Envenenamiento por mordedura de serpientes

Envenenamiento por mordedura de serpientes
Envenenamiento por mordedura de serpientes

Las serpientes se destacan como la causa más relevante a nivel mundial de envenenamiento humano, dado su potencial para inyectar veneno durante las mordeduras, desencadenando una variedad de efectos tóxicos que, en situaciones críticas, pueden llevar a consecuencias fatales. La complejidad de esta problemática se fundamenta en varios aspectos significativos.

La diversidad de especies de serpientes venenosas en todo el mundo contribuye a la variabilidad en la composición del veneno. Cada especie tiene adaptaciones específicas en su veneno, diseñadas para su estilo de caza y defensa. Esta diversidad se traduce en manifestaciones clínicas diversas del envenenamiento, dependiendo de la serpiente responsable.

No menos importante es la variabilidad intraspécifica, ya que la composición del veneno puede diferir incluso entre individuos de la misma especie, influenciada por factores genéticos, geográficos y ambientales. Esta variabilidad añade un nivel de complejidad al diagnóstico y tratamiento, haciendo que las respuestas del cuerpo humano al veneno sean igualmente diversas.

Además, la composición del veneno puede cambiar a lo largo del tiempo dentro de un mismo individuo. Factores como la edad, la dieta y el entorno influyen en esta dinámica, afectando la respuesta del cuerpo humano y la eficacia de los tratamientos específicos.

El veneno de serpiente es una mezcla compleja de componentes tóxicos, como enzimas, toxinas proteicas y péptidos, que pueden afectar diversos sistemas del cuerpo humano. Esto resulta en una amplia gama de síntomas y complicaciones, desde dolor local y edema hasta daño tisular extenso, hemorragias, problemas neurológicos y disfunción de órganos.

Además, en muchas áreas del mundo, especialmente en regiones tropicales y subtropicales donde las serpientes venenosas son más comunes, el acceso limitado a tratamiento médico inmediato y especializado agrava la gravedad de las mordeduras de serpiente como causa de envenenamiento humano.

 

Envenenamiento por mordeduras de serpientes

La variabilidad en la tasa de mordeduras secas entre las especies de serpientes se relaciona con una serie de factores anatómicos y biológicos que difieren significativamente entre ellas. Esta variación se manifiesta en varios aspectos, como la longitud media de los colmillos, el volumen del veneno, la toxicidad del veneno y la diversidad de efectos clínicos que se observan con el envenenamiento.

La longitud de los colmillos de una serpiente es un factor crucial en la capacidad de inocular veneno durante una mordedura. Las serpientes venenosas poseen colmillos especializados para la inyección de veneno, y la longitud de estos colmillos varía considerablemente entre especies. Serpientes con colmillos largos tienen una mayor capacidad para penetrar la piel y los tejidos, lo que puede aumentar la probabilidad de una mordedura con inyección de veneno.

El volumen del veneno también difiere entre especies. Algunas serpientes tienen glándulas venenosas más grandes o producen una mayor cantidad de veneno en cada mordedura. Esto puede influir en la gravedad del envenenamiento, ya que un mayor volumen de veneno tiene el potencial de causar efectos más pronunciados en el organismo humano.

La toxicidad del veneno es otro factor clave. La composición química del veneno varía entre especies y puede contener diversas enzimas, proteínas y toxinas. La toxicidad determina la gravedad de los efectos clínicos y puede afectar diferentes sistemas del cuerpo humano.

La diversidad de efectos clínicos observados con el envenenamiento por serpientes también está vinculada a la variabilidad en la composición del veneno. Diferentes componentes del veneno pueden afectar órganos y sistemas específicos, dando lugar a una amplia gama de síntomas y complicaciones, desde efectos locales como dolor e hinchazón hasta problemas sistémicos graves como daño renal, hemorragias y disfunción neuromuscular.

 

Parálisis neurotóxica

La parálisis neurotóxica es un fenómeno caracterizado por la interrupción de la comunicación normal entre las neuronas y los músculos, resultando en una parálisis flácida descendente progresiva. En el contexto de las mordeduras de serpientes, este tipo de parálisis está asociado con la acción de neurotoxinas presentes en el veneno de ciertas especies.

Las neurotoxinas pre- y postsinápticas presentes en el veneno de serpiente tienen un impacto directo en la unión neuromuscular, donde las neuronas se conectan con los músculos. En el caso de las neurotoxinas presinápticas, estas afectan la liberación de neurotransmisores en la sinapsis, interfiriendo con la transmisión de señales nerviosas a los músculos. Este tipo de neurotoxinas es típicamente asociado con serpientes de coral (elápidos), aunque algunas especies de serpientes de cascabel también pueden causar neurotoxicidad.

La regeneración del axón, la parte de la neurona que transmite señales, es un proceso fundamental después de que ha sido dañado por las neurotoxinas. Este proceso puede llevar días o incluso semanas. Es crucial detectar los primeros signos de parálisis incipiente y administrar un antídoto antes de que se produzcan daños más extensos que el antídoto no pueda revertir. La rapidez en la administración del antídoto es esencial para evitar complicaciones graves y potencialmente irreversibles.

En contraste, las neurotoxinas postsinápticas actúan uniéndose al receptor de acetilcolina en la placa motora fuera de la célula. El receptor de acetilcolina es esencial para la transmisión de señales nerviosas a los músculos. El antiveneno tiene la capacidad de revertir este tipo de parálisis al contrarrestar los efectos de las neurotoxinas postsinápticas, restableciendo así la función neuromuscular normal.

Envenenamiento por mordeduras de serpientes

Envenenamiento por mordeduras de serpientes

 

Miotoxicidad

La miotoxicidad en el contexto de las mordeduras de serpientes se refiere a la capacidad de algunos venenos de serpiente para contener miotoxinas, las cuales tienen como objetivo el músculo. Estas miotoxinas pueden actuar de dos maneras distintas: por vía sistémica, afectando principalmente el músculo esquelético en todo el cuerpo, o de manera local en el miembro mordido adyacente.

Cuando las miotoxinas actúan de manera sistémica, provocan una miotoxicidad progresiva y severa. Esta miotoxicidad a menudo alcanza su punto máximo más de 24 horas después de la mordedura. Los síntomas característicos incluyen dolor muscular intenso, rabdomiólisis (descomposición del tejido muscular) y elevaciones en ocasiones masivas de los niveles séricos de creatina cinasa, una enzima asociada con el músculo esquelético (>100,000 UI/l). La rabdomiólisis puede conducir a la liberación de mioglobina en la sangre, dando lugar a la mioglobinuria, la presencia de mioglobina en la orina. Este proceso puede resultar en lesiones renales agudas, contribuyendo a la insuficiencia renal, y también puede desencadenar cardiotoxicidad hiperpotasémica, donde los niveles elevados de potasio en la sangre afectan la función del corazón.

Por otro lado, la miotoxicidad local se manifiesta en el miembro mordido. Las miotoxinas actúan directamente en los músculos cercanos a la zona de la mordedura, contribuyendo a la lesión de los tejidos en ese miembro específico. Esto puede dar lugar a edema, necrosis y otros cambios locales en el tejido muscular.

Es importante destacar que la gravedad de la miotoxicidad depende de varios factores, incluyendo la especie de serpiente responsable de la mordedura, la cantidad de veneno inyectado y la prontitud en la administración de tratamientos específicos como el antiveneno. Además, la miotoxicidad puede coexistir con otros efectos tóxicos asociados con diferentes componentes del veneno de serpiente, lo que aumenta la complejidad del cuadro clínico.

 

Coagulopatia

La coagulopatía de consumo es un trastorno en el que se reduce la capacidad del sistema de coagulación sanguínea para funcionar adecuadamente. En el contexto de las mordeduras de serpiente, esta coagulopatía puede manifestarse en la disminución de los niveles de fibrinógeno, lo que puede conducir a hemorragias. Sin embargo, algunos venenos de serpiente van más allá y no solo reducen los niveles de fibrinógeno sino que también inhiben la coagulación o interfieren en la función plaquetaria, contribuyendo así a la coagulopatía.

Además de la coagulopatía de consumo, ciertas especies de serpientes poseen venenos que contienen hemorraginas, sustancias que dañan los vasos sanguíneos. Este daño vascular facilita la extravasación de la sangre, lo que puede resultar en hemorragias, edema y aumentar la posibilidad de necrosis local o shock. Las hemorraginas son proteínas que afectan la integridad de los vasos sanguíneos, comprometiendo su función normal y provocando la salida de sangre hacia los tejidos circundantes.

Un ejemplo específico se observa en la víbora de Martinica y en especies afines de Bothrops, que tienen toxinas procoagulantes. Estas toxinas promueven la coagulación sanguínea, llevando a la formación de trombos. Sin embargo, esta acción puede ser perjudicial ya que puede causar trombosis, con el consiguiente riesgo de infarto embólico en órganos críticos como el cerebro, el corazón o los pulmones. La trombosis puede bloquear los vasos sanguíneos, interrumpiendo el flujo sanguíneo y provocando daño tisular.

 

Lesión del tejido local

Muchos venenos de serpiente tienen la capacidad de causar lesiones significativas en los tejidos del lugar de la mordedura y en áreas adyacentes. Esta acción puede desencadenar diversos efectos clínicos, siendo la necrosis, el desplazamiento de líquidos y el shock secundario a veces los resultados más notorios de la mordedura.

La necrosis, o muerte celular, es una consecuencia directa de la acción de ciertos componentes del veneno que afectan la integridad de las células y los tejidos en el área de la mordedura. Esta necrosis puede extenderse más allá del lugar de la mordedura y afectar tejidos circundantes, comprometiendo la función y la estructura normales.

El desplazamiento de líquidos se refiere a la acumulación anormal de fluidos en los tejidos, lo que puede dar lugar a edema (hinchazón). Esta respuesta inflamatoria puede contribuir al dolor, la disfunción y otras complicaciones en el área afectada.

El shock secundario es otra consecuencia potencialmente grave de las mordeduras de serpiente. La combinación de necrosis extensa, pérdida de líquidos y otros efectos sistémicos del veneno puede conducir a una disminución significativa de la presión arterial y a un estado de shock. Este estado de shock puede poner en peligro la vida del individuo afectado y requiere intervención médica urgente.

Además, la sobreinfección es una complicación común asociada a las mordeduras de serpiente. Especialmente en heridas abiertas y tejidos dañados, los microorganismos pueden penetrar y causar infecciones secundarias. Se ha observado que el tratamiento profiláctico con amoxicilina-clavulánico no previene de manera eficaz la sobreinfección en estos casos.

 

 

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