Los linfocitos T se dividen en dos tipos de células principales: linfocitos T cooperadores (TH) y linfocitos T citotóxicos (TC), que
pueden ser distinguidas entre sí por la presencia de una de las dos glucoproteínas de membrana CD4 o CD8 en sus superficies. Los progenitores de linfocitos T en la médula ósea circulan hacia el timo, donde progresan a través de múltiples microambientes y múltiples
etapas de desarrollo, y maduran para convertirse en linfocitos T CD4+ cooperadores y linfocitos T citotóxicos CD8+.
El linfocito T citotóxico es una célula de ataque directo que es capaz de matar microorganismos y, a veces, las células propias. Por esta razón, estas células se llaman linfocitos citolíticos o citotóxicos.
Modo de acción
Intervienen en la destrucción de células diana, como las células infectadas por virus, células transformadas por cáncer, células infectadas con microorganismos intracelulares, parásitos, y células trasplantadas.
Las proteínas receptoras que hay en la superficie de estos linfocitos citotóxicos les hace unirse fuertemente a los microorganismos o células que contienen el antígeno específico adecuado. Tras la unión, el linfocito T citotóxico secreta proteínas perforadoras, llamadas perforinas, que perforan literalmente la membrana de la célula atacada. Después, el líquido entra rápidamente en la célula desde el espacio intersticial con lo cual a célula es lisada.
El linfocito T citotóxico libera también, de manera directa, sustancias citotóxicas en la célula atacada. Casi de inmediato, la célula atacada se hincha y poco después suele disolverse.
Es especialmente importante el hecho de que los linfocitos T citotóxicos pueden apartarse de las células víctima después de hacer los agujeros y liberar sustancias citotóxicas y desplazarse para matar más células. Algunos de estos linfocitos persisten en los tejidos durante meses. Algunos linfocitos T citotóxicos son especialmente mortales para las células tisulares que han sido invadidas por virus porque muchas partículas víricas se quedan atrapadas en las membranas de las células tisulares y atraen a los linfocitos T en respuesta a la antigenicidad vírica. Los linfocitos T citotóxicos también desempeñan una función importante en la destrucción de células cancerosas, células cardíacas trasplantadas u otros tipos de células que son reconocidas como extrañas para el cuerpo.
Los linfocitos T citotóxicos reconocen y matan células infectadas o células tumorales mediante la activación del receptor de células T. La importancia de los linfocitos T citotóxicos en la respuesta inmune a los patógenos mediada por células se ve subrayada por las patologías que afectan a aquellos con defectos en la generación de células T.