Tricomoniasis, infección por Trichomonas vaginalis

Tricomoniasis, infección por Trichomonas vaginalis
Tricomoniasis, infección por Trichomonas vaginalis

Trichomonas vaginalis, un protozoo patógeno, destaca como una de las infecciones de transmisión sexual (ITS) más prevalentes. Su incidencia más elevada se observa en mujeres que tienen múltiples compañeros sexuales y en aquellas que también padecen otras enfermedades de transmisión sexual.

La transmisión de T. vaginalis puede ocurrir durante las relaciones sexuales, siendo las mujeres con comportamientos sexuales de riesgo las más propensas a contraer la infección. Además, existe la posibilidad de transmisión vertical, donde las madres infectadas pueden transmitir el parásito a sus hijas recién nacidas. Sin embargo, es raro que las niñas desarrollen síntomas antes de la menarquia.

El parásito presenta una notable capacidad de supervivencia en ambientes húmedos, lo que contribuye a su persistencia en condiciones propicias. También es posible la transmisión no venérea, aunque esto ocurre de manera infrecuente.

Es importante destacar que la tricomoniasis, al igual que otras ITS, puede aumentar significativamente la probabilidad de transmisión del VIH (virus de inmunodeficiencia humana). La presencia de una ITS puede facilitar la entrada y la transmisión del VIH, enfatizando la importancia de la detección temprana y el tratamiento de estas infecciones para prevenir consecuencias más graves para la salud pública.

 

Agente etiológico

Trichomonas vaginalis, coloquialmente conocida como flagelado, pertenece al filo Metamonada y a la clase Parabasalia, compartiendo esta clasificación con otro patógeno humano, Dientamoeba fragilis.

Los trofozoítos de T. vaginalis son microorganismos de 10 a 15 µm de longitud que se reproducen mediante fisión binaria longitudinal en la superficie epitelial de la vagina o la uretra. También se pueden encontrar en las secreciones vaginales y uretrales, lo que facilita su transmisión durante las relaciones sexuales.

A diferencia de algunos protozoos que tienen formas quísticas para resistir condiciones adversas, no se conocen formas quísticas de T. vaginalis. Los trofozoítos de este organismo son sensibles a la desecación y se destruyen fácilmente cuando se secan.

T. vaginalis forma parte de los parabasálidos, un grupo emparentado con la clase Eopharingia, que incluye a Giardia spp. Un rasgo distintivo de estos organismos es la ausencia de mitocondrias, siendo anaerobios. Presentan un orgánulo celular único llamado hidrogenosoma, que es un vestigio mitocondrial. Este hidrogenosoma es esencial para el metabolismo anaeróbico del piruvato y puede producir una hemolisina, una sustancia potencialmente capaz de causar daño epitelial. Este conjunto de características destaca la adaptación única de T. vaginalis y otros parabasálidos a su entorno y estilo de vida anaeróbico.


MANIFESTACIONES CLÍNICAS

La tricomoniasis se destaca como una de las tres principales causas de vaginitis o vaginosis, junto con la vaginosis bacteriana y la candidiasis vulvovaginal.

Esta infección se caracteriza por diversos signos clínicos que incluyen un exudado poco denso y espumoso de coloración gris o verde amarillenta, eritema vulvovaginal, eritema ectocervical que a veces se describe como un “cuello uterino con aspecto de fresa”, especialmente visible mediante colposcopia. Además, se observa un pH vaginal mayor de 4,5, un aumento en la cantidad de leucocitos polimorfonucleares y una prueba de olor (aminas) positiva. Esta última prueba revela un olor desagradable a pescado, intensificado cuando se añade hidróxido potásico.

El período de incubación de la tricomoniasis varía entre 5 y 28 días, lo que significa que los síntomas pueden aparecer dentro de este intervalo después de la exposición al parásito Trichomonas vaginalis.

La vaginitis, además del exudado espumoso característico, puede ir acompañada de diversos síntomas, como irritación vulvovaginal, dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales), dolor abdominal y disuria (dolor al orinar). Es importante destacar que estos síntomas pueden agravarse durante el periodo menstrual.

Una particularidad de la tricomoniasis es que hasta la mitad de las infecciones por Trichomonas vaginalis en mujeres y la mayoría de los casos en hombres son asintomáticas. A pesar de la falta de síntomas evidentes, Trichomonas vaginalis puede aislarse con frecuencia en los compañeros masculinos de mujeres infectadas, y en algunos casos, puede causar uretritis sintomática en los hombres. El exudado uretral suele ser escaso en estos casos.

Además de la uretritis, se han notificado casos de faringitis con frotis de exudado faríngeo positivo para Trichomonas vaginalis. En raras ocasiones, la infección por este parásito se asocia a condiciones como epididimitis, úlceras penianas superficiales (que suelen localizarse bajo el prepucio) o prostatitis. Aunque se han observado diversas manifestaciones clínicas, la infección por T. vaginalis no se asocia a un mayor riesgo de progresión del cáncer de próstata.

 

Exámenes complementarios

La detección de la infección por Trichomonas vaginalis (T. vaginalis) reviste gran importancia en el contexto de las infecciones de transmisión sexual, particularmente en mujeres seropositivas para el VIH. La implementación de diversas estrategias diagnósticas contribuye a un abordaje integral de esta condición.

Para ello, es crucial que todas las mujeres con antecedentes de infección de transmisión sexual se sometan a pruebas específicas destinadas a identificar la presencia de Trichomonas vaginalis, con especial énfasis en la realización de pruebas anuales en mujeres que son VIH-positivas.

El método de preparados en fresco, que consiste en examinar secreciones vaginales bajo microscopio, demuestra ser efectivo, identificando alrededor del 60% de las infecciones. La observación de movimientos espasmódicos o en volteretas de los trofozoítos vivos, acompañados de leucocitos polimorfonucleares, es característica en estos preparados.

La técnica de inmunofluorescencia directa, a pesar de su complejidad técnica, se presenta como una alternativa más sensible que los preparados en fresco. Asimismo, el cultivo se destaca como un método diagnóstico altamente sensible, aunque su principal limitación radica en el tiempo requerido para obtener resultados, que oscila entre 3 y 7 días.

Los frotis teñidos con Papanicolaou o la tinción de Giemsa proporcionan en algunas ocasiones la identificación de Trichomonas vaginalis. En hombres, el diagnóstico se realiza mediante preparados en fresco de material obtenido de un raspado uretral, evidenciando el organismo en alrededor del 50% de los casos. El masaje prostático, previo a la recogida de la muestra de orina para cultivo, se presenta como un procedimiento más sensible en este contexto.

La aplicación de estas diversas modalidades de diagnóstico permite una evaluación exhaustiva, asegurando una detección temprana y precisa de la infección por T. vaginalis en diferentes poblaciones, y proporciona una base sólida para la implementación de estrategias de tratamiento efectivas.

Tricomoniasis, infección por Trichomonas vaginalis

Tricomoniasis, infección por Trichomonas vaginalis


Tratamiento de la tricomoniasis

El tratamiento de la tricomoniasis, causada principalmente por Trichomonas vaginalis, se basa en agentes antimicrobianos efectivos para erradicar la infección. La elección principal recae en dos fármacos, metronidazol y tinidazol, ambos administrados por vía oral.

La pauta de tratamiento recomendada incluye una dosis oral única de 2 gramos de tinidazol o 2 gramos al día por vía oral de metronidazol. Se ha observado que el tratamiento durante 7 días con 500 mg dos veces al día de metronidazol ofrece la tasa de curación más elevada.

En términos de tolerancia, se destaca que el tinidazol es mejor tolerado en comparación con el metronidazol. Aunque una terapia de dosis única facilita el cumplimiento del tratamiento, puede estar asociada con efectos secundarios como náuseas y un sabor metálico, especialmente con el metronidazol.

Es crucial destacar el efecto similar al disulfiram de ambos medicamentos, lo que significa que la ingesta de alcohol en las 24 horas posteriores a la toma de metronidazol, o en las 72 horas después de la administración de tinidazol, puede provocar reacciones adversas intensas como náuseas, vómitos y rubefacción.

En el contexto del embarazo, la administración de tinidazol y metronidazol está relativamente contraindicada debido a la falta de estudios controlados sobre su seguridad durante esta etapa.

Aunque los fracasos terapéuticos con metronidazol son poco frecuentes, se han documentado. En mujeres VIH-positivas, se recomienda un tratamiento prolongado durante 7 días con 500 mg al día de metronidazol debido a recrudecimientos frecuentes con el tratamiento de dosis única. La adecuada elección y duración del tratamiento son esenciales para asegurar una erradicación efectiva de la tricomoniasis, especialmente en poblaciones específicas.


Prevención y pronóstico

La utilización de condones, tanto masculinos como femeninos, emerge como una estrategia eficaz para reducir el riesgo de adquisición de la tricomoniasis durante las relaciones sexuales. Estos dispositivos de barrera actúan como salvaguardias, disminuyendo la probabilidad de transmisión de la infección.

Un aspecto crucial en el tratamiento de esta infección es la terapia simultánea de los compañeros sexuales. Dada la elevada proporción de compañeros masculinos que pueden estar infectados (cerca del 20%), tratar a ambos miembros de la pareja de manera sincrónica se convierte en una medida esencial para prevenir la reinfección.

Aunque las complicaciones son infrecuentes, la tricomoniasis puede llevar a la enfermedad inflamatoria pélvica (EIP). Esta condición afecta los órganos reproductivos femeninos y requiere una atención médica oportuna y adecuada.

Durante el embarazo, la tricomoniasis puede acarrear riesgos adicionales, como el retraso del crecimiento fetal. La vigilancia y el tratamiento adecuado son esenciales para salvaguardar la salud tanto de la madre como del feto.

Es relevante destacar que no existe inmunidad natural ni adquirida frente a la tricomoniasis, lo que implica que la reinfección es un fenómeno frecuente. Esta particularidad resalta la necesidad continua de prácticas preventivas, tratamiento efectivo y educación sobre prácticas sexuales seguras para promover la salud sexual y reproductiva de la población. El tratamiento preferido consiste en una dosis oral única de 2 g de tinidazol o 2 g al día por vía oral de metronidazol, siendo este último el de mejor tolerancia.

 

 

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