Durante el embarazo, la planificación de viajes y las inmunizaciones deben ser cuidadosamente consideradas, dado que el estado fisiológico y los cambios hormonales del embarazo pueden influir en la seguridad tanto de la madre como del feto. En términos generales, los viajes durante el embarazo de bajo riesgo pueden ser planificados con seguridad hasta la semana 32 de gestación, aunque existen algunas precauciones específicas que deben tomarse en cuenta.
El vuelo comercial en cabinas presurizadas, por ejemplo, no representa una amenaza significativa para el feto, ya que la presión del aire en estas cabinas está regulada para mantener condiciones similares a las de la altitud a nivel del mar. Sin embargo, es recomendable que la persona embarazada se siente en el pasillo, lo que facilita el movimiento frecuente y la circulación sanguínea, y para evitar la trombosis venosa profunda, es aconsejable caminar regularmente durante el vuelo. La hidratación es igualmente importante, dado que el aire en los aviones tiende a ser seco, lo que puede aumentar el riesgo de deshidratación. Además, los viajes pueden aumentar la exposición a diversas infecciones, como el SARS-CoV-2, que es una preocupación especialmente relevante en el contexto de la pandemia.
El embarazo confiere un mayor riesgo de complicaciones graves si se presenta una infección por SARS-CoV-2, como el parto prematuro y la enfermedad grave. Por esta razón, las personas embarazadas deben tomar medidas adicionales para prevenir la exposición a este virus, como el uso de mascarillas cuando el nivel de transmisión comunitaria sea alto o medio. La vacunación contra el COVID-19 está recomendada tanto para las personas embarazadas como para aquellas que están intentando quedar embarazadas o que puedan quedar embarazadas. Los estudios han demostrado que los beneficios de la vacunación en términos de prevención de enfermedad grave superan los posibles riesgos, y no existe evidencia que sugiera que las vacunas contra el COVID-19 afecten la fertilidad.
En relación con las inmunizaciones, es importante destacar que idealmente todas las vacunas deben administrarse antes del embarazo para maximizar su eficacia y minimizar los riesgos. En este sentido, los productos basados en virus vivos atenuados, como las vacunas contra el sarampión, rubéola, fiebre amarilla y viruela, están contraindicados durante el embarazo debido a la posibilidad de que el virus en forma atenuada pueda causar efectos adversos al feto. La vacuna contra la polio, por ejemplo, debe administrarse en su forma inactivada por vía subcutánea, ya que la forma oral atenuada está contraindicada durante el embarazo. Igualmente, la vacuna contra la varicela debe administrarse entre uno y tres meses antes de concebir, ya que su uso durante el embarazo no es recomendable debido a los riesgos para el feto.
Por otro lado, existen vacunas que sí se pueden administrar durante el embarazo, como la vacuna contra la neumonía neumocócica, la meningitis meningocócica y la hepatitis A, especialmente en situaciones de riesgo. La vacuna contra la hepatitis B también debe administrarse a mujeres embarazadas que no hayan sido vacunadas previamente y que presenten un alto riesgo de infección. En cuanto al virus del papiloma humano (VPH), aunque no se recomienda su administración durante el embarazo, no se han reportado efectos adversos significativos cuando la vacuna se ha administrado accidentalmente durante esta etapa.
La vacunación anual contra la gripe es otra recomendación importante, ya que el embarazo se considera un factor de riesgo para complicaciones graves por influenza. Esta vacuna puede administrarse de forma segura durante cualquier trimestre del embarazo. Además, se recomienda que todas las mujeres embarazadas reciban la vacuna Tdap (contra tétanos, difteria y tos ferina) en cada embarazo, preferentemente entre las semanas 27 y 36 de gestación, para asegurar que la madre desarrolle una respuesta inmune adecuada y para transferir anticuerpos protectores al bebé. En aquellos casos en los que la mujer embarazada no haya sido vacunada previamente con Tdap, o no lo haya hecho durante el embarazo, debe administrarse inmediatamente después del parto.
En cuanto a la prevención de enfermedades infecciosas durante los viajes, se deben tomar precauciones adicionales. Por ejemplo, no se recomienda viajar a áreas endémicas de fiebre amarilla o del virus del Zika, dado que estos virus pueden tener efectos devastadores en el embarazo, como malformaciones congénitas en el caso del Zika. Las complicaciones relacionadas con el paludismo, particularmente el paludismo por Plasmodium falciparum resistente a la cloroquina, también son más frecuentes durante el embarazo y pueden resultar en efectos graves para la madre y el feto. En este contexto, el uso de medicamentos antipalúdicos como la cloroquina y el proguanil puede ser indicado para la profilaxis de la malaria, siempre bajo la supervisión médica adecuada.
La hidratación adecuada y la prevención de la contaminación microbiana son fundamentales, especialmente si se viaja a regiones con condiciones sanitarias deficientes. El agua debe purificarse por ebullición si existe el riesgo de contaminación, y se debe evitar el uso de yodo para purificar agua debido a que el exceso de yodo puede ser nocivo durante el embarazo. Asimismo, el uso de antibióticos profilácticos o de subsalicilato de bismuto para prevenir la diarrea no es recomendado, prefiriéndose el tratamiento con rehidratación oral y el uso de antibióticos como la eritromicina o ampicilina cuando sea necesario.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Centers for Disease Control and Prevention. Guidelines for Vaccinating Pregnant Women. Accessed April 21, 2024. https://www.cdc.gov/vaccines/pregnancy/hcp-toolkit/ guidelines.html
- Centers for Disease Control and Prevention. RSV Vaccination for Pregnant People. Accessed April 21, 2024. https://www. cdc.gov/vaccines/vpd/rsv/public/pregnancy.html