Manejo de las manifestaciones extraesofágicas en pacientes con ERGE
Las manifestaciones extraesofágicas del reflujo gastroesofágico (ERGE) comprenden una variedad de síntomas que afectan a órganos y sistemas distintos al esófago, tales como el aparato respiratorio, la laringe, el oído, la piel y, en algunos casos, el sistema cardiovascular. Entre los síntomas extraesofágicos más comunes se incluyen el asma, la ronquera, la tos crónica, la laringitis, las alteraciones del sueño, la sensación de cuerpo extraño en la garganta, e incluso algunos trastornos dentales. La relación entre el reflujo gastroesofágico y estos síntomas no es completamente comprendida y plantea desafíos en términos de diagnóstico y tratamiento.
Uno de los mayores obstáculos para establecer una relación causal clara entre el ERGE y los trastornos extraesofágicos es la naturaleza multifactorial de muchos de estos síntomas. En muchos casos, el reflujo gastroesofágico puede ser solo un factor contribuyente, pero no la única causa. Por ejemplo, la tos crónica puede estar relacionada con diversas enfermedades respiratorias, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o la bronquitis, y puede ser exacerbada por el reflujo, pero no necesariamente ser causado exclusivamente por él. De manera similar, los pacientes con asma pueden experimentar un empeoramiento de sus síntomas debido al reflujo ácido, pero esto no significa que el asma sea siempre consecuencia directa del reflujo.
Además, el diagnóstico de reflujo gastroesofágico en pacientes con manifestaciones extraesofágicas se complica debido a la dificultad para identificar de manera específica la presencia del reflujo. Aunque las pruebas ambulatorias de pH esofágico, que miden la acidez del esófago, pueden detectar episodios de reflujo ácido, estas pruebas no son capaces de demostrar una conexión causal definitiva entre el reflujo y los síntomas extraesofágicos. El reflujo ácido puede estar presente sin manifestar síntomas esofágicos típicos, lo que hace que la interpretación de los resultados sea aún más compleja.
En este contexto, las guías clínicas actuales sugieren que, en pacientes con síntomas extraesofágicos sospechosos de estar relacionados con el reflujo gastroesofágico, y que además presenten síntomas típicos de la enfermedad, se inicie un tratamiento con inhibidores de la bomba de protones (IBP) dos veces al día durante un periodo de dos a tres meses. La respuesta positiva a este tratamiento —es decir, la mejoría de los síntomas extraesofágicos— puede sugerir que el reflujo ácido desempeña un papel causal, aunque no constituye una prueba definitiva. Este enfoque terapéutico es útil para evaluar la posible relación entre los síntomas y el reflujo, pero se debe tener en cuenta que una mejoría no prueba una conexión causal directa, ya que otros mecanismos podrían estar involucrados.
Para aquellos pacientes cuyos síntomas extraesofágicos persisten después de un tratamiento de tres meses con IBP, o para aquellos que no presentan síntomas típicos de ERGE, pero en los que se sospecha un vínculo con el reflujo, se puede realizar una prueba de impedancia-pH esofágica. Esta prueba es más sensible que las pruebas convencionales de pH, ya que no solo mide los episodios de reflujo ácido, sino también los episodios de reflujo no ácido, lo que permite una evaluación más completa de los mecanismos involucrados. Sin embargo, la interpretación de los resultados también debe hacerse con cautela, dado que la presencia de reflujo no siempre implica causalidad en los síntomas extraesofágicos.
Por lo tanto, aunque las pruebas diagnósticas y los tratamientos farmacológicos como los inhibidores de la bomba de protones pueden ser útiles en la gestión de los síntomas extraesofágicos relacionados con el reflujo gastroesofágico, establecer una relación causal clara entre el ERGE y estos síntomas sigue siendo un reto. Se requiere un enfoque diagnóstico integral, que considere la posibilidad de múltiples factores subyacentes y que también excluya otras causas de los síntomas extraesofágicos, como afecciones respiratorias, alergias o enfermedades cardíacas, entre otras.
Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.