Manifestaciones clínicas del asma

Las manifestaciones clínicas del asma abarcan una amplia gama de síntomas respiratorios que pueden variar en intensidad y frecuencia entre los individuos afectados. Estas manifestaciones son características de esta enfermedad crónica de las vías respiratorias y generalmente se desencadenan por la inflamación y la hiperreactividad bronquial.
Signos y síntomas
Los síntomas y signos del asma muestran una notable variabilidad tanto entre pacientes individuales como en un mismo individuo a lo largo del tiempo, reflejando la naturaleza compleja y heterogénea de esta enfermedad respiratoria crónica. La evaluación del control del asma se fundamenta en la frecuencia y severidad de los síntomas diurnos y nocturnos, así como en la necesidad de medicamentos de alivio para mantener la función pulmonar adecuada.
El asma se caracteriza típicamente por la presencia de sibilancias episódicas, dificultad para respirar, opresión en el pecho y tos persistente. Estos síntomas pueden variar en intensidad y frecuencia, siendo frecuentemente más graves durante la noche o en las primeras horas de la mañana, lo cual puede afectar significativamente la calidad de vida del paciente.
Los síntomas del asma pueden manifestarse de manera espontánea o ser desencadenados y exacerbados por una variedad de factores desencadenantes, que incluyen alérgenos ambientales como el polen o los ácaros del polvo, irritantes respiratorios como el humo del tabaco o la contaminación del aire, infecciones respiratorias virales, ejercicio físico intenso y cambios climáticos.
El examen físico puede revelar hallazgos que aumentan la probabilidad de asma, como la inflamación de la mucosa nasal, un aumento en las secreciones y la presencia de pólipos, particularmente en pacientes con asma alérgica. Además, los pacientes con asma pueden presentar comorbilidades como eczema, dermatitis atópica u otros trastornos alérgicos de la piel, lo cual sugiere una predisposición genética y una respuesta inmunitaria hiperreactiva.
Durante el examen de tórax, la auscultación puede revelar sibilancias audibles durante la fase espiratoria prolongada, indicativa de obstrucción del flujo de aire en las vías respiratorias. Sin embargo, durante exacerbaciones graves del asma, el flujo de aire puede ser tan limitado que no se produzcan sibilancias audibles, y la auscultación puede mostrar una reducción global de los sonidos respiratorios con una expiración prolongada. Además, el uso de músculos accesorios de la respiración y la posición encorvada de los hombros pueden indicar un mayor esfuerzo respiratorio.
Hallazgos de laboratorio
Durante una exacerbación del asma, las mediciones de gases en sangre arterial (ABG) pueden proporcionar información crucial sobre el estado respiratorio del paciente. En casos de exacerbaciones leves, es posible que las ABG muestren valores dentro de los rangos normales para la presión parcial de dióxido de carbono (PaCO2), lo cual puede deberse a una compensación respiratoria efectiva para mantener la homeostasis ácido-base. Sin embargo, es frecuente observar alcalosis respiratoria, caracterizada por una PaCO2 baja y un aumento en la diferencia de oxígeno alveolar-arterial (A-a-DO2), indicando un desequilibrio en el intercambio gaseoso pulmonar.
En contraste, durante exacerbaciones más severas del asma, pueden desarrollarse complicaciones respiratorias más pronunciadas. La hipoxemia, definida por bajos niveles de oxígeno en sangre arterial (PaO2), es común debido a la obstrucción significativa de las vías respiratorias y la reducción en la capacidad de intercambio de gases en los pulmones. En estos casos, la PaCO2 puede normalizarse o incluso elevarse debido a la retención de dióxido de carbono como resultado del atrapamiento de aire y la disminución del volumen respiratorio eficaz.
La combinación de hipercapnia (aumento de PaCO2) y acidosis respiratoria indica una insuficiencia respiratoria aguda que requiere atención médica urgente. La acidosis respiratoria se produce cuando la PaCO2 elevada conduce a una disminución del pH sanguíneo, reflejando una falla en la compensación respiratoria para mantener la homeostasis ácido-base. Esta situación puede ser indicativa de una insuficiencia respiratoria inminente y puede requerir medidas terapéuticas más intensivas, incluyendo la ventilación mecánica para apoyar la función respiratoria del paciente.
Prueba de la función pulmonar
La prueba de broncoprovocación con histamina inhalada o metacolina es una herramienta útil en el diagnóstico del asma cuando la espirometría inicial no proporciona un diagnóstico claro. Esta prueba no se recomienda si el FEV1 es inferior al 65 % del valor predicho, ya que podría representar un riesgo para el paciente debido a la posibilidad de un broncoespasmo severo.
Una prueba de metacolina se considera positiva si hay una caída del FEV1 del 20 % o más al exponerse a una concentración de metacolina igual o inferior a 8 mg/ml. Esta respuesta indica una hiperreactividad bronquial significativa, característica del asma. Por otro lado, una prueba de metacolina negativa tiene un alto valor predictivo negativo del 95 % para descartar el asma.
Las pruebas de desafío de ejercicio también son útiles en el diagnóstico de pacientes con síntomas de broncoespasmo inducido por el ejercicio, una manifestación común del asma.
Los medidores de flujo espiratorio máximo (PEF) son dispositivos portátiles cruciales para el monitoreo personal en pacientes con asma. Estos dispositivos permiten establecer la variabilidad del flujo máximo, que es un indicador clave de la gravedad y el control del asma. Es importante que el paciente registre sus valores de PEF regularmente, comparándolos con su propia línea de base en lugar de solo con valores de referencia generales.
El PEF muestra variaciones diurnas, generalmente siendo más bajo en la mañana antes de la administración de un broncodilatador y más alto en las horas previas al punto medio del día de vigilia. Esta variabilidad diurna es un indicador importante del control del asma. Se considera que un cambio del 20 % en los valores de PEF entre la mañana y la tarde, o de un día a otro, sugiere un control inadecuado del asma.
Valores de PEF inferiores a 200 L/minuto indican una obstrucción severa del flujo de aire, lo cual puede requerir ajustes inmediatos en el tratamiento o incluso intervención médica urgente, dependiendo del contexto clínico.
Las pruebas adicionales de rutina
La radiografía de tórax en pacientes con asma generalmente muestra resultados normales o evidencia de hiperinflación pulmonar, reflejando la respuesta fisiológica del pulmón a la obstrucción crónica de las vías respiratorias. Estas imágenes son particularmente útiles cuando se sospecha de condiciones como neumonía, que pueden imitar los síntomas del asma o complicaciones como el neumotórax.
Las pruebas cutáneas o in vitro para evaluar la sensibilidad a alérgenos ambientales son importantes en pacientes con asma persistente, ya que pueden identificar la atopía, una predisposición genética a reacciones alérgicas, que puede ser un factor desencadenante significativo del asma. Estas pruebas incluyen la medición de la IgE sérica total y específica de alérgenos, ayudando a orientar las terapias dirigidas a reducir la exposición a alérgenos y mitigar las respuestas alérgicas.
Además, es importante considerar evaluaciones adicionales en pacientes con asma persistente, grave o refractaria. Esto incluye la evaluación de la enfermedad del seno paranasal, ya que la inflamación sinusal crónica puede contribuir a la exacerbación de los síntomas asmáticos. Del mismo modo, el reflujo gastroesofágico (ERGE) puede desempeñar un papel en la exacerbación de los síntomas de asma en algunos pacientes, especialmente cuando las manifestaciones clínicas sugieren una conexión entre ambos trastornos.
El recuento absoluto de eosinófilos en sangre periférica es otro biomarcador importante que puede guiar el manejo del asma, especialmente en el contexto de enfermedades de las vías respiratorias eosinofílicas. Los pacientes con recuentos elevados de eosinófilos pueden ser candidatos para terapias dirigidas, como la terapia anti-IL-5, que ayuda a controlar la inflamación eosinofílica y mejorar los resultados clínicos.
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Originally posted on 6 de julio de 2024 @ 12:27 AM