Toxoplasmosis ocular en lactantes

Toxoplasmosis ocular en lactantes
Toxoplasmosis ocular en lactantes

La toxoplasmosis ocular se caracteriza como una retinocoroiditis, una inflamación que afecta la retina y la coroides en el ojo. Esta condición presenta una evolución dinámica marcada por la presencia de múltiples episodios recurrentes de inflamación ocular. Es esencial reconocer que la toxoplasmosis ocular puede manifestarse en dos modalidades distintas de la enfermedad: la forma congénita y la adquirida.

En el caso de la forma congénita, la infección está presente desde el nacimiento y se transmite de la madre al feto durante el periodo gestacional. Aquí, el individuo nace con la infección, lo que puede dar lugar a episodios repetidos de inflamación en el ojo a lo largo de su vida. Por otro lado, la forma adquirida de la enfermedad implica la contraída después del nacimiento, generalmente por la ingestión de alimentos o agua contaminados con el parásito Toxoplasma gondii. En esta situación, la persona puede desarrollar retinocoroiditis y experimentar episodios recurrentes de inflamación en el ojo afectado.

Ambas manifestaciones de la toxoplasmosis ocular pueden tener implicaciones sustanciales para la salud visual, especialmente si la mácula, la región central de la retina crucial para la visión detallada, se ve afectada. La evolución de la enfermedad, con episodios inflamatorios que se repiten, puede causar daño adicional a los tejidos oculares.

 

Toxoplasmosis congénita

La toxoplasmosis, una zoonosis ocasionada por Toxoplasma gondii, presenta un ciclo vital complejo. Los felinos, especialmente los gatos, desempeñan el papel de hospederos definitivos, albergando la reproducción del parásito en su intestino y generando ooquistes, que constituyen la forma infectante del mismo.

La infección en hospederos, que incluyen animales de sangre caliente como los seres humanos, el parásito replica y forma taquizoitos. En respuesta a la reacción inmunológica del hospedero, los taquizoitos transforman su estructura en bradizoitos, adoptando una forma latente que se establece en los tejidos.

La transmisión del parásito puede tener lugar de diversas maneras. En la forma adquirida, la ingestión de agua contaminada, vegetales o carne cruda o insuficientemente cocida se destaca como una vía de transmisión, facilitando la replicación de taquizoitos en el cuerpo humano. Además, la transmisión puede ocurrir por el paso transplacentario de taquizoitos de una madre infectada al feto, provocando la toxoplasmosis congénita, una condición que afecta al feto durante su desarrollo en el útero materno.

La severidad de la infección fetal causada por el parásito Toxoplasma gondii está directamente relacionada con la edad gestacional en la que se produce la infección. En términos más específicos, cuanto más avanzada esté la gestación y, por ende, más madura sea la placenta, mayor será la facilidad con la que el parásito puede traspasarse de la madre al feto.

El riesgo de desarrollar formas graves de toxoplasmosis congénita exhibe una relación inversa con la edad gestacional en la que se produce la infección. En otras palabras, a medida que la infección ocurre en etapas más avanzadas del desarrollo fetal, el riesgo de manifestaciones graves disminuye. Este fenómeno sugiere que las infecciones que tienen lugar en las fases iniciales de la gestación presentan un mayor potencial para provocar formas severas de la enfermedad en el neonato.

Las manifestaciones de la toxoplasmosis congénita son altamente variadas y pueden presentarse en diversas formas. Pueden incluir una enfermedad grave caracterizada por visceromegalia (aumento anormal del tamaño de los órganos), afectación del sistema nervioso central que se manifiesta con hidrocefalia, microcefalia, macroftalmia, calcificaciones cerebrales, epilepsia y retraso psicomotor, entre otros síntomas. Estas manifestaciones pueden estar acompañadas o no de afectación ocular, dando lugar a la denominada toxoplasmosis ocular.

Toxoplasmosis ocular en lactantes

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Etiología de la toxoplasmosis ocular

La toxoplasmosis ocular se manifiesta como el resultado de una compleja interacción entre el parásito Toxoplasma gondii, las células endoteliales retinianas, los leucocitos y las citoquinas producidas. El ingreso del Toxoplasma gondii a la retina ocurre a través de tres vías principales: la sanguínea y linfática, ya sea dentro de los leucocitos o circulando libremente; por invasión directa del endotelio mediante las células dendríticas; o mediante la entrada de taquizoitos en las células endoteliales de la retina, las células gliales y el epitelio pigmentario. Este proceso conduce a la formación de retinitis pigmentaria, una lesión característica de la toxoplasmosis ocular.

Desde el punto de vista histológico, la toxoplasmosis ocular se caracteriza como una retinitis necrosante que afecta todas las capas de la retina y se acompaña de vitreitis y coroiditis, configurando el cuadro de retinocoroiditis. Además, pueden observarse manifestaciones como uveítis, vasculitis arterial y venosa.

El nervio óptico también puede resultar afectado, ya sea por la invasión directa del Toxoplasma gondii o por la reactivación inflamatoria. Este complejo proceso patológico subraya la extensa afectación ocular que puede surgir como consecuencia de la toxoplasmosis, con impacto en diversas estructuras oculares y la generación de un cuadro clínico multifacético que involucra la retina, el vítreo, la coroides, el nervio óptico y otros componentes del ojo.

 

Manifestaciones de la toxoplasmosis ocular

Al realizar un examen del fondo de ojo, se pueden observar imágenes blanquecino-amarillentas que corresponden a lesiones de retinocoroiditis, así como áreas de estas lesiones cercanas a zonas de pigmentación oscura que indican lesiones antiguas o cicatrices debido a recurrencias previas.

En individuos inmunocompetentes, la lesión ocular puede ser autolimitada, pero más del 50% de los pacientes experimenta recurrencia de las lesiones después de aproximadamente cinco a seis años, lo cual se atribuye a la persistencia del parásito dentro de las células.

En lactantes pequeños, el diagnóstico de toxoplasmosis ocular se establece mediante la evaluación oftalmológica, que puede revelar la presencia de estrabismo o nistagmos, y está asociado con una mayor probabilidad de detección temprana de la enfermedad.

 

Pronóstico

La gravedad de la toxoplasmosis ocular está influenciada por diversos factores que incluyen la inmunocompetencia del individuo, los genotipos y arquetipos del parásito Toxoplasma gondii, la presencia de polimorfismos y la ocurrencia de recurrencias, entre otros elementos.

  • Inmunocompetencia del Individuo: El estado inmunológico del individuo juega un papel crucial en la gravedad de la toxoplasmosis ocular. Personas inmunocompetentes pueden experimentar formas menos severas de la enfermedad, mientras que aquellos con sistemas inmunológicos comprometidos, como los pacientes inmunosuprimidos, pueden enfrentar una manifestación más grave y persistente de la enfermedad.
  • Genotipos y Arquetipos del Parásito: Las variaciones genéticas en el Toxoplasma gondii, incluyendo los genotipos y arquetipos del parásito, pueden influir en la virulencia y capacidad patogénica del mismo. Diferentes cepas del parásito pueden tener distintos impactos en la gravedad y la evolución de la toxoplasmosis ocular.
  • Presencia de Polimorfismos: La existencia de polimorfismos genéticos, que son variaciones en los genes entre individuos, también puede contribuir a la diversidad en la presentación clínica de la toxoplasmosis ocular. Estos polimorfismos pueden afectar la respuesta inmunológica del hospedero y la interacción con el parásito.
  • Recurrencias: La ocurrencia de recurrencias, es decir, episodios repetidos de la enfermedad, puede ser un factor determinante en la gravedad de la toxoplasmosis ocular. Las recurrencias pueden causar daño adicional a los tejidos oculares y afectar la progresión de la enfermedad a lo largo del tiempo.

Estos factores interrelacionados subrayan la complejidad de la toxoplasmosis ocular y la necesidad de considerar múltiples variables al evaluar la gravedad y el manejo de esta enfermedad oftálmica.

 

 

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