La fiebre por mordedura de rata es una enfermedad infecciosa aguda de aparición poco común que se desarrolla tras la transmisión de ciertos microorganismos patógenos desde ratas hacia los seres humanos. Esta afección puede ser causada por diferentes agentes etiológicos, dependiendo de la región geográfica en la que se presenta. En el continente asiático, la enfermedad suele originarse por la infección con una espiroqueta del género Spirillum, específicamente Spirillum minus, así como por bacterias como Streptobacillus notomytis. En contraste, en América del Norte, el principal agente causal es la bacteria Streptobacillus moniliformis.
La vía de transmisión de estos patógenos es zoonótica, es decir, ocurre desde animales hacia humanos, siendo las ratas el reservorio principal. El contagio se produce principalmente a través de mordeduras de ratas, aunque también puede suceder mediante el contacto con sus secreciones, como la orina o las heces, especialmente si estas son ingeridas de manera accidental, por ejemplo, al contaminar alimentos o superficies. Debido a estas formas de transmisión, ciertos grupos poblacionales presentan un riesgo significativamente mayor de contraer esta enfermedad. Entre estos se encuentran las personas que habitan en viviendas infestadas por ratas, los dueños de ratas domésticas como mascotas y los trabajadores de laboratorio que manipulan estos animales en entornos experimentales o de investigación biomédica.
La fiebre por mordedura de rata, a pesar de su rareza, puede tener consecuencias clínicas graves si no se diagnostica y trata oportunamente, por lo que resulta fundamental mantener una adecuada higiene, control de plagas y precauciones en ambientes donde el contacto con ratas sea frecuente o inevitable.
Manifestaciones clínicas
En las infecciones causadas por Spirillum minus, el sitio original de la mordedura de rata suele cicatrizar rápidamente si no se presenta una infección secundaria. No obstante, tras un periodo de latencia que varía entre una y varias semanas, la zona afectada puede experimentar una reactivación inflamatoria localizada. Esta reaparición se manifiesta por una tumefacción del área, acompañada de endurecimiento, dolor y un cambio característico en la coloración de la piel, que adopta un tono púrpura apagado. En algunos casos, la lesión puede evolucionar hasta formar una úlcera. Paralelamente, se desarrollan signos de inflamación de los vasos y ganglios linfáticos regionales, en un cuadro compatible con linfangitis y linfadenitis.
El compromiso sistémico de la enfermedad se manifiesta por fiebre, escalofríos, malestar general, dolor muscular, dolor articular y cefalea. En ciertos pacientes, se observa esplenomegalia, es decir, aumento del tamaño del bazo, lo cual indica una activación del sistema inmunológico. Además, en una proporción considerable de los casos, se desarrolla una erupción cutánea de tipo maculopapular, escasa y de color rojo oscuro, que se distribuye en el tronco y las extremidades. Esta puede acompañarse de artritis franca, con inflamación articular evidente.
Una característica distintiva de esta forma de fiebre por mordedura de rata es su curso clínico en forma de recaídas. Los síntomas, tanto locales como sistémicos, tienden a remitir después de algunos días, pero reaparecen tras un intervalo libre de fiebre. Este patrón recurrente, en el que se alternan periodos febriles de entre tres y cuatro días con intervalos afebriles que pueden durar de tres a nueve días, puede mantenerse durante varias semanas. Sin embargo, las manifestaciones inflamatorias más intensas suelen limitarse a los primeros episodios de recaída.
Por otro lado, las infecciones ocasionadas por Streptobacillus moniliformis presentan un cuadro clínico similar al descrito para Spirillum minus, aunque con ciertas diferencias notables. El periodo de incubación es más breve, con una duración máxima de siete días. Asimismo, la erupción cutánea es generalmente más extensa y difusa. Aunque el curso clínico suele ser autolimitado, en raras ocasiones pueden presentarse complicaciones graves como endocarditis, meningitis o sepsis, especialmente en pacientes inmunocomprometidos o con comorbilidades subyacentes.
Exámenes diagnósticos
En el contexto de las infecciones causadas por Spirillum minus, es común observar una respuesta inmunológica sistémica significativa, manifestada en muchos casos por leucocitosis. Este fenómeno consiste en un aumento anormal en el número de leucocitos circulantes, lo cual refleja la activación del sistema inmunitario frente a la presencia del agente infeccioso. La leucocitosis constituye un hallazgo inespecífico, pero útil, que orienta hacia un proceso infeccioso agudo, especialmente de origen bacteriano.
Un dato clínico-laboratorial interesante en estas infecciones es la posibilidad de obtener resultados falsamente positivos en las pruebas no treponémicas utilizadas para el diagnóstico de sífilis, como el test de reagina plasmática rápida o la prueba de Venereal Disease Research Laboratory. Estas pruebas detectan anticuerpos dirigidos contra lípidos liberados por células dañadas y por microorganismos, en lugar de antígenos específicos del Treponema pallidum, agente causal de la sífilis. Debido a que Spirillum minus es una espiroqueta, similar morfológica y antigénicamente a Treponema pallidum, su presencia puede inducir la formación de anticuerpos que reaccionan de manera cruzada con los antígenos utilizados en estas pruebas. Esto conduce a resultados erróneamente positivos, lo cual puede generar confusión diagnóstica si no se consideran las características clínicas y epidemiológicas del paciente.
Desde el punto de vista diagnóstico, la identificación directa de Spirillum minus puede lograrse mediante el examen microscópico en campo oscuro de muestras obtenidas del exudado de la úlcera cutánea o del contenido aspirado de ganglios linfáticos inflamados. Esta técnica permite visualizar directamente al microorganismo, que posee una morfología espiralada característica y un patrón de motilidad distintivo. Sin embargo, uno de los grandes desafíos en el estudio de Spirillum minus radica en su imposibilidad de ser cultivado en medios artificiales. Hasta la fecha, no se ha logrado desarrollar un medio de cultivo in vitro que sustente el crecimiento de esta espiroqueta, lo cual limita significativamente las posibilidades de diagnóstico microbiológico convencional y el estudio más detallado de sus propiedades fisiológicas y genéticas.
Diagnóstico diferencial
Desde el punto de vista clínico, el diagnóstico diferencial entre las formas de fiebre por mordedura de rata causadas por Streptobacillus moniliformis y aquellas originadas por Spirillum minus puede presentar dificultades, especialmente en las etapas iniciales de la enfermedad. No obstante, existen ciertas diferencias clínicas y de laboratorio que permiten orientar el diagnóstico hacia uno u otro agente etiológico.
Una de las características más distintivas de la infección por Streptobacillus moniliformis es la presencia prominente de artritis inflamatoria y mialgias intensas. En muchos pacientes, estas manifestaciones musculoesqueléticas pueden ser severas, comprometiendo múltiples articulaciones y dificultando el movimiento. En cambio, en las infecciones causadas por Spirillum minus, estos síntomas suelen ser mucho menos pronunciados o incluso ausentes, lo que permite establecer una primera diferenciación clínica importante.
Sin embargo, para lograr una diferenciación confiable entre ambas entidades, es necesario recurrir a pruebas de laboratorio específicas. Una herramienta útil es la detección de un aumento progresivo en los títulos de aglutininas contra Streptobacillus moniliformis, lo cual indica una respuesta serológica activa del organismo frente a este patógeno. Alternativamente, si las condiciones lo permiten, la identificación directa mediante el aislamiento del agente causal en cultivos microbiológicos puede confirmar el diagnóstico, aunque esto suele ser más factible con S. moniliformis, dado que este microorganismo puede cultivarse en medios artificiales, a diferencia de Spirillum minus, cuya imposibilidad de ser cultivado limita las opciones diagnósticas.
Además de distinguir entre estas dos formas de fiebre por mordedura de rata, el diagnóstico diferencial debe ampliarse para incluir otras enfermedades infecciosas que comparten manifestaciones clínicas similares. Entre estas se encuentra la tularemia, causada por Francisella tularensis, que también puede presentarse con fiebre, linfadenopatía y lesiones cutáneas. Las enfermedades por Rickettsia, particularmente aquellas del grupo de las fiebres eruptivas, pueden simular el exantema y los síntomas sistémicos. Las infecciones por Pasteurella multocida, comúnmente asociadas a mordeduras de animales domésticos, también cursan con inflamación local y signos sistémicos similares. Finalmente, la fiebre recurrente, provocada por especies del género Borrelia, comparte con Spirillum minus el patrón de fiebre intermitente y recaídas.
Tratamiento
El tratamiento de la fiebre por mordedura de rata en su fase aguda requiere un abordaje antimicrobiano eficaz y de inicio inmediato, especialmente en adultos con manifestaciones clínicas sistémicas. La terapia de primera elección está basada en la administración de antibióticos betalactámicos, siendo la penicilina el fármaco de referencia debido a su elevada eficacia contra los agentes etiológicos implicados, particularmente Streptobacillus moniliformis y Spirillum minus.
En casos de enfermedad aguda, se recomienda iniciar el tratamiento con penicilina por vía intravenosa, administrando entre uno y dos millones de unidades cada cuatro a seis horas. Esta vía de administración permite alcanzar concentraciones séricas terapéuticas de manera rápida, lo cual es fundamental para controlar la diseminación bacteriana y prevenir complicaciones. Una alternativa terapéutica igualmente válida es el uso de ceftriaxona, una cefalosporina de tercera generación con excelente penetración tisular, administrada a razón de un gramo diario por vía intravenosa. En situaciones poco frecuentes pero graves, como la endocarditis infecciosa, meningitis o sepsis, se deben emplear dosis más elevadas de estos antimicrobianos, adaptadas a la localización y severidad de la infección.
Una vez que el paciente ha mostrado mejoría clínica evidente y la fiebre ha remitido, es posible completar el esquema terapéutico con antibióticos por vía oral. En este contexto, se recomienda continuar con penicilina V a una dosis de quinientos miligramos cuatro veces al día, o bien con amoxicilina en una dosis de quinientos miligramos tres veces al día. El tratamiento oral debe mantenerse hasta completar un curso total de diez a catorce días, asegurando así la erradicación completa del microorganismo y reduciendo el riesgo de recaídas.
En aquellos pacientes con hipersensibilidad confirmada a la penicilina, se dispone de alternativas igualmente eficaces dentro del grupo de las tetraciclinas. La tetraciclina puede administrarse a una dosis de quinientos miligramos por vía oral cuatro veces al día, o bien puede emplearse doxiciclina, con mejor tolerancia gastrointestinal y un esquema más cómodo, a razón de cien miligramos dos veces al día. Estas opciones son particularmente útiles en individuos con alergia tipo I a los betalactámicos y deben utilizarse durante un periodo equivalente para asegurar una respuesta terapéutica completa.
Pronóstico
El pronóstico de la fiebre por mordedura de rata ha mejorado significativamente en las últimas décadas, gracias al avance en las herramientas diagnósticas y al acceso oportuno a tratamientos antimicrobianos eficaces. Históricamente, la tasa de mortalidad asociada a esta enfermedad se ha estimado en aproximadamente un diez por ciento, una cifra considerable si se tiene en cuenta que, en muchos casos, se trata de una infección potencialmente prevenible y tratable. Esta mortalidad elevada suele estar relacionada con la falta de reconocimiento temprano del cuadro clínico, el retraso en el inicio del tratamiento, o la aparición de complicaciones graves como endocarditis, meningitis o sepsis.
Sin embargo, cuando se logra un diagnóstico oportuno y se instaura de inmediato una terapia antimicrobiana adecuada, el pronóstico cambia de manera radical. La administración precoz de antibióticos, como penicilina o cefalosporinas, no solo permite controlar eficazmente la proliferación del agente infeccioso, sino que también limita la progresión del daño tisular y reduce la probabilidad de que se presenten manifestaciones sistémicas severas. Asimismo, el reconocimiento clínico de patrones característicos, como el curso febril recurrente o la aparición de exantema y artritis en el caso de infecciones por Streptobacillus moniliformis, facilita la diferenciación respecto a otras enfermedades infecciosas con presentaciones similares, permitiendo decisiones terapéuticas más precisas.
La evolución clínica favorable también depende de factores individuales del paciente, como su estado inmunológico, la presencia de enfermedades crónicas subyacentes y el grado de exposición al patógeno. No obstante, en personas previamente sanas, la respuesta al tratamiento suele ser excelente, con una resolución completa de los síntomas y sin secuelas permanentes. En este contexto, es fundamental la sensibilización del personal médico frente a esta entidad clínica poco frecuente, así como la implementación de medidas preventivas en poblaciones de riesgo, como trabajadores de laboratorio, personas que conviven con roedores y habitantes de entornos insalubres.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
- Rozman, C., & Cardellach López, F. (Eds.). (2024). Medicina interna (20.ª ed.). Elsevier España.
- Coessens M et al. Rat bite fever: a case report review. Acta Clin Belg. 2022;77:883. [PMID: 34672901]

