Factores de riesgo para diabetes tipo 2

Factores de riesgo para diabetes tipo 2
Factores de riesgo para diabetes tipo 2

La diabetes tipo 2 es una enfermedad metabólica compleja caracterizada por una combinación de factores genéticos y ambientales que conducen a la pérdida progresiva de la función de las células beta pancreáticas y a la resistencia periférica a la acción de la insulina. A diferencia de la diabetes tipo 1, donde hay una destrucción autoinmune de las células beta pancreáticas, en la diabetes tipo 2, la pérdida de células beta ocurre principalmente debido a causas no inmunes, aunque factores inflamatorios pueden contribuir al deterioro de la función pancreática. Esta pérdida de células beta resulta en una producción reducida de insulina por el páncreas.

La resistencia a la insulina es otra característica central de la diabetes tipo 2. Esto significa que las células del cuerpo, como las del músculo, el hígado y el tejido adiposo, responden de manera deficiente a la insulina, lo que dificulta que la glucosa ingrese en estas células para su utilización como fuente de energía. La resistencia a la insulina puede deberse a una variedad de factores, incluida la obesidad, la inflamación crónica, la inactividad física y la predisposición genética.

A medida que progresa la enfermedad, la función residual de las células beta disminuye aún más, exacerbando la hiperglucemia. Aunque la función pancreática restante puede ser suficiente para prevenir la cetoacidosis, una complicación aguda de la diabetes caracterizada por niveles extremadamente altos de glucosa en sangre y cetonas, es insuficiente para mantener niveles normales de glucosa en sangre en ayunas o después de las comidas.

El cambio en la epidemiología de la diabetes tipo 2, que ahora se encuentra con más frecuencia en niños y adolescentes, está fuertemente asociado con el aumento de la obesidad infantil y el estilo de vida sedentario. La obesidad es un factor de riesgo importante para el desarrollo de la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2, y su prevalencia en niños y adolescentes ha aumentado significativamente en las últimas décadas debido a cambios en la dieta y la actividad física.

 

Riesgo genetico

La herencia genética desempeña un papel significativo en la susceptibilidad a la diabetes tipo 2. Los estudios en gemelos monocigóticos han revelado una alta concordancia para la diabetes tipo 2, lo que sugiere una fuerte influencia genética en la enfermedad. De hecho, se ha observado que más del 70% de los gemelos monocigóticos mayores de 40 años desarrollan diabetes tipo 2 dentro de un año el uno del otro, lo que destaca la importancia de los factores genéticos en su desarrollo.

Los avances en la genómica han permitido identificar numerosas variantes genéticas asociadas con un mayor riesgo de diabetes tipo 2. Los estudios de asociación de todo el genoma han identificado 143 variantes de riesgo y mecanismos reguladores relacionados con la enfermedad. Muchas de estas variantes parecen estar implicadas en la función o desarrollo de las células beta pancreáticas, que son responsables de producir insulina. Por ejemplo, genes como CDKAL1, SLC30A8, HHEX-IDE, CDKN2A/B, KCNJ11 e IGF2BP2 están relacionados con la función de las células beta. Otros genes, como TCF7L2, están involucrados en la vía de señalización WNT que es crucial para el desarrollo normal del páncreas.

Además, algunos loci genéticos afectan a la masa grasa y al riesgo de obesidad, lo que a su vez está estrechamente relacionado con la resistencia a la insulina y el desarrollo de la diabetes tipo 2. Por ejemplo, los genes FTO y MC4R afectan la masa grasa y el riesgo de obesidad, mientras que el locus PPARG tiene un papel crítico en la diferenciación, supervivencia y función de los adipocitos.

La identificación de estos alelos de riesgo ha permitido el desarrollo de una puntuación de riesgo poligénico, que puede estimar el riesgo genético de un individuo de por vida para desarrollar diabetes tipo 2. Sin embargo, actualmente estos puntajes de riesgo no se utilizan de forma rutinaria en la práctica clínica debido a la falta de directrices claras sobre su uso. A medida que avanza la investigación, es probable que estas puntuaciones de riesgo poligénico se integren más ampliamente en la práctica clínica para ayudar a identificar a las personas con mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y tomar medidas preventivas adecuadas.

 

Obesidad

La obesidad es reconocida como uno de los principales factores ambientales que contribuyen a la resistencia a la insulina, un componente central en el desarrollo de la diabetes tipo 2. La relación entre obesidad y resistencia a la insulina se ha estudiado extensamente y se entiende que la acumulación de tejido adiposo, especialmente el tejido adiposo visceral, desencadena una serie de procesos fisiológicos que promueven la resistencia a la insulina.

La obesidad visceral, caracterizada por la acumulación de grasa en las regiones omental y mesentérica del abdomen, se ha identificado como un factor de riesgo significativo para la resistencia a la insulina y el desarrollo de la diabetes tipo 2. Este tipo de obesidad está estrechamente relacionado con la inflamación crónica de bajo grado, la liberación de ácidos grasos libres y adipocinas proinflamatorias desde el tejido adiposo, y la alteración en la secreción de adipocinas como la adiponectina, que afectan negativamente la sensibilidad a la insulina en tejidos periféricos como el músculo esquelético y el hígado.

En contraste, la grasa abdominal subcutánea, que se encuentra debajo de la piel, parece tener una asociación menos pronunciada con la insensibilidad a la insulina en comparación con la grasa visceral. Esto se debe en parte a diferencias en la capacidad de las células adiposas para almacenar lípidos y en su actividad secretora de adipocinas.

El término “obesidad metabólica” se refiere a un estado en el que los individuos muestran características metabólicas asociadas con la obesidad, como resistencia a la insulina, dislipidemia y riesgo aumentado de enfermedad cardiovascular, a pesar de no tener una obesidad manifiesta según los estándares tradicionales de índice de masa corporal (IMC). Esto sugiere que la distribución de la grasa corporal, particularmente la acumulación de grasa visceral, puede ser un factor más importante que el IMC en la determinación del riesgo metabólico.

Es importante destacar que la relación entre obesidad, resistencia a la insulina y diabetes tipo 2 no es uniforme entre diferentes grupos raciales y étnicos. Múltiples factores, incluidos factores genéticos, culturales, socioeconómicos y ambientales, pueden influir en estas disparidades. Por lo tanto, comprender los mecanismos subyacentes a estas diferencias es crucial para abordar de manera efectiva el riesgo y la prevención de la diabetes tipo 2 en poblaciones diversas.

 

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