Factores de riesgo en la enfermedad inflamatoria intestinal

Factores de riesgo en la enfermedad inflamatoria intestinal
Factores de riesgo en la enfermedad inflamatoria intestinal

La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) abarca dos trastornos crónicos inflamatorios idiopáticos del tracto gastrointestinal: la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Ambas condiciones presentan características clínicas, endoscópicas e histológicas distintivas que son fundamentales para su diagnóstico, aunque no existe un hallazgo específico absolutamente diagnóstico de una enfermedad sobre la otra.

En la colitis ulcerosa, se observa una inflamación crónica y recurrente del colon y el recto, con la característica distintiva de ulceración continua que se inicia en el recto y progresa de manera continua hacia arriba a lo largo del colon. Los pacientes con colitis ulcerosa típicamente experimentan síntomas como diarrea sanguinolenta, dolor abdominal, urgencia fecal y tenesmo. Los cambios endoscópicos comunes incluyen erosiones, ulceraciones y edema en la mucosa colónica.

Por otro lado, la enfermedad de Crohn puede afectar cualquier segmento del tracto gastrointestinal, desde la boca hasta el ano, aunque se observa con mayor frecuencia en el íleon distal y el colon proximal. A diferencia de la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn puede ser transmural, involucrando todas las capas de la pared intestinal. Los síntomas varían en función de la localización y la gravedad de la enfermedad, pero suelen incluir dolor abdominal, diarrea no sanguinolenta, pérdida de peso y fatiga. Los hallazgos endoscópicos pueden revelar ulceraciones, estenosis, fístulas o abscesos, mientras que la biopsia puede mostrar inflamación crónica con granulomas no caseificantes en algunos casos.

Es importante reconocer que la diferenciación entre la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn puede ser desafiante en ciertos casos atípicos o en etapas tempranas de la enfermedad. Además, algunos pacientes pueden presentar características de ambas enfermedades, lo que se conoce como colitis indeterminada.

El manejo de la enfermedad inflamatoria intestinal implica típicamente una combinación de medicamentos para controlar la inflamación y los síntomas, así como cambios en la dieta y, en algunos casos, cirugía para abordar complicaciones como estenosis o fístulas. Un enfoque multidisciplinario que involucre a gastroenterólogos, dietistas, cirujanos y otros profesionales de la salud suele ser necesario para optimizar el cuidado de estos pacientes.

 

Factores de riesgo

La enfermedad inflamatoria intestinal indeterminada (EII indeterminada) es un término utilizado cuando no es posible discernir claramente entre la colitis de Crohn y la colitis ulcerosa en un paciente. Este fenómeno afecta aproximadamente al 10% de los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal. La presentación clínica puede ser ambigua o mostrar características mixtas que no se alinean claramente con ninguno de los dos trastornos específicos, lo que dificulta la asignación de un diagnóstico definitivo.

La incidencia y la edad de inicio de la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa varían, pero se observa un máximo de incidencia entre la segunda y la cuarta década de la vida. Además, se registra un segundo pico de incidencia en el séptimo decenio de la vida, lo que indica que estos trastornos también pueden presentarse en personas mayores.

La razón entre sexos para la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa no revela ninguna preferencia particular, ya que ambos trastornos pueden afectar tanto a hombres como a mujeres por igual.

Desde el punto de vista genético, tanto la enfermedad de Crohn como la colitis ulcerosa son trastornos poligénicos complejos, lo que implica una interacción entre múltiples genes y factores ambientales en su desarrollo. Los antecedentes familiares de enfermedad inflamatoria intestinal se consideran un factor de riesgo significativo para ambas enfermedades, lo que sugiere una predisposición genética en la susceptibilidad a estos trastornos.

Aunque la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa pueden afectar a individuos de todos los grupos étnicos y niveles socioeconómicos, su incidencia es más alta en la población caucásica. Además, se ha observado una mayor incidencia en la población de origen judío del este europeo (askenazíes), lo que sugiere la existencia de factores genéticos específicos en este grupo étnico que pueden aumentar la susceptibilidad a estas enfermedades.

En Norteamérica y el Reino Unido, la incidencia de la enfermedad de Crohn en afroamericanos y afrocaribeños se ha observado acercarse a la registrada en la población de raza blanca. Este fenómeno sugiere que, a pesar de las diferencias étnicas, los factores genéticos o ambientales compartidos pueden influir en la susceptibilidad a esta enfermedad en diferentes grupos demográficos.

Factores de riesgo en la enfermedad inflamatoria intestinal

Factores de riesgo en la enfermedad inflamatoria intestinal

Los estudios realizados en migrantes que se han establecido en el Reino Unido, procedentes de ciertos países en desarrollo del sur de Asia, han revelado un aumento de la prevalencia de enfermedad inflamatoria intestinal en las generaciones siguientes. Esta observación apunta hacia la influencia de factores ambientales en el desarrollo de la enfermedad, ya que se presume que los cambios en el entorno en el que residen las generaciones posteriores pueden afectar la expresión de la enfermedad inflamatoria intestinal.

En términos genéticos, se ha observado que los polimorfismos genéticos del receptor 4 de tipo toll están asociados tanto a la enfermedad de Crohn como a la colitis ulcerosa. Esto sugiere que las variantes genéticas en este receptor pueden contribuir al desarrollo de ambas enfermedades, aunque los mecanismos precisos aún no se comprenden completamente.

Además, los polimorfismos genéticos del receptor de la interleucina 23 (IL-23) se han asociado específicamente con la colitis ulcerosa y también con un riesgo variable de enfermedad de Crohn. Estas asociaciones genéticas proporcionan información importante sobre los mecanismos subyacentes de la enfermedad inflamatoria intestinal y pueden tener implicaciones en el desarrollo de terapias dirigidas específicamente a estos blancos moleculares.

La presencia de una mutación de sentido erróneo en la adenilato ciclasa 7 (ADCY7) confiere un alto riesgo de colitis ulcerosa. La ADCY7 es miembro de una familia de enzimas (ADCY) que convierten el trifosfato de adenosina (ATP) en monofosfato de adenosina cíclico (AMPc). Estas enzimas tienen patrones específicos de expresión tisular, y la ADCY7 se encuentra principalmente en células hematopoyéticas, donde el AMPc juega un papel clave en la modulación de funciones inmunitarias innatas y adaptativas. La pérdida de función de la ADCY7 resulta en una disminución en la producción de AMPc, lo que desencadena una respuesta inflamatoria excesiva y predispone a la colitis ulcerosa.

Los polimorfismos de clase II del antígeno leucocitario humano (HLA), especialmente en moléculas HLA-DR, pueden aumentar el riesgo de colitis ulcerosa, y posiblemente también de enfermedad de Crohn. Estos polimorfismos genéticos pueden influir en la respuesta inmunitaria y la tolerancia a antígenos, contribuyendo así a la patogénesis de estas enfermedades inflamatorias intestinales.

En relación con la enfermedad de Crohn, se han identificado varios genes asociados, entre ellos el gen OCTN1, situado en el cromosoma 5q31, y el gen DLG5, localizado en el cromosoma 10. El gen DLG5 codifica una proteína estructural crucial para el mantenimiento de la integridad epitelial en varios órganos, y su interacción con el gen NOD2/CARD15 puede aumentar la susceptibilidad a la enfermedad de Crohn. Por otro lado, el gen OCTN1 codifica un canal iónico, y las mutaciones en este gen pueden alterar la función de los transportadores catiónicos y la señalización célula-célula en el epitelio intestinal, aumentando así el riesgo de enfermedad de Crohn.

El consumo de tabaco se asocia con un peor pronóstico en pacientes con enfermedad de Crohn, incrementando tanto el riesgo de desarrollar la enfermedad como la probabilidad de requerir intervenciones quirúrgicas y de experimentar recaídas. Por el contrario, en la colitis ulcerosa, el tabaquismo parece relacionarse con un mejor curso de la enfermedad, reduciendo el riesgo de desarrollarla y disminuyendo la gravedad de los síntomas en los pacientes afectados.

Los fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) están asociados con la enfermedad inflamatoria intestinal, tanto con su inicio en pacientes previamente sanos como con la exacerbación de la enfermedad en aquellos que ya la padecen. El uso prolongado o abusivo de AINE puede aumentar el riesgo de inflamación y ulceración en el tracto gastrointestinal, desencadenando o empeorando la enfermedad inflamatoria intestinal.

La apendicectomía realizada por indicaciones inflamatorias ha sido sugerida como un posible factor protector contra el desarrollo de colitis ulcerosa. Se ha propuesto que este procedimiento podría afectar la microbiota intestinal o modular la respuesta inmunitaria de manera que reduce el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Sin embargo, se necesitan más investigaciones para confirmar esta asociación y comprender los mecanismos subyacentes.

En cuanto al impacto de la dieta en la enfermedad inflamatoria intestinal, existe controversia. Aunque algunos pacientes pueden experimentar mejoras en sus síntomas al realizar cambios en la dieta, no hay evidencia clara que demuestre un efecto consistente de la dieta en la actividad de la enfermedad a largo plazo. No obstante, se reconoce que ciertos alimentos o patrones dietéticos pueden desencadenar síntomas en algunos pacientes, y se recomienda una dieta equilibrada y personalizada como parte del manejo integral de la enfermedad inflamatoria intestinal.

 

 

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