Gas gastrointestinal

Gas gastrointestinal
Gas gastrointestinal

El eructo es la liberación involuntaria o voluntaria de gas desde el estómago o el esófago hacia la cavidad oral. Este fenómeno es particularmente común después de las comidas, cuando la distensión gástrica provoca una relajación transitoria del esfínter esofágico inferior (EEI). Aunque es un reflejo normal del organismo, el eructo por sí solo no indica necesariamente la presencia de disfunción gastrointestinal (GI). En la mayoría de los casos, el gas estomacal proviene del aire tragado, un proceso que ocurre de manera rutinaria cada vez que se ingiere algo. Con cada deglución, se ingieren entre 2 y 5 mililitros de aire, y la acumulación excesiva de este gas puede dar lugar a distensión abdominal, flatulencia y dolor en el abdomen.

Este tipo de distensión o incomodidad gástrica puede ser resultado de una serie de comportamientos cotidianos, como comer rápidamente, masticar chicle, fumar o consumir bebidas carbonatadas. Aunque el eructo es un fenómeno fisiológico normal, su evaluación clínica debe limitarse a pacientes que presenten otros síntomas o quejas, como disfagia (dificultad para tragar), ardor en el estómago (acidez), saciedad temprana o vómitos, ya que estos signos podrían indicar trastornos gastrointestinales subyacentes más complejos.

El eructo crónico y excesivo, por otro lado, casi siempre está asociado a trastornos de comportamiento específicos, como la eructación supragástrica o la aerofagia. En el caso de la eructación supragástrica, el proceso involucra una contracción voluntaria del diafragma que genera una presión negativa en el esófago superior, lo que facilita la entrada de aire al esófago. En cuanto a la aerofagia, se refiere a la deglución excesiva de aire, que también puede ocurrir de manera voluntaria o involuntaria, y es común en individuos que experimentan ansiedad o trastornos psiquiátricos. Ambos trastornos conductuales pueden observarse con mayor frecuencia en pacientes que padecen condiciones de ansiedad, estrés o trastornos psicosomáticos.

Para los pacientes que presentan eructos crónicos excesivos, la intervención terapéutica puede ser necesaria. En estos casos, puede ser útil la derivación a un terapeuta conductual o a un especialista en terapia del habla, ya que estas modalidades pueden ayudar a modificar los patrones de comportamiento relacionados con la deglución de aire y el eructo. De esta forma, se puede reducir la frecuencia de los episodios y aliviar los síntomas asociados con estos trastornos, mejorando así la calidad de vida del paciente.

El término «distensión abdominal» se refiere a la sensación de aumento de la presión abdominal, que puede o no estar acompañada de una distensión visible del abdomen. Esta queja es común en la práctica clínica y puede estar relacionada con una variedad de causas orgánicas o funcionales. La distensión aguda, especialmente cuando se acompaña de dolor abdominal, vómitos o distensión evidente, puede ser indicativa de condiciones orgánicas graves, como ascitis, enfermedad celíaca, gastroparesia, sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, obstrucción gastrointestinal (como obstrucción del fondo gástrico, obstrucción de la salida gástrica, o bloqueo en el intestino delgado o colon), y estreñimiento. Estas afecciones pueden provocar una acumulación de líquidos o gases en la cavidad abdominal, aumentando la presión intraabdominal y generando una sensación de plenitud o distensión.

Sin embargo, los informes de distensión abdominal crónica o recurrente también son frecuentes, y no siempre están asociados con causas orgánicas graves. Una de las causas más comunes de distensión abdominal crónica es la aerofagia, que se refiere a la deglución excesiva de aire. Esto puede ocurrir debido a diversas razones, como el uso de prótesis dentales mal ajustadas, apnea del sueño, o hábitos alimenticios como comer rápidamente. La ingesta excesiva de aire puede aumentar la cantidad de gas en el tracto gastrointestinal, lo que contribuye a la sensación de distensión. Además, algunas personas pueden experimentar una producción excesiva de gas debido a trastornos de malabsorción, en los cuales los nutrientes no se digieren correctamente, generando fermentación bacteriana y la producción de gases.

Otro factor importante que contribuye a la distensión abdominal es la alteración en los mecanismos de propulsión y expulsión de los gases. En algunos pacientes, el tránsito del gas en el tracto gastrointestinal está afectado, lo que impide su expulsión adecuada y provoca su acumulación. La tensión en las paredes intestinales, la sensibilidad visceral aumentada y la alteración de los reflejos viscerosomáticos también pueden jugar un papel crucial en la aparición de la distensión abdominal. En este contexto, muchos pacientes presentan trastornos funcionales gastrointestinales subyacentes, como el síndrome del intestino irritable o la dispepsia funcional, que pueden influir en la percepción de distensión y malestar abdominal.

En cuanto al tratamiento, es esencial abordar la causa subyacente del trastorno. En los casos de estreñimiento, el tratamiento adecuado debe incluir medidas para mejorar el tránsito intestinal, y el ejercicio físico, que acelera la propulsión de los gases, puede ser particularmente beneficioso. Por otro lado, se deben evitar medicamentos que inhiban la motilidad gastrointestinal, como los opioides y los bloqueadores de los canales de calcio, ya que estos pueden empeorar la distensión al disminuir la capacidad del tracto gastrointestinal para mover los gases a través del sistema digestivo.

Los adultos saludables pueden expulsar flatos hasta 20 veces al día y excretar hasta 750 mililitros de gas intestinal. El flato tiene dos fuentes principales: el aire tragado, que está compuesto principalmente por nitrógeno, y la fermentación bacteriana de carbohidratos no digeridos, que produce hidrógeno, dióxido de carbono y metano. Esta liberación de gas en el tracto gastrointestinal es una función normal del cuerpo, pero puede causar molestias, como distensión abdominal o flatulencia excesiva, en algunas personas. La mayoría de los gases se originan en el colon, donde las bacterias intestinales metabolizan los carbohidratos que no han sido completamente absorbidos en el intestino delgado. Entre estos carbohidratos se encuentran los FODMAP, un grupo de carbohidratos de cadena corta que incluyen la lactosa (presente en los productos lácteos), la fructosa (en frutas, jarabes de maíz y algunos edulcorantes), los polialcoholes (en frutas de hueso, setas y ciertos edulcorantes), y los oligosacáridos (presentes en legumbres, lentejas, verduras crucíferas, ajo, cebolla, pasta y granos enteros).

El consumo de alimentos que contienen estos carbohidratos parcialmente no absorbidos puede causar la producción excesiva de gas, lo que a menudo da lugar a la sensación de distensión abdominal o la expulsión de flatos. La distensión y los gases suelen ser más notables cuando los alimentos ricos en FODMAP llegan al colon, donde las bacterias los fermentan, liberando grandes cantidades de gas. Esta es una de las razones por las que algunas personas experimentan molestias digestivas tras comer ciertos alimentos, como lácteos, frutas o legumbres. Sin embargo, las causas menos comunes de producción anormal de gas incluyen trastornos que afectan la absorción de nutrientes, como la enfermedad celíaca, el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, la insuficiencia pancreática y la enfermedad de Crohn.

En algunos casos, el flato puede tener un olor particularmente desagradable, lo cual puede estar relacionado con la ingesta de ciertos alimentos, como el ajo, la cebolla, la berenjena, las setas y algunas hierbas y especias. La presencia de un olor desagradable se debe a la producción de compuestos sulfurados durante la fermentación bacteriana de estos alimentos.

Determinar si la cantidad de flato es excesiva o dentro de los parámetros normales puede resultar complicado, ya que la cantidad de gas expulsado varía significativamente entre individuos. Los pacientes que informan una cantidad excesiva de flatos a menudo también describen síntomas como distensión abdominal, calambres y cambios en los hábitos intestinales, como diarrea o estreñimiento. Sin embargo, en pacientes con un historial prolongado de flatulencia que no presentan otros síntomas o signos de trastornos de malabsorción, el tratamiento suele ser conservador.

Para reducir la ingesta de aire, es recomendable evitar el consumo de chicles y bebidas carbonatadas, ya que ambos hábitos pueden aumentar la cantidad de aire tragado y contribuir a la producción de gas intestinal. En el caso de la intolerancia a la lactosa, se puede evaluar mediante un ensayo dietético de 2 semanas con una dieta libre de lactosa o mediante una prueba de aliento con hidrógeno, que mide la cantidad de hidrógeno exhalado tras la ingestión de lactosa. Asimismo, se puede proporcionar una lista de alimentos ricos en FODMAPs y eliminar aquellos de la dieta durante un período de 2 a 4 semanas. Si los síntomas mejoran, se pueden reintroducir de forma secuencial los grupos de FODMAPs para identificar cuáles son los que desencadenan los síntomas. Existen diversas guías dietéticas sobre la dieta baja en FODMAPs, por lo que la derivación a un dietista experimentado puede ser útil para el manejo de estos casos.

Algunos pacientes pueden encontrar alivio mediante el uso de Beano, un agente no prescrito que contiene la enzima alpha-d-galactosidasa, que ayuda a reducir la producción de gas causada por los galactooligosacáridos, presentes en alimentos como las legumbres, los garbanzos y las lentejas. Sin embargo, este tratamiento no tiene efecto sobre otros FODMAPs. El carbón activado también puede proporcionar alivio en algunos casos, aunque su eficacia no está completamente establecida. Por otro lado, la simeticona, que se utiliza en muchos productos contra los gases, no ha demostrado tener un beneficio significativo en el tratamiento de la flatulencia.

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Gibson PR et al. Diet as a therapeutic tool in chronic gastrointestinal disorders: lessons from the FODMAP journey. J Gastroenterol Hepatol. 2022;37:644. [PMID: 34994019]
  2. Lacy BE et al. Management of chronic abdominal distention and bloating. Clin Gastroenterol Hepatol. 2021;19:219. [PMID: 32246999] Moshiree B et al. AGA Clinical Practice update on evaluation and management of belching, abdominal bloating, and distention: expert review. Gastroenterology. 2023;165:791. [PMID: 37452811]
  3. Oh JE et al. Abdominal bloating in the United States: results of a survey of 88,795 Americans examining prevalence and healthcare seeking. Clin Gastroenterol Hepatol. 2023;21:2370. [PMID: 36396061]

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