Cirugía en la Colitis Ulcerosa

Cirugía en la Colitis Ulcerosa
Cirugía en la Colitis Ulcerosa

La colitis ulcerosa es una enfermedad inflamatoria crónica del tracto gastrointestinal, que afecta principalmente al colon y al recto. Aunque en los últimos años se han logrado avances significativos en el tratamiento médico de la colitis ulcerosa, la cirugía sigue siendo una opción terapéutica importante en ciertos casos, especialmente cuando las terapias médicas no son efectivas o cuando se presentan complicaciones graves.

Con la introducción y mejoramiento de las terapias médicas, que incluyen fármacos inmunomoduladores, biológicos y otros tratamientos antiinflamatorios, la necesidad de realizar colectomías (extirpación quirúrgica del colon) ha disminuido considerablemente. Estas terapias han permitido controlar de manera más eficaz la inflamación, reducir los brotes de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes. De este modo, las tasas de intervención quirúrgica han experimentado una disminución, con estadísticas actuales que indican que los riesgos de requerir cirugía en pacientes con colitis ulcerosa son relativamente bajos: 2.8% a los 1 año, 7% a los 5 años y 9.6% a los 10 años.

Sin embargo, existen situaciones clínicas en las que la cirugía sigue siendo la única opción viable. Estas indicaciones se pueden dividir en varias categorías, siendo las más importantes las complicaciones graves y los casos de enfermedad refractaria.

  1. Complicaciones graves: La hemorragia severa, la perforación intestinal y el carcinoma documentado son consideradas indicaciones absolutas para la cirugía. La hemorragia severa, que puede poner en peligro la vida del paciente, es una complicación que puede no responder a los tratamientos médicos convencionales. En estos casos, la colectomía puede ser necesaria para detener la pérdida de sangre y prevenir el shock hemorrágico. La perforación intestinal, que se refiere a una abertura en la pared del colon, también requiere intervención quirúrgica urgente debido al riesgo de peritonitis y septicemia. En el caso del carcinoma, si se detecta un cáncer asociado a la colitis ulcerosa, la colectomía es esencial debido al riesgo elevado de malignización en pacientes con enfermedad inflamatoria crónica del colon.
  2. Colitis fulminante o megacolon tóxico: Estos son dos términos que se refieren a formas graves y potencialmente mortales de la colitis ulcerosa. La colitis fulminante es una inflamación extensa del colon que puede causar necrosis y perforación intestinal. El megacolon tóxico, por su parte, es una dilatación masiva del colon asociada a un cuadro inflamatorio grave. Ambos son emergencias médicas que requieren intervención quirúrgica si no se observa mejoría dentro de las primeras 48 a 72 horas de tratamiento médico intensivo. La cirugía en estos casos puede incluir la colectomía total o una resección del segmento afectado, dependiendo de la extensión de la enfermedad y de la respuesta clínica.
  3. Displasia plana invisible o lesiones displásicas no resecables: En pacientes con colitis ulcerosa crónica, la vigilancia periódica mediante colonoscopia es fundamental para detectar signos de displasia, que es un precursor del cáncer colorrectal. La displasia plana invisible hace referencia a lesiones de tipo displásico que no se pueden visualizar con los métodos de imagen convencionales. La presencia de displasia de alto grado o de lesiones displásicas no resecables endoscópicamente puede indicar un riesgo elevado de desarrollo de cáncer. En estos casos, la colectomía se recomienda para prevenir la progresión a carcinoma, ya que la resección quirúrgica del colon es la única forma definitiva de eliminar el riesgo de malignidad asociado.
  4. Enfermedad refractaria a tratamientos médicos: La enfermedad refractaria se refiere a aquella forma de colitis ulcerosa que no responde a los tratamientos médicos convencionales, como los corticosteroides, inmunosupresores y terapias biológicas. Estos pacientes suelen experimentar síntomas persistentes, como diarrea sanguinolenta, dolor abdominal y fiebre, que afectan significativamente su calidad de vida. En aquellos que requieren un tratamiento continuo con esteroides a largo plazo para controlar la inflamación y los síntomas, se puede considerar la cirugía, especialmente si los efectos secundarios de los medicamentos, como la osteoporosis, infecciones o hipertensión, se vuelven insostenibles.

La proctocolectomía total, una intervención quirúrgica en la que se extirpan tanto el colon como el recto, con la posterior creación de una ileostomía, es una solución definitiva para la colitis ulcerosa. Esta cirugía, que elimina el órgano principal afectado por la enfermedad inflamatoria crónica, ofrece una cura completa desde el punto de vista patológico, ya que erradica la inflamación crónica y previene la progresión hacia complicaciones más graves, como el carcinoma colorrectal. Sin embargo, a pesar de su efectividad en el tratamiento de la enfermedad, muchos pacientes intentan evitarla debido a las implicaciones físicas, emocionales y sociales que conlleva.

Uno de los principales factores que lleva a los pacientes a dudar sobre la proctocolectomía total es la preocupación por el impacto que puede tener en su función intestinal. Tras la extirpación del colon y del recto, el paciente generalmente se ve obligado a recurrir a una ileostomía, que implica la creación de una abertura en la pared abdominal (un estoma) a través de la cual se elimina el contenido intestinal, recolectándose en una bolsa externa. Este procedimiento altera significativamente el funcionamiento normal del aparato digestivo, ya que el paciente pierde la capacidad de controlar las evacuaciones intestinales y debe depender de una bolsa para recolectar las heces. Además, esta modificación del proceso digestivo afecta la autoimagen de los pacientes, quienes pueden experimentar un trastorno en su percepción corporal debido a la visibilidad del estoma y la necesidad de usar una bolsa externa.

Por otro lado, la posibilidad de realizar una intervención quirúrgica alternativa, como la anastomosis ileal–anal, mantiene la continuidad del tracto intestinal. En esta opción, la parte final del intestino delgado (el íleon) se conecta directamente al canal anal, formando una bolsa ileal interna que reemplaza el colon y el recto. Este tipo de cirugía, si se lleva a cabo bajo condiciones óptimas, permite al paciente conservar la función intestinal de forma mucho más cercana a la normal, ya que el paciente puede evacuar de manera más controlada, con una frecuencia promedio de entre cinco y siete evacuaciones diarias, que son generalmente sueltas pero no incontrolables. De este modo, los pacientes experimentan una mejora significativa en su calidad de vida, al evitar la necesidad de una ostomía externa y conservar una mayor autonomía en su vida cotidiana.

Sin embargo, una de las complicaciones más comunes asociadas con la anastomosis ileal–anal es el desarrollo de inflamación en la bolsa ileal, conocida como pouchitis. Esta condición afecta a más del 40% de los pacientes dentro del primer año después de la cirugía, y puede llegar hasta el 80% a largo plazo. La pouchitis se caracteriza por un aumento en la frecuencia de las evacuaciones, con síntomas asociados como urgencia fecal, cólicos abdominales, y a veces sangrado rectal. Aunque es una complicación frecuente, la pouchitis generalmente responde bien a los tratamientos antibióticos, como el metronidazol (en dosis de 250-500 mg tres veces al día) o el ciprofloxacino (500 mg dos veces al día), administrados durante un período de 2 semanas. En la mayoría de los casos, estos antibióticos permiten controlar la inflamación y aliviar los síntomas de forma efectiva.

No obstante, algunos pacientes pueden experimentar episodios recurrentes de pouchitis. En estos casos, es posible que se necesite un tratamiento más prolongado o antibióticos continuos para mantener bajo control la inflamación y prevenir nuevas recaídas. Sin embargo, los probióticos, a pesar de su popularidad en el manejo de otras enfermedades intestinales, no han demostrado ser efectivos en la prevención o tratamiento de la pouchitis en estos pacientes.

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
  2. Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
  3. Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.

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