La ablación por catéter se ha establecido como la modalidad principal de tratamiento para diversas arritmias supraventriculares sintomáticas, tales como la taquicardia reentrante del nodo auriculoventricular, las taquicardias asociadas a vías accesorias, la taquicardia atrial paroxística y el flutter auricular. Este enfoque terapéutico se debe a varios factores, que incluyen su eficacia, su perfil de seguridad y la mejora de la calidad de vida de los pacientes.
La taquicardia reentrante del nodo auriculoventricular es una de las arritmias más comunes y se origina debido a circuitos de reentrada en el sistema de conducción del corazón. La ablación por catéter permite la destrucción selectiva del tejido responsable de la reentrada, eliminando así el circuito arrítmico y permitiendo un retorno a un ritmo normal. Esta técnica ha demostrado ser altamente efectiva, con tasas de éxito que superan el ochenta por ciento en muchos estudios, lo que la convierte en una opción preferente para pacientes que presentan síntomas severos.
En el caso de las taquicardias que involucran vías accesorias, la ablación por catéter permite la identificación y destrucción de estas vías adicionales que pueden conducir a arritmias. Este procedimiento es menos invasivo en comparación con la cirugía cardíaca convencional, y la recuperación del paciente es generalmente rápida, lo que favorece su adopción como tratamiento de elección.
La taquicardia atrial paroxística, caracterizada por episodios recurrentes de ritmo rápido, también responde positivamente a la ablación. Esta técnica no solo alivia los síntomas, sino que también previene la progresión a arritmias más complicadas y persistentes. De manera similar, el flutter auricular, que involucra un circuito reentrante en la aurícula, puede ser tratado efectivamente mediante ablación, con un enfoque en la creación de lesiones en puntos específicos para interrumpir el circuito arrítmico.
La ablación por catéter de la fibrilación auricular, aunque más compleja, ha ganado un lugar significativo en la terapia de esta arritmia. La fibrilación auricular se caracteriza por una actividad eléctrica desorganizada en las aurículas, a menudo iniciada en las venas pulmonares. El aislamiento eléctrico de estas venas se ha convertido en el enfoque estándar para la ablación, lo que implica la creación de lesiones alrededor de las venas pulmonares para prevenir que las señales eléctricas anómalas se propaguen a las aurículas. Adicionalmente, se pueden realizar lesiones lineales dentro de las aurículas para interrumpir las vías de propagación del ritmo desorganizado.
Este procedimiento se considera una opción razonable para pacientes que presentan síntomas persistentes y que no han respondido adecuadamente a los tratamientos farmacológicos, así como para aquellos que prefieren evitar la medicación a largo plazo con antiarrítmicos. Para pacientes más jóvenes, la ablación por catéter de la fibrilación auricular puede ser considerada como la terapia de primera línea. Esto se debe a que, al abordar la arritmia de manera directa, se pueden reducir significativamente los episodios sintomáticos y prevenir la progresión a formas más crónicas de la enfermedad.
La ablación por catéter de arritmias ventriculares ha sido un desafío en el campo de la cardiología debido a la complejidad de la anatomía ventricular y a la diversidad de mecanismos arrítmicos implicados. A pesar de estas dificultades, los centros especializados han demostrado que es posible lograr tasas de éxito razonables en el tratamiento de diversos tipos de taquicardias ventriculares. Entre las arritmias que pueden ser abordadas con este método se encuentran las taquicardias reentrantes de rama, las que se originan en el tracto de salida ventricular, aquellas que emergen de los músculos papilares, las taquicardias ventriculares fasciculares y las que ocurren en pacientes con cardiopatía isquémica o dilatada.
La taquicardia reentrante de rama se origina a partir de un circuito de reentrada que se forma en las ramas del sistema de conducción ventricular. Este tipo de taquicardia, a menudo inducida por un evento desencadenante, puede ser tratada mediante ablación por catéter, lo que implica la identificación y destrucción del tejido arrítmico. Los centros con experiencia han desarrollado técnicas específicas para realizar este procedimiento de manera eficaz.
Por otro lado, las taquicardias que se originan en el tracto de salida ventricular, ya sea desde el ventrículo derecho o el ventrículo izquierdo, son comunes en pacientes con cardiopatía estructural. La ablación de estas taquicardias requiere una comprensión precisa de la anatomía del corazón, así como de las características electrofisiológicas de la taquicardia. Con el uso de tecnología avanzada, como la electroanatomía tridimensional, los médicos pueden mapear de forma precisa el origen de estas arritmias y dirigir la ablación a los sitios específicos responsables de la actividad eléctrica anormal.
Las taquicardias que se originan en los músculos papilares representan otro desafío debido a su localización y a la complejidad del tejido muscular en estas áreas. Sin embargo, la ablación en estos casos puede ser realizada con éxito mediante técnicas endocárdicas y epicárdicas, que permiten un acceso más directo a las zonas de interés.
La taquicardia ventricular fascicular es un tipo de taquicardia que se origina en el sistema de conducción especializado del ventrículo. Este tipo de arritmia a menudo se presenta en pacientes jóvenes y saludables, y la ablación puede ser particularmente efectiva, ya que el circuito arrítmico suele estar bien definido.
En pacientes con cardiopatía isquémica o dilatada, las taquicardias ventriculares pueden ser más difíciles de manejar debido a la presencia de tejido cicatricial y la remodelación ventricular. Sin embargo, en estos casos, la ablación por catéter sigue siendo una opción válida, especialmente cuando la arritmia es responsable de síntomas significativos o de eventos de taquicardia sostenida. Los enfoques de ablación pueden realizarse desde la superficie endocárdica mediante la colocación de un catéter endovascular, lo que permite acceder al interior del ventrículo y dirigir la energía ablativa hacia los focos arrítmicos. Alternativamente, la ablación puede llevarse a cabo en la superficie epicárdica del corazón, utilizando un enfoque subxifoideo percutáneo. Esta técnica es particularmente útil en situaciones donde el acceso endocárdico resulta complicado o cuando se necesita abordar áreas específicas del tejido epicárdico.
La ablación por catéter ha demostrado ser una herramienta eficaz en el tratamiento de la fibrilación ventricular, especialmente en aquellos casos donde se puede identificar una contracción ventricular prematura uniforme. Esta técnica se basa en la destrucción del tejido cardíaco que es responsable de la actividad eléctrica anómala, lo que permite restaurar un ritmo cardíaco normal y, por ende, mejorar la función cardíaca.
Las contracciones ventriculares prematuras son latidos anómalos que se producen antes del ritmo cardíaco normal y pueden desencadenar episodios de fibrilación ventricular. Cuando estas contracciones son uniformes y se originan en un sitio específico del ventrículo, es posible localizarlas con precisión mediante técnicas de mapeo electrofisiológico. Una vez identificadas, se pueden dirigir estrategias de ablación al foco de estas contracciones, lo que ha demostrado ser efectivo en la reducción de la frecuencia de los episodios de fibrilación ventricular y en la mejora de la estabilidad del ritmo cardíaco.
Por otro lado, los pacientes que experimentan contracciones ventriculares prematuras sintomáticas o que presentan una frecuencia suficientemente alta de estas contracciones, generalmente consideradas como más de diez mil por día, pueden ser considerados para la ablación por catéter. La presencia de un número elevado de contracciones ventriculares prematuras puede estar asociada con la aparición de cardiomiopatía, una condición en la cual el músculo cardíaco se debilita y no funciona adecuadamente. Esto es particularmente relevante, ya que las contracciones ventriculares prematuras frecuentes pueden inducir cambios en la estructura y función del ventrículo, generando un ciclo de deterioro cardíaco.
La ablación por catéter en estos casos se realiza con el objetivo de reducir la carga de las contracciones ventriculares prematuras, lo que puede resultar en una disminución de los síntomas y en la prevención de la progresión hacia una insuficiencia cardíaca más severa. La técnica no solo busca la erradicación de las contracciones prematuras, sino que también pretende mejorar la calidad de vida del paciente al reducir la frecuencia de los episodios arrítmicos y, en consecuencia, las hospitalizaciones y el uso de medicamentos antiarrítmicos.
Los procedimientos de ablación por catéter han ganado un reconocimiento significativo en la práctica clínica debido a su eficacia en el tratamiento de diversas arritmias, y generalmente son considerados seguros. Sin embargo, como cualquier intervención médica, conllevan riesgos y la posibilidad de complicaciones. Las tasas de complicaciones mayores asociadas con estos procedimientos varían entre el 1% y el 5%, lo que refleja una amplia experiencia y avances en las técnicas utilizadas.
Uno de los riesgos más comunes es el daño vascular mayor durante la inserción del catéter, que ocurre en menos del 2% de los pacientes. Este tipo de complicación puede incluir hematomas o lesiones a grandes vasos sanguíneos, que, aunque son raros, pueden tener implicaciones significativas para la salud del paciente. La habilidad del equipo médico y el uso de técnicas de imagen avanzadas han contribuido a la reducción de estos eventos adversos.
La perforación de la pared miocárdica es otra posible complicación, aunque su incidencia es baja. Cuando se produce, puede dar lugar a taponamiento pericárdico, una condición en la que se acumula líquido en el espacio pericárdico y puede comprometer el funcionamiento del corazón. A pesar de la seriedad de esta complicación, la tasa de ocurrencia se mantiene en niveles bajos, lo que indica una adecuada selección de pacientes y un manejo cuidadoso durante el procedimiento.
El daño al nodo auriculoventricular es una complicación temida, dado que puede requerir la implantación de un marcapasos cardíaco permanente. Afortunadamente, este evento ocurre en menos del 1% de los casos, lo que refleja tanto el conocimiento anatómico del equipo médico como el uso de tecnologías de mapeo electrofisiológico que permiten una mejor identificación de las estructuras críticas durante la ablación.
Adicionalmente, cuando se requiere un acceso transseptal a través del septo interauricular o se realiza un cateterismo retrógrado del ventrículo izquierdo, se pueden presentar complicaciones adicionales. Estas pueden incluir daños a las válvulas cardíacas, lesiones a las arterias coronarias o la posibilidad de embolias sistémicas, que pueden llevar a eventos adversos en otros órganos. La formación de un coágulo durante el procedimiento y su posterior migración a la circulación sistémica es un riesgo asociado que, aunque poco frecuente, se debe tener en cuenta.
Una complicación rara pero potencialmente fatal asociada con la ablación por catéter, particularmente en el contexto de la fibrilación auricular, es el desarrollo de una fístula atrioesofágica. Esta complicación ocurre cuando el tejido ablacionado en la pared posterior de la aurícula izquierda, que se encuentra adyacente al esófago, provoca una conexión anormal entre ambos, lo que puede llevar a una infección severa y complicaciones sistémicas. Se estima que esta situación ocurre en menos del 0.1% de los procedimientos, lo que, si bien es una cifra baja, subraya la importancia de realizar una ablación cuidadosa y bien planificada.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2024. McGraw Hill.


Originally posted on 14 de octubre de 2024 @ 12:28 PM