¿Cuál es la causa de la Tularemia?

¿Qué causa la Tularemia?
¿Qué causa la Tularemia?

La tularemia, una zoonosis debilitante, encuentra su origen en la bacteria intracelular facultativa gramnegativa Francisella tularensis. Este microorganismo fue identificado por primera vez en 1911 por McCoy y Chapin, aislándolo de roedores en el condado de Tulare, California. Posteriormente, en 1914, Wherry y Lamb confirmaron su presencia en seres humanos. La evolución taxonómica de F. tularensis ha llevado a la identificación de dos subespecies relevantes para la tularemia: la F. tularensis subespecie tularensis y la F. tularensis subespecie holarctica, responsables de los tipos A y B de la enfermedad, respectivamente. Estas subespecies, caracterizadas por su alta virulencia en humanos, se sitúan en la categoría A de agentes con amenaza biológica potencial.

 

Francisella tularensi

Francisella tularensis, la bacteria que subyace a la tularemia, presenta características morfológicas específicas que son cruciales para su reconocimiento y estudio. En primer lugar, se trata de una bacteria gramnegativa, evidenciando una membrana externa y una delgada capa de peptidoglicano que la sitúa en el grupo de las gramnegativas. En términos de tamaño y morfología celular, las células de F. tularensis son pequeñas y pleomórficas, con dimensiones que oscilan entre 0.2 y 0.7 micrómetros de ancho y de 0.2 a 1.5 micrómetros de longitud.

Aunque generalmente carece de una cápsula bien desarrollada, F. tularensis puede formar agregados celulares que pueden asemejarse a una cápsula. La flagelación en esta bacteria es atípica, ya que la mayoría de las cepas son no móviles, careciendo de flagelos para la locomoción, un rasgo distintivo frente a otras bacterias gramnegativas. En términos de tinción, la coloración de Giemsa es comúnmente empleada para visualizar F. tularensis en muestras clínicas, revelando su presencia en células fagocíticas.

Una característica fundamental es su capacidad intracelular facultativa; F. tularensis puede vivir y replicarse tanto dentro como fuera de las células hospedadoras, lo que contribuye significativamente a su patogenicidad. En el cultivo, forma colonias pequeñas, redondas y convexas, con un aspecto característico similar al del chocolate debido a su pigmentación. Sus requisitos de crecimiento específicos incluyen medios ricos en cisteína y ácido ascórbico, lo que destaca su selectividad en términos de cultivo.

Además de estas características, la estabilidad ambiental de F. tularensis es notable, ya que puede sobrevivir en condiciones adversas, como en agua, suelo y garrapatas. Estos atributos contribuyen a su persistencia en la naturaleza y a su capacidad de infectar a los hospedadores. La comprensión detallada de estas características morfológicas distintivas es esencial para el diagnóstico preciso y el diseño de estrategias efectivas en el estudio y tratamiento de esta bacteria patógena.

¿Cuál es la causa de la Tularemia?

¿Cuál es la causa de la Tularemia?

Tularemia

La tularemia se manifiesta en diversas formas, desde la ulceroglandular hasta la neumónica, cada una con características clínicas distintivas. Es, además, una zoonosis, con roedores, liebres y conejos como portadores comunes de la bacteria. La transmisión puede ocurrir a través de picaduras de garrapatas, contacto directo con animales infectados o la inhalación de partículas contaminadas. Esta amplia variedad de formas de presentación y modos de transmisión contribuye a la complejidad de la tularemia.

Considerada una amenaza biológica seria, la tularemia ha llevado a la clasificación de las subespecies tularensis y holarctica en la categoría A. Su capacidad de afectar tanto a animales como a humanos resalta la necesidad de una comprensión profunda de su microbiología y epidemiología. La prevención se centra en medidas para evitar la exposición a animales infectados y el uso de repelentes de insectos en áreas endémicas.

El tratamiento de la tularemia se centra en el uso de antibióticos específicos para combatir la bacteria Francisella tularensis. Históricamente, la estreptomicina ha sido una elección primaria, administrada por vía intramuscular, especialmente en casos graves o sistémicos. Otro aminoglucósido, la gentamicina, también se utiliza por vía intramuscular y ha demostrado eficacia contra F. tularensis.

Además de los aminoglucósidos, se emplean antibióticos de amplio espectro como la doxiciclina y la ciprofloxacina. Estos fármacos, pertenecientes a las clases de tetraciclinas y fluoroquinolonas respectivamente, se administran por vía oral y son opciones efectivas en casos menos graves o cuando la administración intramuscular resulta impracticable.

En algunos casos, se considera el uso de trimetoprim/sulfametoxazol (TMP/SMX), una combinación que actúa sinérgicamente. Sin embargo, su eficacia puede variar y no es la primera elección en muchos escenarios clínicos.

La duración del tratamiento varía según la forma clínica de la tularemia. En términos generales, la terapia se extiende de 10 a 21 días, aunque en casos severos o sistémicos puede requerir períodos más prolongados.

 

 

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