lugar de ser simplemente un síntoma residual de otra condición subyacente.
El dolor crónico puede tener varios orígenes. En algunos casos, puede comenzar como un dolor agudo que no se resuelve adecuadamente y se convierte en crónico. Esto puede ocurrir debido a factores como una respuesta inflamatoria prolongada, cambios neuroplásticos en el sistema nervioso central y periférico, y factores psicológicos y emocionales que contribuyen a la percepción del dolor. Además, el dolor crónico puede surgir directamente de una enfermedad primaria, como la artritis reumatoide, la fibromialgia o la neuropatía diabética, sin pasar por una fase aguda.
Los ejemplos comunes de dolor crónico incluyen el dolor lumbar crónico, las artralgias, el dolor abdominal crónico, el dolor pélvico, los dolores de cabeza crónicos, el dolor postoperatorio persistente, la neuropatía periférica y la neuralgia postherpética. Cada uno de estos tipos de dolor crónico puede tener diferentes causas y mecanismos subyacentes, lo que requiere un enfoque multidisciplinario para su manejo efectivo.
El manejo del dolor crónico generalmente implica un enfoque interdisciplinario que aborda los aspectos físicos, emocionales y psicológicos del dolor. Se ha demostrado que la terapia física o funcional y la terapia cognitivo-conductual son efectivas para el tratamiento del dolor crónico al ayudar a mejorar la función física, la calidad de vida y la capacidad para manejar el dolor de manera más efectiva. Sin embargo, debido a la complejidad del dolor crónico, a menudo se requiere una combinación de diferentes modalidades de tratamiento.
Aunque la terapia farmacológica puede desempeñar un papel en el manejo del dolor crónico, especialmente en el alivio sintomático, se debe tener precaución con el uso prolongado de opioides. La práctica basada en la evidencia no respalda el uso de terapia prolongada con opioides para el dolor lumbar crónico debido a preocupaciones sobre la eficacia a largo plazo, los riesgos de dependencia y los efectos adversos asociados con los opioides.
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